Captulo III. Gran boda en Casariche
Publicado en Nov 22, 2012
Prev
Next
Image
Capítulo III. "Crónica de una familia"
Como podemos comprobar en relatos siguientes, ambos hermanos compaginaron sin ningún tipo de roce las herencias recibidas, siendo modélico la afabilidad entre ambos, produciéndose con mucha frecuencia la visita de uno al otro para cambiar impresiones de sus distintas fincas y hablar de la familia. Por cierto que para Luciano, su hermano Antonio era como si fuese su padre, le profesaba gran respeto en todas sus decisiones y una gran admiración.
Es importante señalar esta cordialidad porque da respuestas a muchas de las circunstancias que envuelven la vida de ambos.

Ahora si dejamos Alameda, con sus historia y sus leyendas  para centrarnos en Luciano que se
traslada a Casariche definitivamente una vez contraído matrimonio con María Concepción
Cirila Cano Estepa en aquellos días de invierno en la Iglesia Ntra. Sra. de la Encarnación.
Luciano no lo pensó mucho y tras dos años de noviazgo, se caso con María Concepción el 19 de Febrero de 1870.
Nada lo impidió, ni siquiera la terrible enfermedad de la cólera que poco a poco se extendía por el territorio español a partir del 1866 y que duró hasta el 1885. El peor de los enemigos, hubo provincias que la epidemia hizo auténticos estragos, por ejemplo Córdoba  en 1885 contaba la
provincia con 400.000 habitantes murieron 1300, Entre las guerras coloniales, el hambre, la crisis de subsistencia y las epidemias se produjeron  140.000 muertes entre los años 1866 a
1885.  Por fortuna en la familia Borrego no se registraron bajas achacables a estas crisis, ni siquiera en Casariche, donde no tenemos noticias de ninguna baja y sí de la crisis general que llegó a todas partes.
Pero nuestro librito recogemos por suerte, la otra forma de vivir, la de una familia adinerada alejada en lo material a cuantas penurias podían contemplarse en las calles de ciudades o pueblos de la comarca, incluso en Casariche.
Si echamos un vistazo a la familia de Concepción, a la que llamaremos así, (aunque
hay constancia que otros le llamaban Conchita) a modo de árbol genealógico, podemos comprobar sus ascendentes, familias poderosas del pueblo, como comentamos en páginas anteriores, era hija de José Cano, nacido  en Badolatosa y Cándida Estepa de Casariche.  Si observamos, también su padre se trasladó de Badolatosa (foto) para casarse con su madre. Nada extraño en los pueblos cercanos, donde surgen los romances, principalmente en la clase acaudalada, que son los que tiene posibilidad de movilidad. 
Esta circunstancia se repite también en sus abuelos, Juan José Cano nacido en Badolatosa se casó en Casariche con María Concepción Cirila Morales en 1815.
En cambio, sus abuelos maternos, Juan Estepa y Nicolasa Gómez, que casaron en 1820, eran 
naturales de Casariche.
Comentados estos lazos de unión entre Badolatosa y Casariche, que da origen a la existencia de Concepción,  retomamos nuestra historia en el pueblo.
Nos encontramos en 1868, en la Feria de Santiago Apóstol, todo empezó como decía al
principio, en la feria.
Luciano era un buen mozo; media 1.70 y unos 75 kilos de peso, de aspecto fuerte, propio de su trabajo en el campo, sin barba, moreno, un joven entrando ya en fase de tener novia, a sus 25 años.
Sin esperarlo se encuentra con ella. Concepción era una bella joven, muy atractiva, también morena.  No muy alta, de 1.65 y 60 kilos de peso, algo rellenita, el clásico cuerpo que gustaba a los hombres de aquellos tiempos.   Con los años justos, no había tenido novio nunca, por tanto no conocía el amor pero al ver a Luciano parecía como si le temblaran las piernas.
Miradas que se cruzan en el recinto ferial, donde acudían los ganaderos con los mejores
ejemplares para su venta. Ella estaba allí junto a su padre, vestía falda ancha con alegres lunares, blusa blanca entreabierta, mantilla y sombrero a juego con el bolso canastilla que portaba. El con su flamante traje campero, sombrero ala ancha, botas impecables subido en el mejor caballo. La complicidad ya estaba servida,  seguramente se habían visto antes a la salida de la Iglesia o paseando por las calles del pueblo. Aquel encuentro en el recinto festivo fue decisivo; el ambiente gozoso hizo el resto.
La chispa del amor no se hizo esperar, a partir de ese momento ambos corazones empezaron a latir juntos, el acercamiento fue inevitable, el amor estaba presente, se hacía notar  no solamente por el brillo de sus ojos, también por la ilusión de sus miradas. Fue un cortejo que terminó en la gran boda del 1870, el enlace matrimonial de Luciano y Concepción.
Casariche que desde primero de siglo había sido un pueblo tranquilo, con un modelo de sociedad que se caracterizaba por la amabilidad de sus gentes, perfil heredado de tiempos atrás, cuando dependía  a modo de barrio del municipio de Estepa, había cambiado mucho.   La fama y afabilidad de sus habitantes quedó truncada desde 1823 al 1855 donde alcanzó
verdadera notoriedad por ser centro de correrías y espionaje de las partidas de bandoleros y ladrones que infestaban las serranías inmediatas.
La puesta en marcha de la Estación de Ferrocarril en 1865 y la circulación de trenes de viajeros y mercancías, especialmente a Málaga,  supuso la práctica normalidad social en el pueblo,  recuperando la sociabilidad que antaño había tenido el municipio.
Pero volviendo a los entresijos de la boda entre Luciano y Concepción, una vez decidido la fecha de celebración con  los padres  en una cena de gala que tuvo lugar en la casa de estos en Casariche, donde asistieron ambas familias luciendo las mejores galas, haciendo uso para la ocasión, de preciosas mantelerías bordadas, cristalerías de bohemia, y cuberterías de plata para la mesa; no faltando detalle  en un esmerado servicio, donde los fogones y sirvientas  no daban abasto para satisfacer e impresionar a la familia invitada.
