La era del Gravetiense (Cultura).
Publicado en Nov 24, 2012
El Gravetiense es una fase de la cultura Perigordiense de los Homo sapiens, en el Paleolítico Superior. Se desarrolló durante una fase climática fría, donde predominaban los renos y los mamuts. Abarca la Península Ibérica, Francia, Bélgica, Italia, Europa Central, Ucrania y parte de Rusia. Hay una gran unidad cultural en la industria lítica, en las estructuras de habitación, y en las esculturas femeninas, llamadas venus. Las venus evocan a representaciones femeninas, con tamaño de unos 10 centímetros de media. Su silueta presenta una exageración de los atributos femeninos. El utillaje óseo es menos abundante que en el auriñaciense, aunque aparecen los primeros objetos de hueso decorados. También aparece la cocción de arcilla. Las estructuras de habitación son numerosas y a menudo de gran complejidad, en fosas circulares u ovales, excavadas en suelo helado, delimitadas por huesos de mamuts. Esta fase, desarrollada hacia el 30.000 antes de Jesucristo, se caracteriza por la abundancia de buriles, incluso asociados a raspadores, perforadores, o a hojas truncadas. En cambio hay menos raspadores y en general son planos. Un útil característico es la llamada punta de la Gravette, de dorso rectilíneo. Aparecen también hojas de dorso rebajado y puntas de azagaya óseas. Durante el Paleolítico y en las llanuras de Europa central y Rusia meridional se individualizó la cultura gravetiense, debido a las peculiares condiciones naturales. La ausencia de cavernas les obligó a construir viviendas artificiales, hechas con palos, tierra y pieles. También eran de piel sus vestidos, que estaban trabajados con instrumentos de hueso o de marfil. Dentro de cada vivienda había un hogar. Eran cazadores, preferiblemente de mamut. El mamut es una presa grande que es necesario cazar en grupo, lo que implica una sociedad organizada, y puede que jerarquizada. Esta hipótesis se ve apoyada por la existencia de comercio con otros países. Hace 25.000 años Europa estaba poblada por personas como nosotros. Usaban las mismas herramientas, cazaban con armas iguales, lucían colgantes similares y, por primera vez, el arte -imágenes y signos cargados de sentido- era común y abarcaba el continente: El mamut era un elefante adaptado al frío. Su espesa manta de pelo y una gruesa capa de grasa conservaban su temperatura corporal aún en condiciones extremas. Con su marfil se realizaron utensilios, adornos y esculturas femeninas o de animales. Europa se pobló de figuritas de mujer. ¿Entera? No, ninguna se ha hallado aún en la península Ibérica. El Gravetiense (del 29.000 a 20.000 antes del presente aproximadamente) se extendió entre la península Ibérica y las estepas euroasiáticas; fue una gran cultura europea que desarrolló algunos matices regionales muy interesantes. Así, mientras en el occidente de Europa dominan los hábitats en abrigos y cuevas, en las estepas de Europa central y oriental, donde escaseaban estas formaciones, construyeron viviendas utilizando huesos y colmillos de mamut cubiertos con pieles. Algunas pudieron acoger hasta 30 personas, quizá una familia extensa; por ejemplo, en el yacimiento de Puskari I (Novgorod-Severskij, Ucrania) se encontraron los restos de una cabaña de 12 x 4,5 metros, construida con defensas y huesos de mamut cubiertos con pieles y en cuyo interior se hallaron tres hogares en cubeta -de 60 a 80 centímetros de diámetro- con restos de huesos usados como leña. La industria lítica –los útiles de piedra- es abundante; utilizaron principalmente el sílex por ser la materia prima con mejores cualidades para ser trabajada; se tallaba de modo preciso para extraer láminas finas y regulares con las que fabricar puntas para la caza y otros objetos de uso cotidiano. Son muy características de este periodo las figuritas femeninas llamadas “Venus”, aunque, como