Capítulo V. Primer parto de Concepción
Publicado en Nov 24, 2012
Capítulo V. "Crónica de una familia"
El tiempo pasa rápidamente en la villa y un feliz día Concepción queda embarazada. Todo un acontecimiento familiar, por fin iban a ser padres. Pronto recibieron la visita de familiares de Luciano que se desplazaron expresamente desde Alameda y Corcoya. Así mismo, primos y amigos de ambos pueblos, enterados de la gran noticia. El embarazo de Concepción se desarrolla con toda normalidad, tanto la patrona como el médico del pueblo estaban atentos a cualquier incidencia, sin ningún sobresalto el tiempo marcaba la aproximación del gran día. Mientras, Luciano atendía las labores del campo de las diferentes fincas de la que era titular y también de su esposa. Por tanto, era un hombre ocupado y también un hombre de relaciones sociales, muy conocido en el casinillo, bares céntricos y en los ámbitos de los labradores. La finca de Luciano estaba cerca del Rio Yeguas, el rio era el principal responsable económico del pueblo, elemento clave de su desarrollo. Tiene su nacimiento en el paraje Sierra de los Caballos y llega a Casariche pasando por La Roda de Andalucía, sin lugar a dudas la finca obtuvo los grandes beneficios de riego de este caudal, generoso para las tierras y sus cultivos. Era la navidad del 1871, en casa, Concepción a pesar de lo avanzado de su embarazo, prácticamente vencido, no dejaba de hacer preparativos para la noche buena, navidad y año nuevo, son días festivos, entrañables y la visita de familia, parientes y amigos no cesaban, en parte para saber de su estado, muy avanzado en esas fechas, y por otro las felicitaciones de Navidad, visitas que eran muy agradecidas tanto por ella como por Luciano. El servicio domestico tenía la orden de ofrecer a los visitantes los famosos dulces de navidad, roscos, mantecados y polvorones que se hacían en casa, siempre acompañados de la copita de coñac o anís de Rute. Pasó las navidades y ya entrado el año nuevo, Concepción no daba señales de parto, algo que empieza a preocupar aunque la patrona la visitaba a diario con la indicación que al más mínimo indicio se le avisara. En el pueblo solo había una para atender a todas las mujeres de parto. En aquella época eran años de mucha fecundidad, por lo que había días con más de un parto. Pero como el embarazo estaba bien desde el principio, el niño estaba bien encajado, en cualquier momento podría suceder. Estaba Luciano fuera de casa, cuando Concepción notó los síntomas de la llegada inminente del bebé. Era el día 6 de Enero del año 1872, Festivo, precisamente por ser el Día de Reyes Magos. Aunque todo estaba preparado para esta eventualidad, la llegada del bebé no se hizo esperar, pronto se avisó a la partera, al médico y al propio Luciano, que enterado de la noticia, cabalgó a lomos de su caballo, veloz como si de un jinete de carreras se tratara, quería ser testigo presencial del nacimiento de su primer hijo, pero el destino no le concedió esa gracia y cuando llegó su primogénito ya había nacido. Eran las 11.30 de la noche de un festivo como hemos dicho de Reyes Magos, un día de magia para los niños de Casariche, pero los Reyes hicieron entrega del mejor regalo; un precioso niño. Los llantos del bebe se escuchaba desde el portal de la casa, un recién nacido de cuatro kilos de peso, moreno, con las extremidades bien rellenitas, como si fuera una réplica de los angelitos de Miguel Ángel, al menos eso debió parecerles a sus padres, llenos de felicidad y alegría incontenible. La madre se encontraba perfectamente, sonriente y feliz, con la satisfacción de haber sido mama por primera vez y sin apenas sentirlo, ya que el parto fue rápido sin ningún problema. El era su gran tesoro, cuerpo de su cuerpo, jamás se le olvidaría los primeros minutos de vida de su hijo, cuando se lo pusieron en sus brazos recién nacido, que gran felicidad para una madre! Días más tarde ya tenían pensado el nombre que le pondrían al crio. No podía ser de otra manera al ser el primogénito; le pondrían Luciano como su padre, pero con el sobrenombre de los Reyes, en honor al día elegido para llegar al mundo. Se llamaría Luciano de los Reyes. Aunque sería nombrado por algunos años Lucianito a secas. Tan pronto se restableció la mamá, eligieron el día del bautizo, justamente a los tres días del parto, sería el domingo 9 de Enero en la Iglesia Nuestra Señora de la Encarnación. Allí se celebró la ceremonia bautismal en presencia del nuevo Cura Párroco de la Iglesia, que sustituyó por fallecimiento al anterior cura que los casó. Fueron los padrinos su hermano Antonio y Brígida su mujer; residentes en la aldea de Corcoya. Los testigos fueron Antonio del Pozo y Romualdo Hostigosa, amigos de la familia, ambos vecinos de Casariche. La niñez de Lucianito acapara toda la atención tanto de padres como de abuelos que se desplazaban los domingos para ver al nieto. Desplazamiento que aprovechaban para hablar con Luciano de cómo iban las fincas, incluso salían al casinillo para tomar unas copas de vino y hablar también con otros labradores de la próxima cosecha, si lloverá o no lloverá y como no, de la Republica y política nacional. El niño Lucianito iba sumando sus primeros añitos, no faltaba nunca a su lado una niñera para distraerle y cuidarle, como era costumbre en las clases acomodadas de la época; con independencia del cariño, mimos y beneplácito de su madre en primer lugar, su padre y abuelos. Desde muy pequeño le gustaba jugar con otros niños, pero aún así, pronto encontró amiguitos de su edad y comenzó el juego a la pelota, al escondite, con el trompo, la rayuela; eran juegos muy populares en siglo XIX. Los niños de mayor edad se pasaban gran tiempo en la calle jugaban y se divertían ajenos a la realidad adulta. Las niñas jugaban a la rueda, en donde un grupo de niñas cogidas de la mano, danzaban al corro, mientras cantaban. Otra diversión que se jugaba en Casariche se llamaba correcalles, consistente en ir saltando un niño tras otro sucesivamente, sin tocar con los pies al que hacía de borriquillo, ni caerse. Saltar la comba individualmente, las niñas le llamaban el cordón. El juego a las bolas en la calle y el aro dirigido, otro de los juegos preferidos. Pero los años iban pasando y pronto se incorporó como un niño mas a los grupos de su calle, no importaba la clase social, eso bien se lo enseñó su padre, Lucianito jugaba con todos los niños. Jugar con los ojos vendados y adivinar quién te había dado, eran juegos corrientes, que se practicaban bajo los siguientes nombres: cucharón y gallinita ciega. En el juego de la gallinita ciega los jugadores se movían libremente por un espacio, procurando no ser tocados por el que hacía de gallinita. El juego del cucharón, el niño o la niña que tenían los ojos vendados se tenía que mover dentro de un corro y tocar a uno de los niños, adivinando su nombre. La vida familiar continuaba dando sus frutos. Muy pronto Mª Concepción queda embarazada de su segundo bebe. Le invito a conocer la siguiente crónica, llena de intrigas y vivencias allá por el 1876, "Concepción en cinta por segunda vez"
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