LA FORJA
Publicado en Jan 19, 2013
El acero se hunde en las brazas infernales, eleva su temperatura hasta volverse casi liquido. Brazos quemados por escupitajos de metal y carbón retiran la barra de acero alejándola de la ardiente agonía, solo para someterlo a la tortura de ser golpeado. Así sucede la masa cae sobre el acero incandescente deformándolo. En un vano intento de defensa desprende partículas, las cuales caen en la ennegrecida piel del forjador que al penetrarla producen un siseo. El victimario párese no notar las quemaduras, continua castigando impasible el trozo de metal incandescente. Poco a poco y cediendo a los golpes la barra de acero va tomando forma, moldeándose ante la mano del maestro. Repite la tarea una y otra vez hunde la barra acero en las brazas, hasta convertirse en una hoja. La tarea dura un día y una noche, detrás del forjado en las sombras los demonios ríen a placer, gritan de lujuria gozan el momento. El forjador continúa castigando al trozo de metal. Hasta que al fin consigue su objetivo lo sumerge en la piadosa agua el ardiente y sufrido acero suspira de alivio. Solo queda pasarlo por las piedras circulares. Cuando la poderosa espada esta terminada los demonios huyen espantados. Al terminar su trabajo el forjador, antes mudo, bautiza a la fabulosa arma, la saeta de dios. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
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