La señorita Clara empezó a arreglar su peluquería justo después de abrir. Y no es que en ese pueblo hubiera mucha clientela. Era sólo un pequeño hobby juvenil que se apropió desde que empezó a esperar a que algún día entrara su príncipe azul.
 
De pronto entra un tipo fornido de uniforme militar. “Vásquez” decía en la marquilla de la manga derecha. De inmediato Clara lo ve irresistible. Entonces piensa en hacerle un corte gratis (y quizá más tarde un par de 'trabajos extra').
 
Ella le saluda con coquetería, él le responde cortésmente.
 
Vásquez le pide un corte militar y ella lo hace sentar en su “silla especial”. El soldado siente un rozón accidental por un lado, unas cuantas caricias por el otro, y entonces empieza a sospechar. Le avisa a su peluquera gentilmente que tuviera más cuidado. Ella sólo suelta unas risillas y continúa haciendo de las suyas.
 
Clara intenta ser cada vez menos discreta, y Vásquez se siente cada vez más incómodo. De pronto esa incomodidad se transmite a Clara, al ver que su príncipe azul no le está haciendo caso. En un momento entra en desespero ¡y decide declarársele directamente! Así lo dejará sin opción alguna ¡y sucumbirá a sus caprichos!
 
¡Y vaya sorpresa se llevó Clara cuando Vásquez le dijo, antes de salir huyendo de la peluquería, que a él simplemente no le gustaban las mujeres!
 
Su príncipe azul terminó siendo rosado; y ella, roja como un tomate.