Crmenes cruzados
Publicado en Nov 24, 2012
Tendré que dar la razón a aquéllos que dicen que Dios juega a los dados sobre un tapete que es el Universo. Debe ser así, pues la policía logró deternos el día 18 de julio una vez puesta en estado de alerta por el asesinato de un par de niños, dos hermanos, los cuales aparecieron en una de las charcas de la salida norte. Este asesinato repugnante coincidió en el tiempo con la psicosis que se había despertado por los rumores acerca de nuestros poderes y nuestra maldad. Desde un primer momento la policía consideró que los asesinos éramos los siete niños no humanos y dedicó todos sus esfuerzos a detenernos.
Nosotros habíamos visto morir quemados a las dos mujeres viejas y a los niños (o fantasmas) que se nos aparecieron en el sótano de aquellas señoras. Y provocamos el fuego en defensa propia: nos buscaban también por esto. Pero aquellas mujeres nunca gozaron de las simpatías de sus vecinos por su condición sexual, por lo que su muerte no fue sentida del mismo modo que las de Joseph y Jenny Schültz, dos hermanos con los que coincidimos en los escasos meses en que acudimos a la escuela municipal. El aliento de las ansias de venganza resopló en el cogote de los policías desde el primer momento y nos cercaron en la colina Let it Be a eso de las siete de la tarde del domingo 18 del pasado mes de julio. De responder a la ira del populacho nos habrín fusilado sin piedad alguna allí arriba, pero recibían órdenes de sus superiores que querían descubrirnos antes de -si se daba el caso- darnos el paseo hacia la muerte. Por eso bajamos en hilera india por el agreste camino de la colina mientras abajo nos aguardaba un grupo de vecinos que cada vez aumentaba más en su tamaño. Los policías nos abrieron un estrecho sendero entre quienes nos insultaron, escupieron a la cara y atizaron algún golpe en nuestras cabezas y espaldas. También ex-compañeros de la escuela nos propinaron alguna patada y una chica rubia muy bonita llamada Marian me gritó "Monstruo!". Giré la cabeza hacia ella para dedicarle una mirad de castigo con mis grandes ojos claros pero ella no se arredró y me mostró su puño cerrado. La policía nos mantuvo tres días en sus dependencias. Los interrogatorios no condujeron a nada y el comisario en jefe llegó a la conclusión de que nosotros no teníamos nada que ver con la violación y asesinato de los dos hermanos. -Esto no es cosa de niños -dijo airado a un detective con un lamentable rostro lleno de granos y pecas- Ni siquiera de estos niños. El asesino es un tipo adulto, como pasa siempre. Hay un violador de niños ahí afuera y nosotros estamos perdiendo el tiempo con este grupo de raros! -acabó gritando enfurecido. Nos dejaron salir la noche del día 21, nos llevaron esposados hacia el límite territorial de la ciudad. Allí nos quitaron las esposas y el detectivo de la cara picada nos reunió en círculo a su alrededor y nos amenazó con encerrarnos "para siempre" si deambulábamos por los límites de la ciudad. -Yo no sé que coño sois y si habeis hecho o no cosas extrañas, incluso crímenes. Pero no os quiero por aquí. Iros lejos, no os queremos entre nosotros. Iros al diablo, ¿me comprendeis chavales? Los siete nos quedamos junto al letrero que decía "Bienvenidos a Friends City" pero en el lado de fuera. Todos callados. Con la mano derecha en el bolsillo de mi pantalón corto apretujaba las braguitas rojas de Jenny Schültz y le sonreía a Marian que se acercaba a nosotros por la carretera.
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