Se acabó. Esta vez voy a dar un vuelco. De hecho estoy ya volcada. Fuera líos, deslices, tropiezos en rocas, llamadas a las seis de la mañana, cantidades industriales de alcohol, cajetillas de tabaco, el olor a ceniza, el mal sabor de boca de por la mañana, las olas de resaca, la desilusión por el sexo opuesto, los ataques de rabia, el desorden de mi cuarto, y el no afrontar la vida.

Fuera ese sentimiento de culpa por besar a un desconocido. Fuera el intento de aprobación por parte de ellos. Fuera el intentar estar conectada con mil personas y a la vez con ninguna. Adiós a los quebraderos de cabeza, al quiero y no puedo, adiós a todo. Adiós incluso a esas películas que me recuerdan a un cuento de hadas, a esas historias que me hacen llorar y que, aquí no pasan, ni pasarán, en mi vida ahora no. Fuera, fuera y fuera. No quiero tener que seguir pidiendo perdón por cada paso que doy. Atada de pies y manos, gritando en una habitación llena de gente sin que nadie me escuche.

Fuera todo, quiero la desconexión, para no tenerme en llamada en espera.
No quiero preocuparme de buscar y buscar al hombre de mi vida. No voy a aguantar más mis sueños estúpidos y mis recuerdos. No quiero pensar en nada, sólo cambiar, ser yo en otra persona. Lo que sea. Pero de momento no quiero más esto. Es hora de afrontar las cosas desde otro punto de vista y que quede claro, no son propósitos de año nuevo, todo el mundo sabe que…
Esos propósitos nunca se cumplen.