se ha dicho, no se ha hallado ninguna en la península Ibérica. Algunas de esas figuras fueron modeladas en arcilla, otras talladas en marfil, hueso o piedra, existiendo algunas análogas grabadas o pintadas en las paredes de las cuevas. En todas se resaltó la anatomía femenina pero casi nunca los rostros, que quedaron velados para siempre. También aparecen en los yacimientos centroeuropeos de esta época algunas esculturas de animales, como la de un león y un mamut procedentes de Pavlov (República Checa).El arte rupestre o parietal, el arte de las cavernas, es desde entonces común a Europa, desde la península Ibérica hasta el curso bajo del Danubio. Los gravetienses depuraron la técnica de trabajo del asta: mediante profundas incisiones longitudinales extraían varillas y placas de bordes rectos y paralelos a partir de las cuales construían, por ejemplo, las puntas de proyectil. Algunas de estas puntas llevaban en su base profundas ranuras o estrías que facilitaban su enmangue en un astil de madera. En el Gravetiense, Europa estaba habitada por una única especie humana -sapiens-, a la que pertenecemos. Se han documentado enterramientos de aquella época en Europa central (Dolni Vestonice, Predmosti o Brno) y oriental (Sungir); en Gran Bretaña (Paviland), Italia (Arene Candide o Barma Grande) o Francia (Cromagnon o Cussac). En esta etapa se generalizaron los ritos funerarios, lo que indica su consciencia sobre lo trascendente, así como un comportamiento simbólico y una estructura social desarrollados. Los huesos y otros restos hallados en esas cuidadas inhumaciones dan información sobre la edad, el sexo, la salud y las patologías de aquellas personas: eran grupos sociales organizados, que cuidaban de los enfermos y desfavorecidos. Algunos difuntos fueron enterrados con un ajuar imponente, vestidos con mucho adorno y acompañados de muchos objetos, lo que podría indicar la existencia de alguna diferencia social. Algunos ejemplos son significativos. Para el niño de Lagar Velho (Valle de Lapedo, Portugal) se excavó una tumba poco profunda en cuyo fondo se hizo fuego con ramas de pino silvestre. Su cadáver se depositó envuelto en una piel con los brazos extendidos a lo largo del cuerpo; en su cabeza había conchas y dientes perforados de ciervo, que quizá fueran el adorno de un gorro, y sobre las piernas se encontraron huesos de conejo y venado, todo ello teñido con ocre rojo. En la necrópolis rusa de Sungir (Vladimir), se hallaron varios enterramientos; uno de un chico de 13 años y una chica de 9 con deformación congénita en las piernas –quizá por la diabetes de su madre- resulta excepcional. Fueron colocados cabeza con cabeza, con ropas y calzado adornados con dientes perforados, y cubiertos con ocre rojo. Los cinco mil adornos que lucían suponen una gran inversión de tiempo en su elaboración, siendo también llamativa la cantidad de objetos usuales que les acompañaban, lo que hace pensar que quizás estos jóvenes destacaron por algo dentro de su grupo. En cuanto a la península Ibérica, la abundancia de cuevas y abrigos favoreció el asentamiento de los grupos humanos en la región. Aunque por ahora los yacimientos gravetienses son más abundantes en la mitad oriental (País Vasco) que en la occidental (Cantabria y Asturias), hay que tener en cuenta que en algunas fases climáticas la humedad abundante pudo remover o erosionar depósitos de esta etapa y, por tanto, provocarla pérdida de información. Durante el Gravetiense hubo periodos de clima similar al actual, otros de frío intenso y algunos más templados. Hoy sabemos que esos ciclos fueron relativamente cortos -en torno a un milenio o milenio y medio- y, como es natural, las personas, los animales y las plantas cambiaron, migraron o se adaptaron al clima de cada momento. Por el contrario, el diagrama del polen de Ametzagaina permite hablar de un