Y es que la ocasión lo merecía. A los postres, Antonio  pidió solemnemente la mano de Concepción como esposa de su hermano Luciano. Como regalo, una preciosa pulsera de oro blanco con brillantes, con una garra central que alojaba un brillante de aproximadamente
dos quilates, adquirida en una acreditada joyería de Málaga. 
Por su parte, los padres de Concepción tras unas breves palabras de aceptación y haciendo votos de felicidad y descendencia para los novios, hizo entrega a Luciano de un magnifico reloj de oro de bolsillo con una esplendida cadena de oro maciza. 
El padre de la novia hizo uso de la palabra para en unas emotivas palabras recordar a los padres ya fallecidos de Luciano y Antonio; lamentando que no pudieran estar presentes en este momento, pero seguro que desde el cielo serian testigos de este feliz encuentro. A ontinuación anunció la dote de Concepción, consistente en una hacienda en el término de Casariche, y 350 hectáreas de secano, de gran productividad agrícola, que pasarían a su propiedad tan pronto
se celebrase la ceremonia nupcial.
Tras estas declaraciones, los novios sintieron la tranquilidad y seguridad que supone ser una de las familias  afortunadas del municipio,  ya que la suma de  ambas significaba una gran fortuna. Efectivamente les esperaba un futuro seguro, aunque para el resto de los
mortales era todo lo contrario, el país atravesaba unos tiempos difíciles, de miserias y enfermedades.
Tras estas declaraciones, la cena llegaba a su punto cénit de la noche, la hora de los brindis, los besos y las risas, la felicidad se había concentrado aquella noche y pronto llegaría la hora de despedidas.
Pero fuera, en los alrededores del domicilio donde se celebra el festín, en la calle Baja de la Iglesia,  un ambiente bastante distinto se hacía notar por la presencia de numerosas personas que esperaban restos de alimentos o calderilla, algo que hiciera participe también a ellos de esa celebración, y paliar de alguna manera la hambruna de hombres, mujeres y niños allí
congregados, patente en los rostros de todos ellos.  Algunos proliferaban vivas en la esperanza de recibir una respuesta humanitaria de la familia, que por otra parte no se hizo esperar.
Transcurrieron un par de meses solamente para la gran celebración. Por fin llegó el día de la
boda,  todo un acontecimiento en Casariche, por las calles se veían transitar soberbios carruajes procedentes de familias burguesas de Alameda, Badolatosa, Pedrera, y de otros municipios; hermosas damas e hidalgos caballeros en su interior, autenticas carrozas
tiradas por arrogantes caballos de raza española. Se trataban de los invitados a la ceremonia.
La Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, edificio de una sola nave de cruz latina del Siglo XVII de estilo barroco, engalanada en su pasillo central con una alfombra roja hasta el altar, con adornos florales en las bancadas donde aguardaban sentados  los invitados a la ceremonia. 
En el altar mayor, Nuestra Señora de la Encarnación, testigo divino de aquella unión que significaría el comienzo de una descendencia nueva, la familia Borrego-Cano.
Y llegó la hora ceremonial, en el altar el Cura Párroco de la Iglesia Nuestra Señora de la Encarnación, don Miguel González; acompañado de su homólogo de Alameda, el párroco don Juan de la Cruz Fajardo, titular de la Iglesia de La Inmaculada Concepción y tío de Luciano, hermano menor de su difunta madre.
Ambos conducen el rito sacramental de acuerdo con los preceptos litúrgicos de la Santa Iglesia.  Los novios, Luciano Borrego, de 25 años de edad natural y vecino de
Alameda, hijo de Francisco Borrego y Antonia de la Cruz; con María Concepción
Cirila Cano Estepa, de 21 años, hija de Francisco José Cano Morales y Cándida Estepa Gómez.
En la partida de matrimonio no consta, quienes fueron los padrinos, y si los testigos: el padre de la contrayente, Francisco Cano y el hermano de la novia,  Servando Cano Estepa. Se dijeron si quiero y no hubo ningún impedimento por parte del público presente.
La celebración tuvo lugar en un local cerrado preparado para la ocasión. Unos quinientos invitados compartieron mesa y mantel en un magnifico banquete donde no faltó los mejores embutidos ibéricos y jamones de la sierra de Córdoba así como olorosos vinos finos de Moriles y riquísimos dulces de Estepa.  La fiesta transcurrió en un ambiente divertido para jóvenes y mayores, el baile inicial fue a cargo de los novios y posterior cambio de pareja entre los asistentes. A continuación participaron del tradicional baile la mayoría de invitados, donde las risas y los vivas a los novios no cesaron en toda la noche.

La vida en Casariche transcurría con normalidad... pero mejor se lo cuento en la siguiente crónica. "Casariche finales Siglo XIX" 
Página 1 / 1
Foto del autor RAFAEL GAMERO BORREGO
Textos Publicados: 21
Miembro desde: Nov 21, 2012
0 Comentarios 874 Lecturas Favorito 1 veces
Descripción

Por fin lleg el da de la boda, todo un acontecimiento en Casariche, por las calles se vean transitar soberbios carruajes procedentes de familias adineradas invitadas de Alameda, Badolatosa, Pedrera, y de otros municipios; hermosas damas e hidalgos caballeros en su interior, autenticas carrozas tiradas por arrogantes caballos de raza espaola.

Palabras Clave: Casariche boda carruajes caballos feria de ganado Iglesia Nuestra Seora de la Encarnacin

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy