LA SEQUÍA
              La seca arrasó con todo y llegó para quedarse, decían los expertos de turno. Los pastizales desaparecieron, los animales perecieron de sed, y los habitantes de hambre. Ya no quedaban cultivos y la gente tuvo que marcharse en un éxodo que llevó años completar.
            Con la sequía llegaron los incendios incontrolables por doquier. Ni bien se apagaba uno, otro emergía como de la nada en otro rincón del país destruyéndolo todo. La enorme humareda se llevó consigo los pocos restos de vida que aún quedaban en el  país.
        Al final, el gobierno reaccionó y mandó los tanques llenos de agua acumulados durante años y que tanto necesitaba la gente. Al percatarse de que no quedaba ningún alma en pie, tiraron el agua a los ríos provocando una enorme inundación. Sólo me salvé yo y mi barco fabricado con los últimos leños que sobrevivieron al agua. Lo único que lamenté, es que nadie me va a volver a votar.