clima templado y húmedo, pues hay mucho más polen de árboles -20 por ciento-, y de más especies (pino, roble, avellano, abedul o aliso), gran cantidad de polen de brezos y numerosísimas esporas de helechos, todo lo cual indica un paisaje de bosque atlántico, con árboles de hoja caduca, similar al actual. Los animales son sensibles a los cambios medioambientales y su capacidad de adaptación es limitada; su hallazgo en las excavaciones nos indica el clima del momento. Mamut, reno, zorro ártico, cuón alpino, perdiz nival... son animales que confirman un clima extremadamente frío durante algunos momentos del Gravetiense; otros, como el ciervo o el jabalí, proliferaron y los sustituyeron cuando el clima cambiaba a condiciones más templadas. Caballo y ciervo o reno eran los más cazados. También vivían en la región los grandes depredadores que hoy sólo perviven en áreas poco pobladas de Asia y África. No sería fácil compartir y competir en el mismo territorio con leones o leopardos, pues los humanos también serían presas potenciales; tampoco sería agradable toparse con el oso o las hienas de las cavernas, bastante mayores que sus parientes actuales. Lobo, zorro, lince o gato montés frecuentaban también los paisajes gravetienses y aún sobreviven por aquí cerca. Los hallazgos de estos proboscidios en la península Ibérica se limitan a alguna punta de proyectil de marfil o dentina, y a las figuras de mamut grabadas o pintadas en las cuevas cántabras de Pondra y El Castillo, o la asturiana de El Pindal. El mamut era un elefante adaptado al frío. Su espesa manta de pelo y una gruesa capa de grasa conservaban su temperatura corporal aún en condiciones extremas. Con su marfil se realizaron utensilios, adornos y esculturas femeninas o de animales. Un esqueleto completo de mamut se halló casualmente en las minas de Pámanes (Cantabria), el cual se conservó gracias a la familia Salguero, que lo donó al Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid en 1912. Los gravetienses utilizaron como materia prima las rocas duras existentes cerca de cada yacimiento, aunque ampliaban su radio de aprovisionamiento para encontrar el sílex, más adecuado para fabricar su utillaje. El sílex es la roca más usada en los yacimientos de la mitad oriental de la cornisa cantábrica. Destacan los afloramientos de la sierra de Urbasa (Navarra), Treviño (Burgos y Vitoria) o del tipo Flisch (Vizcaya y Guipúzcoa), aunque aparece también sílex procedente de las Landas (Francia). En relación con estos afloramientos se ha descubierto un número significativo de yacimientos al aire libre constituidos como talleres para su aprovisionamiento y procesado: Mugarduia Sur, Prado, Pelbarte... . Por el contrario, en la mitad occidental de la cornisa se incrementa el uso de la cuarcita frente al sílex. Aunque sea algo peor para tallar y sus filos sean menos cortantes, su empleo se explica por su abundancia en las proximidades de los yacimientos y por su buena calidad. Junto a ella, destacan variedades silíceas con afloramientos en estas regiones, como el sílex de Virgen del Mar (Cantabria) y los de Piloña y Piedramuelle (Asturias). Marfil, hueso, asta, dientes y conchas se utilizaron también para hacer objetos de uso cotidiano y elementos de adorno personal. Los animales cazados aportarían la mayor parte, pero se aprovechaban también restos encontrados fortuitamente, como cuernas del desmogue de renos o ciervos, o dientes de animales muertos. La cultura Gravetiense supone una mejora sustancial de las técnicas de talla, especialmente las vinculadas a la extracción de láminas y laminillas, logrando productos que tienden a la rectitud, la regularidad y a una forma general rectangular. Es frecuente el hallazgo de núcleos de sílex piramidales o prismáticos -con uno o dos planos de percusión- que sirvieron para la obtención de este tipo de soportes