No se te quieren cerrar nobles paralelos, fíjate bien! Los ingenieros de las risas siempre construyen pasadizos secretos detrás del dolor. Es un lugar seguro porque nadie sabe que llegaran a reír de nuevo, sin olvidar.
No se merecen estas palabras mis amigos lectores, pero son las que tengo estos días y espero que puedan entender que esto no hay que leerlo, hay que sentirlo. Escuchen esto! Cuando sepan que van hacia el lugar más asqueroso de un sonido raro pregúntense si ustedes quieren eso y verán como un imperio de un día a otro pasa a ser polvo de mariposas. Ya lo han demostrado los más longevos continentes y hasta mis hermanos mayores. Piensen quien hace lo mismo y no se queden mirando, hagan la estupidez pero después se arrepentirán. Y así la noche se oscurece siempre en su relato íntimo.
Las corporaciones ajenas tienen un límite, ese límite es el que los hace sufrir. No vayan por ella, vayan por ustedes. Aunque parezcan un teclado touch screen capaitiva. Capaz de memorizar sus preferencias, pero siempre mintiéndose a sí mismos y dejándose las nuevas prendas para sorprender en las noches.
Hay personas a las que le apasiona ser amadas, pero nada más.
Me fui a vivir a esa playa donde encontró su nuevo amor, pero tuve la mala suerte de no encontrar el mío. Los busque en los mismos sitios, 2309 - 2540, en esos estados cibernéticos, en las canciones que me lleve de mi casa, en los recuerdos sentimentaloides, en las comedias yankies y en los olores de las chicas con las que me acuesto ahora. Busco en cada rincón  de mi para poder sacarlo, pero antes de eso siempre disfruto  de un último recuerdo que se lo lleva la carroza fúnebre de mi bum bum.
Había un ramo de flores donde le dije a ese chico que la haga feliz pero tengo más probabilidades que su destino sea el mismo que el mío. No quería tener una serie de soldados heridos por armas sentimentales, que hieren de manera invisible, por eso quise cambiar este final y dije que mi madre había encontrado al hijo que siempre quiso.
Pero detrás de esa publicidad esta el Gran Oasis, cuna de la pasión que la llevo a dormir entre sus sabanas mientras mis esculturas cursis solo me emocionaron a mí. Fui un ridículo entre gente bronceada, las flores ya estaban marchitando entre sus dedos cuando esa chica intento decirme la verdad con su acción violenta. Quizás yo solo esperaba a quien deje ir, pero ese paraíso fue mi infierno y me devolvió a una persona que no había creado ni siquiera en mi inconsciente. Quizás sus días de sexo mancharon su cuerpo con dulces frutos que caian en sus jugos, pero yo nunca existí en sus ilusiones de llegada a destino. Mas bien, fue el desvió necesario para que la vida me mostrara lo que estaba olvidando. A mí mismo.
Sus jóvenes labios  aun pueden cargar desgracias y su pequeño corazón aun deberá soportar  las penas en la que ella se vio involucrada, pero no por mí, sino por su hermoso pelo. Quizás los halagos son mi visión nocturna, pero sus cortos vestidos son la tentación de los flashes incrustados en su ropa interior.
Ayer quise morir, pero recordé que no tenía sentido ni la vida, ¿por qué hallarlo en la muerte?
De hecho, supe que si moría, jamás la vería de nuevo y mi alma la necesita, aunque no vuelva a amarla en toda mi vida. Soy apenas un distraído de la vida que quiso ser quien no podía ser. Pues mis brazos y las esperanzas y también el amor son invisibles, como dios. Pero el amor a mi me ha convencido  de que dios no existe. No hay música más fuerte que cualquier frase de ruptura, no hay imagen más derretida que la de mis ojos llorando. No hay aquí una historia igual, sino millones. No será mi única herida. De eso tengo seguridad, de lo que no me aseguro es de volver a levantarme después de su paraíso. Tal vez la magia de su vanguardia sea como un chicle de menta que seguirá mascando su boca hasta que cierre mis ojos.
Otra vez pensare en ella, sin sentir sus dientes blancos. La lluvia ya está haciendo su trabajo en la esquina de su casa,  donde mis cigarrillos habían construido el refugio de las arañas. “No te fijes en los detalles que yo me fijo”. Siempre supe que no lo haría por el miedo a ese pellizco, que se convirtió en la escusa perfecta para elegir su perfume… asqueroso.
Pierdo mi tiempo una vez más, pero vale la pena antes que golpear la puerta que se cayó en su cara mil veces, hasta que su boca lastimada me mostro su enfermedad y confirme que había sido por contagio, y no por la verdad.
Sus manos ya no representan el amor de mis hijos, ni sus ojos la esgrima de mi pluma, no tengo tiempo para su cuerpo y sus sentimientos (…)
El paraíso es lo más común entre los chicos, pero yo no soy un simple chico, yo era más que un sueño, hasta en mis errores.
El paraíso, no es una historia. Su paraíso es mi dolor.
 
 
 
                                                                                          Martin Mortis