el parque
Publicado en Jan 22, 2013
A veces me siento y los observo a todos: observo a los pequeños que juegan en los parques, las parejas que enlazan las manos, los perritos que caminan por ahí, las aves que pasan cantando. Observo los árboles y una que otra tímida flor que apenas se atreve a saludar. Me siento y observo a los ancianos que leen los periódicos, los jóvenes que hacen ejercicio, las fachadas de las casas que se encuentran alrededor y allá enfrente, la gran avenida con su tránsito, con sus vehículos y con su smog.
En todos lados encuentro corazones, dentro de todo, sobre todo, a pesar de todo, palpitan miles de sentimientos, miles de emociones y es lo que me gusta ver, y más que verlo puedo sentirlo, imaginarlo. Casi puedo aspirar las emociones fluyendo de cada ser, dándole color a la vida, esa vida que si no se observa a detalle parece cotidiana. Me gusta sentarme aquí, verlos a todos y recrear sus historias. Cuántos de ellos aman en silencio, cuántos de ellos callan terribles secretos, cuántos. Pero más que mi imaginación reconstruyendo historias, me gustan sus estampas, esas que me hablan de la vida diaria y que sin decir nada, me lo enseñan todo. Ahí está la inocencia de los pequeños. Sus ojitos abriéndose al mundo, descubriendo colores, formas, sonrisas, formando con sus juegos la cadena maravillosa de sus recuerdos futuros. Encuentro también la ilusión de las jóvenes parejas, encerradas en su mundo, en una esfera intangible que los llena de felicidad. Cuántos de ellos formarán familias, cuántos se dirán adiós el día de mañana. Cuántos aman ahora, cuántos besos se regalan, cuántas promesas. Cuánto de eso sobrevivirá al futuro. Y si de estampas de la vida diaria se trata, me encanta descubrir de la fe de los caninos. Esos manojitos de pelos que menean las colitas, que son nobles y que nunca pierden la esperaza de que alguna ancianita les regale un pedazo de pan. Encuentro tanto en este parque que por eso me gusta venir aquí, aunque sé que cualquier pedacito de la Tierra puede enseñarnos algo, iluminar un nuevo espacio, dejarnos un buen sabor de boca, un grato recuerdo, una gran lección. Por eso, también me gusta viajar y cuando me falta tiempo o me falta dinero, tomo un libro. Me faltarán horas o monedas, pero jamás alas. Jamás inspiración, porque cualquier lugar del mundo de a de veras o del de la fantasía, puede transformarse en un bello parque.
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