Volvemos siempre de ese mundo 
donde habitamos las horas
y somos siempre...
somos...
de ese lugar llamado Sueño
como sombras del futuro. 
 
Tenemos motivos de amores
escondidos en las nubes
del recuerdo...
y algo más que relojes sincopados.
 
Por cada pulsación de un latido
somos millones de cosas
articuladas en el misterio
de nuestro pasar por la vida
en silencio...
como las ondas de una luz
que después se vuelve vida.
Somos decisiones en cada viaje
de nuestros propios anhelos.
 
¿Somos sueños?
¡Somos sueños elevados
hacia nuestras memorias pensadas!
En el alba que nos alumbra
somos el nuevo amanecer
siempre...
siempre con algo por qué existir.
 
Despertamos siempre palabras
para contar los caminos
en forma de mil sentidos...
y al volver...
nos abrazamos al verso.
Somos el beso
que siempre sigue y avanza. 
 
Abrazados al bruñido
sentir que nos acoge
caminamos un poco más
con este despertar del pensamiento:
el ilímite sentido
de existir siempre fundidos
con el venir de las horas.
 
Somos personas llegadas
de un encuentro intermundial
en el fondo de nuestros corazones.
Tal vez razones
para poder razonar.
 
¿Quién habla de tener razón
cuando nos hunden las dagas
en la espalda del atardecer?
No..
no tenemos el diapasón
para medir las distancias
pero vivimos al abrigo del sueño
y nos levantamos...
y mil veces nos levantamos...
sin heridas en el sentimiento.
 
Sólo somos el ligero camino
con las huellas marcadas de futuro
e, ilimitado sentido,
nos vamos haciendo hombres.
Nombres...
de quienes buscamos segundos
para poder entender.