Jota Jota hace un gesto con su mano izquierda, trás la espalda de Franck Louis Reynolds Black, dando a entender a Luz Celeste que se acerque despacio. Luz Celeste sale de su escondite, sin hacer ningún ruido, y después de haber oído y apuntado todo en su bloc de notas, pero guardando una distancia prudencial con respecto al dios blanco. 
 

- Ahora vuélvase lentamente... muy lentamente... a ser posible a cámara lenta... inteligentísimo gran dios blanco... porque se va a llevar una fantástica sorpresa... cuando yo le diga...
- ¡Ha llegado ya Hatun Layqa! ¡¡Qué emoción!! ¡¡Por fin puedo acabar mi Fase Terminal!!!
- No hable tanto para no gastar energías de balde y mueva la cabeza muy despacio... muy despacio... como a cámara lenta y manteniendo el resto de su cuerpo totalmente quieto. Mueva su enorme cabezón sobre el eje de su cuello y hágalo despacio o le doy un golpe mortal entre las orejas como si fuera usted un conejo, gran dios blanco. 
- No. En las orejas, no por favor. ¡Odio a los conejos! 
- Siga moviendo su cabezón muy lentamente y sin cambiar la postura de su cuerpo... algo así como la chica de la película "El Exorcista" como muy bien  debe usted recordar... ¡y no se me vaya a morir de la emoción!
 
Franck Louis Reynolds Black va girando su cabeza a cámara lenta y sin cambiar la postura de su cuerpo hasta que, al final del movimiento, descubre a Luz Celeste, más guapa, más bella y más sexy que nunca. Ella sonríe feliz. 
  
- ¡¡¡No!!! ¡¡¡No!!! ¡¡Y mil veces no!!! ¡¡¡No puede ser ella!!! ¡¡¡Tenía que haberla traído Jatun Layqa!!!
 
El autodenominado dios blanco se levanta del sillón dispuesto a lanzarse contra Luz Celeste para intentar dañarle el bellísimo rostro de un cabezazo... pero la zancadilla que le pone Jota Jota le hace caer de boca contra el suelo y pierde varios dientes de su blanquísima dentadura. 
 
- ¡¡¡Ayayayyyyyyyy!!!
- Lo siento, gran dios blanco, lo siento por su hermosa y blanquísima dentadura puro colgate... como diría un argentino... así que deme las gracias... y colgate ché...
- Te dije que no usaras la violencia, Jota Jota.
- Me dijiste que no usara la violencia y yo sólo he usado la convicción personal.  ¿Te convences ahora de que odia a todas las mujeres pero de manera mucho más radical a las guapísimas como tú?
- ¡Jajajajaja! ¿Cómo es eso de la convicción personal poniendo zancadillas?
- No tiene la menor importancia. Es un simple ejercicio que aprendí practicando artes marciales. Es la mejor y más limpia manera de partirle la boca a un mentecato y hacerle callar para siempre hasta que Dios quiera. 
-¡¡Jajajajaja!! De acuerdo. Me convenciste personalmente. Ganas la apuesta. 
- Pero no quiero el premio delante de este esperpento porque me amargaría el sabor de tus besos. Puedo esperar. Suelo llevar  razones, más o menos, aunque sea a su debido tiempo... que es como Dios manda llevar las razones. ¿Estoy loco, Luz Celeste?
- Bastante loco o quizás, mejor dicho, muy loco.
- Por tu culpa. Por haber llegado hasta aquí para defenderte.
- ¡¡Jajajajaja!! 
- Sí. Por tu culpa. Porque existes desde que naciste y como existes desde que naciste estoy totalmente loco por tu culpa. Porque si no hubiese sido por tu culpa yo... esto... ¿qué tengo que decir ahora?
- ¡¡¡Jajajajaja!!! ¿Y tú has hecho teatro con esa memoria que tienes?
- He hecho teatro haciéndole morder el polvo a un gusano como Belalcárzal.
- ¿Tú has hecho morder el polvo al conquistador de Quito que mató de un puñetazo a un burro?
- Algo parecido. Hace muy poco tiempo hice morder el polvo al viejo Belalcárzal. Casi se deja los piños contra una mesa por querer abusar de una jovencita asustada.
- ¿Seguro que te refieres al conquistador de Quito?
- No he dicho eso. Ha sido a uno que se las da de conquistador de chavalillas cuando ya ronda la nonágesima edad de la Era del Paleolítico Inferior. 
- ¡Jajajajaja! ¿Se puede saber de qué estás hablando y a quién te refieres?
- A un teatrero que le gustaba mucho hacer teatro con las chavalillas guapas. Claro que él no sabía que yo estaba al quite y... pues eso... que le quité de enmedio... 
- No entiendo nada.
- Cosas de la mordaza, Luz Celeste, cosas de la mordaza social que hace que muchas guarden silencio por miedo a las represalias. ¿Vas entendiendo ya?
- Ni jota de jota, Jota Jota
- Pues es Antonio.
- ¿Antonio? ¿Qué Antonio?
- Antonio el Viejo para no confundirle con Antonio el Joven... porque has de saber que en esas mis largas aventuras teatrales no debes confundir a Belalcárzal con Vidales... de Antonio el Viejo a Antonio el Joven hay tanta diferencia como la que existe entre  La Bruja Piruja y tú. O sea que, en situándonos en el Teatro de España, Antonio el Viejo viene a ser un carca, de carcamal y carcundia al mismo tiempo, mientras que Antonio el Joven viene a ser una especie de amigo aunque no lo parezca tanto. Bueno... ya he dado demasiadas explicaciones...
- ¡¡Jajajajaja!! Gracias, Jota Jota. Gracias por haber eliminado a este paquidermo, más bien enano físico y mental, y haber librado a todo mi Pueblo Puka... 
- Menos a los que tengan sus manos manchadas de sangre. Recuérdalo porque es importante hacer esa diferencia.
- De acuerdo. Eso se llama Justicia. Has salvado a todos menos a los que tienen sus manos llenas de sangre.
- Las manos llenas de sangre y, al mismo tiempo, las conciencias más negras que el sobaco de un carbonero. 
- ¡¡¡Jajajajaja!!!
- Bueno... ¿Y usted que dice a todo esto, gran dios blanco?
- ¡¡¡Ayayayyyyyyyy!!!
- Pero si ahora no le he tocado para nada, Luz Celeste.
- Déjalo, Jota Jota. A lo mejor es que le duele el hígado.
- Puede ser. Se le ha quedado el rostro de color amarillo.
- ¡¡¡Jajajajaja!!! Pero... ¿no ves, Jota Jota, que es que se le ha corrido la pintura de la cara?
- ¡Dios mío¡ !Dios mío! ¡Dios mío! ¡Qué de aceites y afeites baratos usan estos mendas! ¡Se corren con un simple toquecito que se les da!
- Ya está bien, Jota Jota. ¿Has terminado ya?
- De momento estoy pensando...