predeterminados. Los utensilios gravetienses más característicos son los destinados a la caza, como las puntas con pedúnculo para facilitar su enmangue o las denominadas puntas y micropuntas de La Gravette. Estos elementos conviven con otros tipos de herramientas empleadas para acciones cotidianas como raspar, raer, cortar o agujerear, destacando los buriles –especialmente un tipo específico conocido como buril de Noailles-, raspadores, perforadores, denticulados... La tipología y el contexto arqueológico han servido para ordenar la evolución del Gravetiense cantábrico, permitiendo distinguir una primera etapa con abundantes buriles de Noailles y otra posterior caracterizada por las puntas pedunculadas o los elementos de dorso. Por otro lado, diferencias, a veces sutiles, entre los útiles de distintos yacimientos o regiones permite establecer diferencias cronológicas o territoriales que marcan matices culturales de gran interés. El trabajo intensivo del hueso, el asta o las conchas hizo imprescindible el uso del buril, un objeto de piedra con un pequeño vértice agudo, fino y multiuso con el que hacer incisiones, perforar, raspar y dar forma a una amplia variedad de objetos cotidianos, adornos y pequeños objetos de arte mueble tallados en hueso o asta. Aparecen muchos en cada sitio, y con distintas variantes a las que se da nombre por algún detalle de su forma o fabricación: buril diedro, de truncatura, de Noailles...; alguno de estos buriles predomina según diferentes momentos, regiones o yacimientos. Por su cantidad y variedad debió ser una pequeña herramienta necesaria y polivalente, muy útil.Los “buriles de Noailles” son un producto estándar característico del Gravetiense, apareciendo en grandes cantidades en algunos yacimientos como la cueva de Isturitz (Saint Martin d’Arberoue, Francia), donde se han contabilizado 1.200 por metro cúbico de sedimento. El motivo de su producción masiva es una incógnita. ¿Para qué tantos, pues? La desigual distribución territorial de estos útiles ha llevado a algunos autores a vincular su fabricación y uso con sitios hiper-especializados en alguna actividad concreta como, por ejemplo, el aprovechamiento de plantas lacustres, aunque sus usos pudieron ser muy variados. La caza era importante en la alimentación de los gravetienses, que aumentaron su eficacia cinegética creando nuevas puntas de proyectil para sus armas. En toda Europa se utiliza el mismo tipo de puntas: las llamadas de Font-Robert (con pedúnculo) o las puntas y micropuntas de La Gravette. A medida que se desarrolla este periodo aumentan en número las formas más pequeñas, a partir de microláminas Es muy interesante lo que se observa en un taller al aire libre en el área de Tercis, al sur del departamento francés de Las Landas, donde aflora en diferentes puntos sílex de gran calidad que ha sido explotado desde el Paleolítico inferior. A partir del tipo de hallazgos en los niveles arqueológicos se sabe que la explotación del sílex resulta especialmente intensa en los momentos avanzados del Auriñaciense y a lo largo del Gravetiense. Los sistemas de producción durante este último periodo están orientados a la obtención de láminas grandes, buena parte de las cuales serán la base o soporte para fabricar las puntas de dorso del tipo de La Gravette. Asimismo, la mejora de las técnicas de trabajo sobre marfil, asta y dentina de elefante permiten fabricar en este periodo robustas puntas de lanza y azagaya (como las nominadas de Isturitz). Son pocos los objetos de arte figurativo hallados en las regiones cantábricas: un león en la cueva de El Castillo, una figura humana en la de Morín y una cierva en Antoliñako koba, todos ellos grabados sobre guijarros. Y no ha aparecido ninguna de las características figuritas femeninas: las Venus. Por el contrario, hay abundantes colgantes realizados con diferentes