A veces la soledad es una profunda compañía que hunde sus raíces en los más hondo de nuestro ser y parece, entonces, como si todos los miedos desapareciesen y sus lugares los ocupasen aquellos recuerdos que nos vienen a la memoria para convertirnos en héroes del silencio. 
¿Es la soledad un verdadero silencio? Depende de lo que cada ser humano entienda lo que es la soledad y entienda lo que es el silencio. Si ambas cosas tuvieran una sola medida podríamos estar hablando de tristeza, pero sucede, en la mayoría de las veces, que son magnitudes diferentes y, entonces, si la soledad prevalece se produce la tristeza; pero si lo que prevalece es el silencio se produce la esperanza. 
¿Esperar? ¿Qué es necesario esperar para conocer si somos solamente una desesperación o somos una conciencia? Si la desesperación tuviese el mismo alcance que la conciencia estaríamos perdidos en el mundo de las dudas; pero sucede que tampoco tienen la misma magnitud la desesperación y la conciencia... y en el caso de que la conciencia sea superior a la desesperación (que es lo que sucede cuando somos positivos) no existen dudas, sino solamente una espera...
Quien espera no desespera diga lo que diga el refranero español (a veces encuentro refranes falsos). Pues eso es a lo que iba desde el principio de estas reflexiones. Queda demostrado, y la vida real me lo confirma, que esperar consiste en convertir a la soledad en una amigable compañía y, más allá de los límites del silencio, nos convertimos entonces en voz; en una voz que supera al vacío y nos llena de contenido tan brillante como el amor.
Buenas tardes a todos y todas...