VERSICULO 6:23
Publicado en Dec 07, 2012
Dicese de aquel que siendo hijo de padres ébano, nació marfil. Creció bastardeado por sus congéneres, en justo reclamo al Señor. No alcanzando el rechazo de la madre, para contentar a su conyugue, esté la lapido en nombre de la justicia del hombre. Abandonando al niño que claramente no era su hijo. Nombrado como los roedores asechantes de los desperdicios, se le llamo Druick. Desde pequeño aprendió los oficios de mendigo y ladrón, rondando tiendas y caravanas. Habiendo sido capturado varias veces por los guardias imperiales, según la ley, se le secciono la mano derecha. Según la historia, Druick quien ya era manco, se hallaba merodeando por los carromatos de un grupo de nómadas. Debido a la resiente carencia del apéndice el pequeño ladrón no poseía, todavía, su legendaria habilidad con la siniestra. Por ende se intentaba, torpemente, abrir los cerrojos de uno de los carromatos. Cuando fue descubierto por dos mercaderes, quienes entre gritos y amenazas, acorralaron al niño. Desenvainaron sus saetas para ultimar a aquel quien ejercía su noble profesión. Recostado contra la puerta del carro, lloraba y suplicaba, por su vida. Cuando, con un rechinar de almas en pena y con sed de venganza, la puerta se abrió, empujándolo hacia el suelo. La espeluznante figura envuelta en harapos provoco la parálisis tanto del niño como de los comerciantes sedientos de sangre. La anciana adivina conocida por todos los miembros de la tribu, parecía más vieja y demacrada, como si su vida hubiese durado siglos. Su rostro desencajado, ojos blancos brillantes, tez gris y vos ronca provocaba la impresión de estar oyendo al mismísimo caído. Así fue y a través del frágil recipiente promulgo la primera profecía. - De la sangre de tus enemigos, surgirá la victoria. Luego de pronunciar estas palabras, el cuerpo de la anciana callo muerto al piso y mil voces de ningún lugar gritaron desesperadas. Y así fue como Druick el ladrón, se convirtió en Druick el líder de la tribu roja. Esa es la palabra de nuestro señor, el caído. FIN AUTOR: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|