tipos de dientes, conchas, hueso o piedra. Algunos irían cosidos en la ropa, otros formarían auténticos collares, como el hallado en el abrigo del Cuco, cuyas cuentas aparecieron juntas y recubiertas por ocre rojo. Algunas azagayas o huesos, como costillas o metápodos, se cubrieron con pequeñas líneas incisas, a veces en secuencias ordenadas, rítmicas, que son más frecuentes en el ámbito cantábrico y en el pirenaico. Quizá testimonien observaciones recurrentes. Un ejemplo se trata de un colgante, no hay duda, pero ¿fue un adorno como parecen serlo otros? Su tamaño lo aleja de esta idea: muy pesado, y si miramos el extremo opuesto a la perforación veremos las marcas, las rayas, de numerosos golpes dados con él: es un retocador, un martillito de precisión para la talla final de pequeños útiles de sílex. Quizá sólo fue la herramienta que alguien apreció tanto como para llevarla colgada a todas partes sin riesgo de perderla. Es notable la presencia de arte gravetiense grabado o pintado en cuevas cantábricas. Las figuras y signos se realizaron tanto en la oscuridad interior como en las paredes de los abrigos de entrada, bañados por la luz del día. Destaca la concentración de manos pintadas en el vestíbulo de Fuente del Salín, o la figura femenina en el panel de fondo de la cueva de Llonín, lo más parecido a una Venus pintada. En las cuevas se representan siluetas de animales con gruesos trazos o series de puntos, generalmente en color rojo. Como todo el arte del Paleolítico europeo, también el gravetiense tiene una faceta abstracta y otra figurativa, es decir, junto a caballos, ciervos o manos, aparecen puntos, triángulos o trazos pareados cuyo significado parece codificado y desconocido para nosotros. Junto al Auriñaciense, el Paleolítico Superior Inicial presenta el desarrollo de otro complejo industrial basado en la producción de hojas de borde rebajado y que se conoce bajo el término de Perigordiense Superior en Europa occidental, y de Gravetiense en Europa central y oriental. En ambos casos, la técnica dominante está orientada hacia la producción de hojas finas cuyo borde se retoca produciendo las denominadas hojas de dorso o puntas de La Gravette. Desde un punto de vista histórico, en Europa occidental se prefiere el término de Perigordiense para marcar su relación con el Perigordiense Inferior o Chatelperroniense, al considerar que la punta de La Gravette derivaría de la punta de Chatelperron. Su ausencia en la Europa centro-oriental será la base del término Gravetiense para distinguirlos. La riqueza específica de algunos yacimientos como Dolni Vestonice en Checoslovaquia, ha postulado la creación del término Pavloviense para definir una facies concreta aunque se trate de la misma entidad. Sin embargo, como en el caso del Auriñaciense, homogeneidad no significa igualdad. Los elementos industriales de los grupos culturales del Paleolítico Superior son enormemente plásticos y durante el mismo existe una fuerte tendencia a la regionalización específica dentro de la homogeneidad técnica y económica. Su división se centra, a diferencia del Auriñaciense, en la transformación de los instrumentos líticos, comenzando por las típicas puntas de La Gravette. Éstas se dispersan desde la Península Ibérica hasta el sur de Rusia. A esta primera fase sigue otra, en la que las puntas aparecen preparadas en su base para facilitar el enmangue a un fuste, pudiéndose distinguir dos tradiciones regionales. En Europa occidental se presentan las puntas denominadas de Font Robert, con un pedúnculo marcado por dos muescas. Estas definen el denominado Perigordiense V, en el que también aparecen otros elementos extremadamente sofisticados como los buriles de Noailles. Éstos son pequeños buriles múltiples, de 2 a 5 centímetros de largo, fabricados sobre hojas de pequeño tamaño. Ambos elementos presentan una dispersión