Soy el chico de barrio que camina por las aceras pensando. Soy el chico de barrio que entra en los bares pensando. Soy el chico de barrio que penetra en la conciencia pensando. Soy el chico de barrio pero no el chico de barricada. Salto la barricada de los camaradas (que suelen traicionar cuando un pequeño poder compra sus conciencias y llegan a traicionar) y sigo mi caminar pensando. En mi Diario recojo mis ideas y las hago sueños. Quizás porque sigo siendo el que siempre he sido. No un chico de barricadas sino mucho más que eso: el chico de barrio nada más. Lo de las barricadas son historias contempladas. Lo que me sucede es que cuando veo la forma de actuar de los chicos de las barricadas comprendo que mi vida no es una anarquía sino un mogollón de pensamientos, un mogollón de ideas, un mogollón  de sentimientos y un mogollón de conciencias. Abro las páginas de mi Diario y me veo. Abro las páginas de mi Diario y me observo. Abro las páginas de mi Diario y me conciencio. Soy un chico de barrio nada más. Sólo un colega que sigue caminando más allá de las barricadas porque en las barricadas he podido ver y observar muchas mentiras. Cierro las páginas de mi Diario y sueño. Don Quijote hacía lo mismo o quizás algo parecido.