IR LEJOS
Publicado en Dec 06, 2012
Expuesto a su sino, esperaba para subir a un vagón en el apeadero del Metro Balderas de la Línea 1. Con el rabillo del ojo miró el reloj electrónico y clarividente, como la época que le había tocado vivir; tiempo cuadriforme como su mente intuitiva.
Cronos incrustado en la techumbre. Los dígitos de luz escarlata indicaban que eran las 07:43 horas de una mañana insondable. El convoy tenía veinticinco minutos sin llegar, y arribaban veinticinco nuevos pasajeros cada minuto. Al otro lado, en el andén de enfrente, en el juego de vías inverso, el tren de regreso permanecía empachado, ahíto, saciado de usuarios pero detenido, en reposo; estaba inmóvil como si le manifestara a aquel hombre que esperaba un próximo traslado sin retorno. Él desmembraba su oscurantismo en un trío de niveles, el primordial era desconocer lo que tenía que saber. El segundo era conocer mal lo que conocía; y el tercero era estar al tanto de lo que debía ignorar. No aspiraba a ser el asno que había tocado la chirimía. Quería ir lejos, anhelaba otros lares. ¿Cómo lograrlo? El propósito se postergaba pues el destino rodante se negaba a irrumpir maquinal y automático. En la marquesina, sobre un fondo sonrosado, pudo leer unas letras blancas: DIRECCION OBSERVATORIO". Pero su viaje debía concluir en la terminal quietud o bonanza, y estaba decidido a llegar a una situación extrema para conseguirlo.
Página 1 / 1
|
José Orero De Julián
Luis Antonio Aranda Gallegos
Enrique Dintrans A:
Un cuento emblemático en sus planteamientos, el protagonista anhela, como filósofo, encontrar la veta de la verdad y el conocimiento, pero para ello depende además de que ciertas cosas "del sistema" funcionen. Hay toda una rama simbólica con el tiempo y con la tecnología. Es un cuento que agrada leer.
Saludos
Luis Antonio Aranda Gallegos