restringida aunque diferente. Mientras que las puntas de Font Robert se distribuyen desde la región cantábrica española hasta Bélgica y Alemania, los buriles de Noailles sólo se encuentran en el Cantábrico, Pirineos y Aquitania, con algunos ejemplares en la vertiente occidental de Italia. Los yacimientos de esta área son fundamentalmente en cuevas y abrigos, así como algunos al aire libre. Por desgracia, no son muchas las estructuras de habitación conservadas, aunque algunos yacimientos, como Flageolet en la Dordoña, nos permiten conocer cómo afloramientos rocosos han sido utilizados para compartimentar el espacio habitable. Correspondiente a este período es el hábitat de la Vigne-Brun (Loire, Francia). Éste presenta restos de varias cabañas cuyo contorno formaba un círculo de piedra que delimitaba un área de 4 a 5 metros de diámetro, en su interior se situaban los hogares, rodeados de piedra. Entre las distintas cabañas se encontraron también hogares sin relación aparente con ellas. Estas estructuras podrían representar la evidencia de un poblado, en el que algunos hogares como los presentes en las cabañas podrían tener usos como dar calor o luz, diferentes a los situados entre ellas, que se suelen vincular a una función culinaria, por su relación con los restos de fauna, indicando una organización general que nos permite hablar de un poblado. En la Europa oriental y al oeste de Europa central serán las puntas de muesca las características. Junto a estos elementos líticos, la industria de hueso verá un auge espectacular, con el uso del marfil de mamut como materia prima básica. La presencia fundamental de yacimientos al aire libre en esta área ha permitido descubrir algunas estructuras de habitación de enorme complejidad. Su cantidad ha permitido dividirlas en varios tipos. Así, tendríamos algunas con base de piedra delimitando la superficie, que se encuentra ligeramente rehundida; algunos ejemplos los encontramos en Dolni Vestonice II (Checoslovaquia), Mainz-Linserberg y Brillenhöhle (Alemania)y Gagarino (Rusia). Otro grupo lo forman las cabañas semisubterráneas, con estructura periférica de madera o hueso; algunos ejemplos son Molodova V6 y V7 (Moldavia), Pavlov (Checoslovaquia) o Kostienki VI (Rusia). También aparecen otras de forma alargada con varios hogares, circundadas por paravientos pero sin techo; a este grupo pertenecen Dolni Vestonice I, Pavlov I3 o Petrokovice (Checoslovaquia) o Kostienki IV (Rusia). Junto a ellas aparecen también pequeñas viviendas semisubterráneas con techo de defensas de mamut cuyas dimensiones son cercanas a la de las defensas; de ellas son ejemplos Kostienki I, Avdeevo (Rusia) o Pavlov (Checoslovaquia). Por último, se consideran los grandes hábitats construidos con intención de durabilidad; éstos se fabrican de restos de mamuts, especialmente mandíbulas, cráneos y escápulas, entre ellas tenemos Kostienki XI y Yudinovo (Rusia), y el de la calle Spadistza (Cracovia, Polonia). El aspecto más interesante es que estas estructuras no se presentan aisladas, sino que normalmente varias de ellas se agrupan para formar conjuntos que se pueden interpretar como auténticos poblados, tales como los de Dolni Vestonice o Pavlov en Checoslovaquia o Kostienki IV en Rusia. A través de esto, podemos ver cómo la vida social aparece estructurada en grupos sociales extensos, agrupando varias familias nucleares. Este modelo es, en muchos aspectos, el mismo que encontramos en el yacimiento francés de la Vigne-Brun, lo que nos hace pensar que nos encontramos ante una tendencia generalizada y no específica de esta zona de Europa. El arte se presenta ya desarrollado en este momento del Paleolítico Superior Inicial, tanto en la presencia de figuras de arte mueble, cuya dispersión coincide casi con la del Perigordiense-Gravetiense, como en el arte rupestre. En él se da, junto a la