Dulce sonido de la miel en mi corazón,
maravilloso el olor del pan de la esperanza,
empalagosa la ternura cual delicado turrón,
así has llegado a mi imaginación sin tardanza.
 
Elévese el alborozo,
que en cautiverio el llanto se ponga,
vívase con gran gozo,
que la pereza de reír no se disponga. 
 
Siente corazón el frío de la noche, mientras el amanecer espera a nacer. Mi amor se mide en talentos, pero con oro no hay comparación, ni con diamantes avalúo.  Tan solo en tu alma se graba la grandeza de la entrega y la valentía de correr sobre senderos entre neblina.