Era una tarde de primavera, cuando Carlota iba paseando bajo la arboleda que había en el paseo del centro de la ciudad, iba inmersa en sus pensamientos, recordando los días que había pasado en el pueblo con los abuelos en el pirineo aragonés junto a sus primos. Se había divertido jugando en la nieve, junto a la chimenea, con sus abuelos que le contaban anécdotas de cuando eran pequeños, recordó un relato que su abuelo les contó de cuando el era un niño.
Tenia su abuelo ocho años cuando un día su padre se lo llevo al monte en busca de leña, estaban cortando las ramas de un árbol cuando un ruido les hizo levantar la cabeza, se sorprendieron al ver a una muchacha joven, apenas veintidós años, que iba vestida con una túnica blanca muy fina para la temperatura que hacia en esa época del año, su padre llamó a la muchacha pero esta no los oía, seguía andando como sonámbula entre los arboles y sin mirarnos, su padre le dijo que se echara una carrera y advirtiera a la muchacha que se acercara al fuego que teníamos encendido, no se fuera a congelar del frío que hacia, y que si tenia hambre le daríamos comida, que no tuviera miedo de ellos que éramos personas de fiar, se acercó a la carrera hacia la muchacha y cuando estuve a su altura la llamo, ella seguía andando, sin hacerme caso, como si no le oyera, insistí pero la muchacha seguía caminando, entonces le cogió la mano, y tal fue la impresión de frío que me causo que la solté sobresaltado, asustado le mire a la cara y su cara tenia el color de los muertos, como cuando están en la caja de un velatorio, salió corriendo hacia su padre, me faltaba el aliento, su padre le pregunto: ¿que te pasa hijo?.
-Padre, que la muchacha esta muerta-
-Hijo, ¿como va a estar muerta si va caminando?-
-Padre que le he mirado la cara, y tiene el mismo color que cuando se murió el abuelo-.
Su padre le dijo: ven vamos a ver a la muchacha y veras como esta viva, solo te estará gastando una broma.
Pero su sorpresa fue cuando llegamos a la altura de la muchacha, su padre se quedo parado y dijo: ¿pero Madre eres tu?, y entonces lo miro, levanto la mano como diciendo ven y desapareció. A los tres días el padre murió.
Esa historia que su abuelo le contó no se la quitaba de la cabeza, le tenia obsesionada y no paraba de pensar si eso seria verdad, o se la había contado para meternos miedo, para que no fueran al monte solos. Tendría que volver al pueblo, a preguntarle a sus tíos y a su abuela si esa historia había sido real, aunque en el fondo
“creyó a su abuelo.” Sueko