Invierno en Paris
Publicado en Nov 24, 2012
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Dicen que Paris es la ciudad del amor. Y yo, desde luego, así lo creo.



Era invierno de 2008. Comenzaba a caer la noche. Calles concurridas y frio intenso. La gente buscaba algún lugar donde guarecerse y yo opté por la terraza del café Tribeca. Ambiente animado y confortable.



 Aún hoy, sigo recordando aquella tarde de Diciembre. Y al hacerlo, siempre me viene a la mente una imagen. La imagen de una pareja de ancianos que llegaron al mismo lugar que yo tan solo unos instantes después. Y los recuerdo sobre todo con cariño, ya que la escena que presencié no dejó indiferente a nadie de los que allí estabamos en ese momento.



La mujer, menuda y elegante, iba en silla de ruedas, empujada por el que supongo sería su marido. Se pusieron relativamente cerca de mi por lo que era fácil seguir sus movimientos. Y algo me hizo reparar en ellos.
A ella le era muy difícil acercarse a los labios la humeante taza de café. Lo intentaba, pero lo derramaba. Finalmente, desistió. Padecía un más que evidente Parkinson.



El marido le limpiaba la comisura de los labios con ternura. Y le acercaba la taza de nuevo. Ella se sentia aliviada, pero al mismo tiempo, incómoda por la situación. Miraba a su alrededor por si alguien advertía su torpeza.



Él parecía ajeno a las miradas extrañas. Su mundo era ella en ese momento y se desvivía para hacerla sentir confortable.
Al contemplar la escena, no pude sino preguntarme cómo habría sido la vida de estos ancianos.
¿Cómo se habrían conocido? ¿Cómo se habrían enamorado? ¿Tendrían hijos?



Me hacía cientos de preguntas. Pero sobre todo... quería saber el secreto. Quería saber cómo habían conseguido llegar a esa edad, habiendo superado los baches que la vida, con toda seguridad, puso en sus caminos.



Y sentí envidia. Sana, pero envidia al fin y al cabo. Y sentí admiración por ellos.
Hoy en día, no es muy común ver a parejas que se mantienen unidas a pesar de los problemas que hayan podido tener. La norma común es: al menor síntoma de agobio, cada uno por su lado. ¿Para qué luchar? ¿Para qué esforzarse?



Dicen que la felicidad dura apenas unos instantes. Que ningún amor es perfecto. Por eso creo que debemos quedarnos con esos momentos siempre que se pueda. E intentar repetirlos.



En una relación siempre hay discusiones, roces, malentendidos. Problemas que parecen insalvables. Pero si queremos superar esos altibajos y hacerla duradera, debemos poner más de nuestra parte. Debemos aprender a ser más pacientes y tolerantes con la pareja. Ponernos en su piel para averiguar por qué actúa del modo en que lo hace.



Siempre he creido que el amor... el verdadero amor en una pareja, persiste más allá de la muerte de uno de ellos.
Por eso os digo: Nunca os olvideis de amar a vuestra pareja. Amadla cada día de vuestra vida. Pero por encima de todo, cuidadla.



Hoy os lo dice un amigo... pero mañana os lo dirá la vida.
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Foto del autor ROBERTO MUOZ
Textos Publicados: 2
Miembro desde: Nov 19, 2012
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Descripción

Palabras Clave: Paris invierno Tribeca ancianos

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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