Historias del Corazn
Publicado en Aug 12, 2009
Me encuentro en el mismo bar de hace tantos años, aunque ahora luce totalmente renovado. El cielo está teñido de celeste bien a tono con la primavera. Las palomas se posan en las mesas buscando las miguitas, su banquete más preciado. Un amigo pasa cerca mío y me saluda, chau Nacho (sobrenombre por el que todos me conocen) aunque mi nombre verdadero es Ignacio.
Mientras bebo el segundo café me pregunto ¿Qué edad tendría yo? ¿Catorce o quince? Más bien serían dieciséis, porque antes es demasiado temprano para enamorarse ; pero no me atrevo a asegurar nada, considerando que tratándose del amor el corazón madruga muy temprano, Si no recuerdo bien el «cuándo», por lo menos puedo decir con completa exactitud el «cómo» empezó mi sentimiento a manifestarse. Y mis pensamientos vuelan, miran los cientos de rostros de los transeúntes que caminan por la peatonal o recuerdan que a cinco cuadras y exactamente a esta hora, la una de la tarde, caminaba con paso decidido a esperar que sonara el timbre de la escuela y apareciera entre cientos de colegialas. No me era difícil ubicarla, aunque todas vistieran el mismo uniforme; pollera escocesa, suéter azul y medias del mismo color hasta debajo de las rodillas. Para mí era toda una mujer pese a sus 13 años. La primera vez que la vi quedé como embelesado al mirarla. Un rayo de sol se filtraba y hería la seductora imagen que parecía querer desprenderse y venir hacia mí. Se llamaba Ana. Era bella, muy bella, sola imaginada en mis sueños de adolescente cuando los primeros estremecimientos de la pubertad me causaban, al caer la tarde, vagas tristezas y anhelos indefinibles.
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