EL VAGABUNDO
Publicado en Dec 09, 2012
Soy un vagabundo, un alma solitaria cuyos demonios acompañan y atormentan en la interminable búsqueda de la paz.
Busco la absolución, el perdón, mientras sigo en este camino que no conduce a ninguna parte. Desde aquel día, desde aquella maldita discusión. Desde el momento en que las gotas de lluvia comenzaron a mezclarse con la sangre que recorría el cuerpo de mi madre. Desde ese accidente, desde ese primer grito, ese último aliento, supe que era demasiado tarde para remediar el peor error de mi vida, y me convertí en fugitivo, en vagabundo. . . Y así, yo vago. Sobre las montañas, a través de los mares. Entre paraísos y pantanos. El cielo es mi techo, la tierra es mi cama, el mundo es mi hogar. . . mi segundo hogar. . . La lluvia suele recordarme ese incidente, aquella noche fría en la que, “accidentalmente”, cometí un asesinato. Antes de ser lo que ahora soy, nadie, tuve una vida, un pasado, muchas amistades, mucha fama, muchos sueños, y una madre. . . Todo empezó cuando nací. Mi primer aliento en este mundo me dio a conocer la gran inmundicia de lugar en la que viviría el resto de mi penosa vida. Fue eso o simplemente es que siempre estuve enfermo por dentro. Mi padre me abandono unos años después de mi nacimiento, y mi madre nunca estuvo psicológicamente preparada para soportar cada segundo de dolor que le hice soportar por haberme traído al mundo. Supongo que fue mi venganza, o fue un castigo por lamentarse cada día de su vida por haber perdido a un idiota que le dejo miles de cicatrices, producto de las brutales palizas que le aplicaba sin razón. Jamás termine mis estudios primarios. Tampoco me moleste en ser alguien socialmente aceptado. Viví mi juventud como todo un rey, haciendo lo que quería, tratando a los demás como basura, viviendo con mis propias reglas y poniendo en riesgo la vida de muchos. Cierto día, a media mañana, mi madre fue confrontada por millonésima vez gracias a mis actos, y supongo que decidió, por primera vez, hacerme responsable de los mismos. Jamás en mi vida había sido enfrentado por mi madree, y me aseguraría que la primera vez fuera la última. En nuestra primer discusión, no carente de insultos, gritos y odio mutuo, impuse respeto haciendo que cerrara la maldita boca, y así le demostré quien de los 2 era el que mandaba. Salí de mi hogar dando un portazo como siempre. Tome su auto, y me dispuse a reunir a mi peligroso grupo de amigos. Para castigar a mi madre por sus actos, iba a romper mi record de infracciones y la endeudaría tanto que haría que tuviera que trabajar las 24 horas del día durante toda su vida para poder pagar todas mis infracciones. Recorrimos la ciudad durante todo el día, sobrepasando límites de velocidad, ignorando semáforos en rojo, poniendo en peligro la vida de la gente, etc. Gran sorpresa se llevaría mi madre. Aunque, de cualquier forma, se lo merecía. . . Muy entrada la noche, festejamos en un bar nuestros actos. Nos pasamos de copas, golpeamos brutalmente a varios clientes y al cantinero, y marchamos victoriosos de aquel miserable lugar. Luego de dejar a mis amigos en sus respectivos hogares, me dirigí al mío. La lluvia me acompañaba mientras, tomando siempre el camino más largo, pensaba como le diría a mi madre que su querido auto era propietario de una suma exageradamente grande de cuentas que amenazaban con echarla a la calle. Estaba a solo metros de casa. A pesar de que la lluvia limitada mi visibilidad, pude verla sacando la basura. Era el momento de hacerte saber que nadie podía meterse conmigo. Iba a darle un buen susto, haciéndole pensar que iba a embestirla con el auto. Me posicione frente a ella y aumente la velocidad. Solo una corta distancia nos separaba. Calcule bien el momento exacto en el que debería aminorar la marcha, mientras, mi madre, paralizada de terror, servía a mis propósitos. En esas fracciones de segundo, me sentía más vivo que nunca, y lamentablemente comprobaría porque. . . Muy cerca de ella, hice actuar los frenos. Pero a pesar de su capacidad, no fue suficiente para impedir que la parte frontal del vehículo golpeara con fuerza a mi madre, que lanzó un aullido de dolor antes de estrellarse contra el suelo. Baje del auto inmediatamente. Pude notar como la lluvia se mezclaba con la sangre del destrozado cuerpo de mi madre. A pesar de ser casi imposible de notar, sabía que sus lágrimas escapaban de sus ojos y se fusionaban con las gotas de lluvia. En ese momento vi reflejado en su cuerpo maltrecho cada error que cometí en mi vida, cada segundo de sufrimiento que cause a todos. Sentía como mi conciencia me aplastaba con el peso del mundo. . . ¿Cómo llegue a ser lo que ahora soy? Bueno. . . simplemente escapé. Ni siquiera me moleste en acompañarla en sus últimos segundos de vida. Muchas veces les ruego a las luces del cielo que me iluminen, mientras me pregunto el porqué. . . ¿Por qué no me moleste en ser valiente? ¿Por qué fui tan cobarde en mi miserable vida, porque comprendí demasiado tarde el daño que causaba a los demás? Desde ese día, mi única profesión es la de vagabundo. Y así, yo vago. Sobre las montañas, a través de los mares. Entre paraísos y pantanos. El cielo es mi techo, la tierra es mi cama, el mundo es mi hogar. . . mi segundo hogar. . .
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