EL SUEO NEGRO
Publicado en Dec 20, 2012
Centenares de peces habían muerto por esos días; un olor nauseabundo se concentraba en el pueblo causando irritación en las mucosas de las personas. El negro Chuito había pasado horas encerrado en su cuarto, postrado en cama el pobre casi no respiraba. -No debe tener contacto con el exterior-había dicho el doctor al terminar su visita. Su madre triste y acongojada rezaba frente al altar de los santos. En el estaba, en primer lugar por la Madre Maria de San José, el Sagrado corazón de Jesús y el doctor José Gregorio Hernández. Ella tenía mucha fe y sabía que su hijito se curaría; que saldría a correr y tirarle piedras a los árboles de mamón hasta derribar todos sus frutos. -Todavía es un niño le dijo al medico cuando ya salía de la casa. -Si señora, es verdad pero las enfermedades no perdonan edades, lo siento mucho y se marcho con el paso apurado a causa del sol que le quemaba la piel. Pero no era Chuito el único que había contraído tal infección. También doña Rosario estaba en cama a causa de una enfermedad de las vías respiratorias. Ella, al igual que chuito y otros tantos mas eran victimas de aquella epidemia colectiva debido a la mortandad y pestilencia de los peces. El mar en su ir y venir, traía nuevos olores que el viento se encargaba de llevar a todos los rincones del pueblo. Un malestar y una tristeza general se sentía. Peces multicolores eran encontrados a la orilla del mar, muertos de miedo, de rabia, de dolor. Los habitantes estaban aterrorizados y echaban la culpa al demonio y las autoridades. Ya nadie iba al mar; nadie podía hacerlo, nadie quería hacerlo. No quedaba nada de aquel paisaje que en el pasado recibía cientos de turistas que llegaban a disfrutar de sus aguas y su especial clima. Los 11 pueblerinos les esperaban cada semana con exquisiteces; platos gastronomitos del lugar preparados con esmero. Muy temprano al despertar, Chuito salía de su casa al mar y junto con su madre una de las negras mas alegres del pueblo, se dedicaba a colocar las mesas y toldos para los turistas que allí acudían a disfrutar del agua, el sol. Era su trabajo y les complacía atenderles además que ganaban buen dinero para los gastos de la semana. Era ella, la negra Florencia, así le decían. Se había hecho famosa por sus tostones de orden especial, en los cuales capas sobre capas escondían suculentos rellenos. El negocio crecía rápidamente y cada día era más prometedor. El malecón era el centro de atención de la playa; su espectacular rompe olas era escenario de diferentes actividades por parte de los visitantes. Desde allí se podía apreciar una vista sin igual del mar. Las tarántulas tenían su hogar entre las piedras, pues solo salían a la superficie por corto tiempo. Pero eso parecía haber quedado en el pasado, ahora todo era diferente desde que los peces empezaron a morir por causas desconocidas. Las razones no estaban claras y los peces seguían muriendo. -¡Es un crimen!- Pensaba Chuito en su lecho de enfermo.- A sus escasos nueve años no llegaba a comprender lo que sucedía, tampoco su madre pero sabían que era preocupante. Ya nadie iba a la playa y sus ingresos eran casi nulos. Mucha gente quería investigar el fenómeno pero nadie daba con la causa. Solo el sopor y fetidez era lo que se encontraba en el lugar. La decepción y tristeza se apodero de la gente del pueblo. El llanto se hacia presente en ellos al recordar los viejos tiempos. ¿Habría una solución?. Debían encontrarla para que todo volviera a ser como antes; limpio, bello y alegre. La contaminación había llegado al cuerpo de Chuito aquel día fatal en que caminando por la arena húmeda encontró un pez muerto, lo tomo y lo examino. Su sangre y 12 cuerpo en general se habían contaminado con el mal de los peces muertos, así le llamaban los doctores. Chuito se dormía y despertaba constantemente y ese día había tenido un sueño muy revelador. Soñó que en el fondo del mar todos los peces, los pulpos y demás seres acuáticos se habían revelado ante la constante presencia de partículas químicas en el fondo del mar. -Ya no lo resistiremos mas.-dijo el tiburón presidiendo la asamblea. Todos estuvieron de acuerdo y saltaron a la superficie, el mar colaboro con su causa y las aguas se agitaron causando destrozos en el pueblo, pero una sustancia negra empezó a correr aceleradamente por la superficie, muchos huyeron pero la ola negra alcanzo la mayoría de los seres del agua y murieron al instante; la matanza había comenzado... Asustado Chuito despertó y casi sin fuerzas se dirigió al mar. Observo la cantidad de peces muertos en la arena, eran millares. No podía creerlo, su bella playa estaba muriendo a causa del químico negro, a causa de un grupo a quién parecía que no le importaba nada. Las lagrimas salieron de sus ojos, no había esperanza. Se metió al mar, una manta negra le arropo y entre el vaivén negro de las olas se volvió a dormir. ´´DEL LIBRO DESDE LA MONTAÑA AZUL´´
Página 1 / 1
|
Laura Torless
Veo que es un cuento de una serie que has publicado. Iré leyendo los restantes y quizá será mejor comenzar por el primero de ellos.
Un saludo y te felicito por tu sensible escribir.
lourdes aquino
LIBARDO BERNAL R.
lourdes aquino