Como hormigas.
Vivo en un mundo en constante decadencia, sin forma y sin un rumbo, las muchas carreteras de la vida me han llevado a un  callejón cerrado atrapado por la amarga monotonía de una rutina sin fin; ahora estoy en una alta esquina de mi prisión opcional bajo la lluvia solo esperando a que no hubiese ninguna persona que valore su vida para saltar.


Mi sombrero en el aire y mis ropas ondeándose me hicieron darme cuenta del momento en el que mi cuerpo salto sin consultar a mi mente;  la caída libre y el impacto contra el suelo fueron inminentes.  
Despertar, con un incesante dolor que me llaga al fondo de mi alma, en un cuarto blanco con el rocío  de la luz matutina, rodeado de aparatos, cables y luces de colores, con este mendigo tubo que me mantiene vivo, lentamente fui asimilando todo a mi alrededor pero cuando me dispuse a retirar los cables me di cuenta de que mis brazos y mis piernas parecían ser solo flácidos e inútiles apéndices zánganos unidos a mi cuerpo, inmóviles; mis ojos enrojecieron y se pusieron llorosos y rompí el silencio con un grito amargo,  en mi mente solo pasaban las palabras ¨bueno para nada, ni siquiera te pudiste matar bien¨, entonces un doctor y una enfermera entraron en el cuarto, el doctor me calmo y trato de explicarme mi situación con un tono de paz para evitar que me volviera a alterar, entonces la enfermera comenzó a suministrarme algunos líquidos raros de colores,  el doctor era un hombre viejo, y la enfermera era hermosa tenia los labios rojos como la sangre, los ojos verdes como las plantas, la piel pálida como una muñeca de porcelana con cada detalle bien puesto…y su cabello, su bello cabello que bailaba al son de sus pasos cortos por los largos pasillos del hospital,  pasaron los días y los días se hicieron semanas, y yo seguía en esa misma cama como el perezoso pagado por el gobierno en el que me había convertido, le comencé a hablar a la enfermera en un intento de hacer mas agradable mi estadía indefinida o quizás eterna en el hospital.
En una ocasión durante una de  nuestras  muchas conversaciones sin sentido,  tocamos el tema de nuestra familia, yo le dije que no tenia a nadie y que todo mi vida estuve solo, aun cuando estuve acompañado, a lo que la contesto, ¨ tengo una niña, una pequeña de 11 años ella es toda la familia que tengo ahora…¨ entonces sus ojos se pusieron llorosos y rojos, ella se me acerco un  poco mas y agrego ¨…ya no se que hacer cada vez tenemos menor oportunidades, eh dado todo lo que tenia por un oportunidad para ella, necesita un donante ahora o de lo contrario morirá.  
Después de hablar con el doctor supe cual era mi única opción, fue una larga noche y los días se me alargaron con estas nuevas ideas en mi mente:
Naci sin preocupaciones, viví una vida de rutina,  y morí siendo un héroe.
-sangre, semen y vino- alfonso alejandro santiago marcos