Bastaría sembrar un sueño

en tu profunda mirada
para ser de tu amor el dueño.

La certidumbre en la tarde
enciende lo que ya arde
en mi profundo ensueño
y es que se enciende mi empeño
de ser todo lo que expande
el paseo madrileño.

No fue mentira fingida
cerrar contigo la herida
de todo lo ya ausente.

Y en el fondo de mi mente
quedó tu beso presente
sin falsedad ni mentira.
El silencio de quien mira
era yo todo caliente
y túe eras esa lira
para el poema silente.

Un horizonte en llama
que se inicia en tu boca
y al viento va y lo proclama.

Llevarte puesta en mi alma
me devolvió es calma
que antes no conocí.
El beso que yo te di
era lo que el amor exclama
antes de saber lo que fui.

A veces siento de nuevo
que mi cuerpo se levanta
y me convierto en renuevo.

La oropéndola del sentido
vuela solo a tu nido
cual lenguaje que se expresa.
Y tengo en mis labios impresa
el beso ya repetido
de este tiempo que regresa.