Ni mucho menos hablarte, pero pensando en el futuro, me imaginé en tu mundo, no se me ocurrió amarte por una sola razón, eras una desconocida para mi corazón. A principio fue como una aventura, en la que las letras y las palabras buscaban entre recuerdos y momentos, viejas historias para contarte y sin ningún prejuicio te ame.
 
Como el tiempo, los deseos, las horas y los días, con una gran fuerza mi alma te llamaba, mis oídos disputaban tu voz, por eso al principio no se me ocurrió amarte.    
 
Tal vez la tristeza de nuestro adiós al momento de hacer el amor, fue el puente que nos unió. Yo me perdía en tu cuerpo, incauto por tu belleza, tal aventurero que busca entre la maleza el tesoro de una leyenda.
 
Para mi sos mi todo, y desde que te conocí no se me ocurrió amarte, sino compartir contigo todas mis alegrías y simplemente adorarte. En todo este tiempo mi corazón ya olvido esa frase “no se me ocurrió amarte”.