presencia de figuras animales y humanas, un gusto por la decoración de útiles de uso cotidiano, como los punzones o espátulas de Kostienki o Dolni Vestonice. La presencia de las figuras de "venus" tiene una dispersión restringida cronológicamente entre el 23.000 y el 21.000 antes de Jesucristo, apareciendo desde Francia (Laussel, Lespugue, Tursac o Brassempouy), Italia (Grimaldi, Romanelli), Austria (Willendorf), Checoslovaquia (Dolni Vestonice, Pavlov, Moravani, Petrovce) o Rusia (Kostienki I, 1, Kostienti XIII, Gagarino) lo que ha permitido a algunos autores hablar de un horizonte de venus de Laussel. Al gravetiense (38.000-26.000) corresponden representaciones de mujeres de exagerados rasgos sexuales pero sin rostros (Laussel, Francia y Dolni Vestonice, Moravia). La más antigua está datada en 40.000 años y se halló en 2008 en Hohle Fels (peña hueca) cerca de la localidad de Scheklingen, en el sureño estado alemán de Baden-Württemberg.La Venus de Willendorf (Austria) fue datada en 26.000 años. En las llanuras, el arte tomó forma portátil, con pequeñas estatuillas y esculturas a menudo de arcilla, muchas de ellas de animales. Las principales grutas que se asocian al Gravetiense son las de Gargas, Pech-Merle, la gran gruta de Arcy-sur-Cure y Cosquer. Los animales representados son sobre todo hervíboros. Los predadores están localizados en zonas menos visibles. La cueva de La Garma (Omoño, Ribamontán al Mar, Cantabria, España) tiene inventariadas más de medio millar de pinturas y grabados paleolíticos, sobre todo de animales, desde bisontes o caballos a uros o toros salvajes y ciervos, aunque también aparecen seres humanos, manos y signos primitivos. Ha sido datada en 30.000 años. En cuanto a los hallazgos líticos, destacan La Gravette y el Abri Pataud (Rabier) en Francia y Paglicci en Italia. En España Amalda VI, Antoliñako Koba, Cueto de la Mina (niveles H y G), Alkerdi 2, Cueva Morín (niveles 5 y 4) Abitzbitarte III (niveles VI y V), Fuente Salín 2, Hornos de la Peña D, Riera 1, Malladetes, Barranc Blanc, Cova dels Cendres, Cova Beneito, Parpalló. En Portugal Vale Comprido, Fonte Santa, Cabeço de Porto Marinho, Terra do Manuel. I.S. Polyakov escavó Dolní Vestonice, Pavlov, Avdeevo y Kostenki, en el río Don, hallando restos de chozas, hornos, pozos de almacenaje, utensilios y estatuillas. Es típico el uso de hueso, marfil y cuerno, debido a la ausencia de árboles en los ambientes de estepa-tundra. Con los grandes huesos y colmillos de mamuts se construían estructuras que se cubrían con pieles de animales. La doble ranura longitudinal en los artefactos, se observa únicamente en el gravetiense. El uso de puntas líticas pequeñas (lascas) reutilizadas muchas veces venía impuesto por la necesidad de transportarlas y la escasez de material. Se utilizaban fibras vegetales para elaborar tejidos, cestería, cordajes y redes, que pudieron usarse para capturar liebres y zorros. La cooperación era la clave del éxito. El centro de este estilo de vida estaba en el campamento base. El clima frío conservaba la carne, que se almacenaba en pozos. Alguien debía guardar estos almacenes. Debió surgir una división del trabajo y una especialización. Debido a la abundancia de hielo, el agua no era un impedimento a la movilidad. El lenguaje hablado debía poseer términos especializados en la caza. Los hallazgos sugieren que el trueque pudo haber tenido un papel importante. Por ejemplo, la producción de estatuillas en lugares como Dolní Vestonice alcanzó proporciones industriales. Sungir en Rusia y las cabañas construidas con huesos de mamut en Ucrania, son de datación posterior, simultánea al solutrense en el oeste de Europa. Cuando finalizó la era Gravetiense se inició la era Solutrense. Pero eso ya es otro tema... Fuentes: Diversos textos encontrados en Internet.
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