LAS MUJERES DE OTRO HOMBRE
Publicado en Jan 15, 2013
Me siento en un banco de una plaza a disfrutar un maravilloso libro, el cual cuenta las andanzas de una mujer de leyenda. La protagonista es un negra jetona venida del África, al Brasil colonial. Me sumerjo en su historia su increíble lucha por la libertad. Convierte su cuerpo en un arma infalible contra una sociedad reprimida e hipócrita, acaso demasiado cercana a la nuestra. La lectura es atrapante, atravez de cada pagina camino junto a ella por las selvas impenetrables de América y África. Por momentos la plaza desaparece, convirtiéndose en selva, la hermosa e indómita negra se acerca a mí. Esta completamente desnuda me cuesta prestarle atención cuando habla. Unas pocas palabras en portugués pudo distinguir.-No esta aquí conmigo debes buscarlo en otro lugar. Una estampida de gente me saca de la extraña fantasía, en la que estaba sumergido. Corro con ellos como un pollo decapitado, no se por que lo hago. Oigo un hombre al lado mió que con asentó mexicano, creo, promete un futuro mejor del otra lado del río grande. -¿Qué río…-. No termino de hacer la pregunta que me encuentro rodando cuesta abajo. Mí carrera de barril termina un charco lodoso, donde apenas se puedo nadar. Aun así lo hago nado, hasta la otra orilla. Me apresto a correr. Cuando veo una pequeña chincana, de altura no de edad, que se hacer a mí con los brazos extendidos. Primero grito como un idiota, después la escucho.-Tampoco esta aquí, debes irte antes de que lleguen los fronterizos-. No puedo preguntarle nada ella sigue hablando.-Ella te puede llevar, si tienes con que pagarle. No miro quien me espera solo corro en la dirección, que me señalo la chincana. Subo a un auto negro, allí sentada en el asiento trasero me espera una hermosa mujer. Hermosa, aunque párese una prostituta. Noto el rimel corrido de sus ojos, ha estado llorando. Estupidamente le ofrezco mí pañuelo, mojado por el agua del río. Transitamos por una ruta infinita. Hablamos intermitentemente durante el viaje, descubro que definitivamente es una mujer de la noche, aunque me deja bien en claro, hoy no esta de humor. Le pregunto donde me lleva pero solo responde con evasivas. Para mi sorpresa descubro que estamos entrando ha Buenos Aires. La noche es clara, la luna me juega una mala pasada, pues veo una mujer de capa y sobrero agazapada en una cornisa. Oigo ha mí lado a la prostituta hacer un comentario, también la ha visto.-Ella también es de él, pero no se acercara. Ya ha sufrido esta perdida, no creo que resista esta nueva perdida-. Quiero seguir escuchándola pero, con una pata de sus torneadas piernas, me arroja del automóvil en movimiento. Hago sapito en varios charcos de barro, antes de detenerme. Cuando consigo ponerme en pie, descubro que estoy en una villa miseria. Parada en el umbral de una casilla, veo una mujer gorda tomándose unos mates. Habla con un acento raro, Bha, supongo que es de Bolivia. –Seguramente busca a mí niña ella no esta aquí fue a despedirse de su padre. Esta por allí-. Luego de señalarme el lugar rezonga para si misma.-Esta niña siempre metiéndose en problemas. Corro desesperado rogando que no sea tarde. Comienza a llover las gotas tiene gusto a sal. No, no son gotas, son lágrimas de pena. Al fin llego. La veo sola parada frente a una lapida, llorando desconsolada. Es la mas pequeña de todas, demasiado pronto para ella. Para todos. Al ver la lapida no puedo evitar pensar, en que ya se ha perdido solo nos queda el pasado. Abrazo a la jovencita y lloro con ella. Entre la profusa lluvia veo aparecer un mujer casi desnuda apenas cubierta con un sobretodo marrón y un sombrero de los años treinta. -El futuro esta escrito y él nos espera allí-. Nos dice ella mientras sonríe. Yo sonrió con ella y ya no veo el futuro como un lugar oscuro. Incluso en la línea final, al borde de la nada escucho un sonido, o tal vez un nombre, Crash. Apesar de todo me llena de esperanza. Fin. Gracias Trillo. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
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