LA HONESTIDAD OBLIGA
Publicado en Dec 01, 2012
Durante quince años de carrera, incluso antes de comenzar a ejercer, Juan Cruz siempre decía, LA HONESTIDAD OBLIGA. Así fue, basó su carrera y su vida misma en ser honesto. En el periodismo era conocido por ser implacable, honesto y recto, jamás dejo de dar una noticia, nunca acepto soborno alguno. Su periodismo de investigación era implacable, trafico, mafias y políticos deshonestos, fueron sus blancos habituales. Adquirió muchos enemigos por suerte, nunca pasaron de amenazas. Por esta razón Juan Cruz parecía creerse indestructible, sus informes seguían apareciendo en los diarios de todo el país, televisión, radio e incluso Internet se hacían eco de las impactantes noticias. Todo no fue un lecho de rosas para Juan Cruz, pues las constantes amenazas recibidas provoco el pánico en su esposa, y esta tomo la decisión de abandonarlo temerosa del entorno que la rodeaba. La vida y la carrera de Juan Cruz dieron un vuelco, pues se termino dando a la bebida, abandono cualquier contacto con el resto de la humanidad. Hasta tal punto se sumergió en el mar del alcohol y la autocompasión, que por hallarse ebrio no asistió al funeral de su madre. Algún psicólogo lo achaco al egoísmo del hijo único, lo cierto fue que él se entero recién dos semanas después, en un tenue momento de sobriedad. Fue duro para el otrora implacable periodista, pero aun así pudo salir del vicio, convencido de que ya nada tenia que perder decidió volver al ruedo. Su vuelta fue impresionante y polémica. Durante cinco mese estuvo infiltrado entre los operativos de una célula surgida de uno de los cuerpos disidentes de la policía. El primer articulo surgido de esta, provoco la muerte de editor del diario, luego siguieron una serie de amenazas donde ponían precio a la cabeza de Juan Cruz. El periodista tuvo que huir de su ciudad natal, aun así su ex esposa fue acribillada a balazos en plena calle. Juan Cruz huyo durante varios días sin poder encontrar donde estar en paz. Mientras más se internaba en el país, más controlado estaba por los grupos de narcotraficantes. Juan Cruz llego a la conclusión de que el gobierno ya no existía, los valores sobre los cuales se había fundado este país estaban completamente absorbidos por una nube de polvo blanco. Desesperanzado, volvió a tomar la botella de la perdición, durante cinco años espero sentado en un bar. La muerte se negó a encontrarlo durante todo ese tiempo. La sensación de no haber dejado huella en el mundo lo había embargado. No hay nada peor para un hombre que no haber dejado marca en el mundo, ya nadie lo recordaba. La verdad que su muerte fue muy rápida. El hombre de camisa floreada se sentó en su mesa pidió un trago de wishky, lo miro y tan solo le hizo una pregunta. ¿Y, SI DECIDES VOLVER A HABLAR? Juan Cruz no respondió, solo levanto su cabeza y le sonrió. Con las primeras luces de la mañana siguiente, la cabeza cercenada de Juan Cruz amaneció junto a otras, mirando al destacamento municipal. Curiosamente mostraba una sonrisa, sin gesto de dolor o temor. La mayoría de los transeúntes no notaron este ultimo gesto de soberbia y rebeldía, tan solo optaron por agachar sus cabezas para no mirar lo que el futuro le deparaba a ellos. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
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