Allí donde la idea se hace luz; allí donde la idea se convierte en emoción; allí donde la idea se revela como un misterio; allí donde la idea deja de ser silencio; allí donde la idea expone su existencia; allí está la coherencia de la verdad. 
 
Caminando por las rutas de los pensamientos, palpitan, en el pequeño teatro de lo indecible, esas ideas que contienen el arte de explicarnos por dónde se encuentra lo que conforma lo más interesante de nuestras vidas: "lo que nunca se olvida".
 
Allí donde las ideas son piezas de algún juego interno de nosotros mismos; allí donde las ideas construyen el relato que se arma de esperanzas, de voces que llegan a la raíz de todo, de singificados imbricados en las interrogantes que dejaron abiertas los tiempos en que no conocíamos las respuestas; allí donde todo nuestro mundo se amplifica para estar siempre presente; allí puede ocurrir el milagro que hace activar el espacio que existe entre la percepción y el sentir. Percibimos y sentimos cuando las ideas nos formulan una nueva manera de mirar hacia el interior de las cosas, de los lugares, de las personas.
 
Allí donde, a la vez, las ideas distribuyen el tiempo con motivos; allí donde, a la vez, las ideas discurren por las partes íntimas de nuestras almas; allí donde, a la vez, las ideas dan vueltas sobre nuestros destinos; allí está la verdadera aventura donde intervenimos reconociéndonos en ese punto de inflexión que hace variar nuestra trayectoria y somos motor que impulsa nuestras tentativas; rotor que nos empuja a explicarnos qué clases de experiencias son las que nos convierten en algo nuevo por vivir.
 
Bajo el sueño de las dimensiones, en el pequeño teatro de lo indecible, ganamos o perdemos la proporción de vida que tenemos. Allí donde las ideas se hacen patrias; allí donde las ideas se vuelven poesías; allí donde las ideas se convierten en metáforas que nos ofrecen la capacidad de alterar lo estable; allí donde las ideas se tornan extraordinarias fantasías, allí está la sutil invitación a lo mágico.
 
Ya véis. Ya comprendéis. Ya entendéis qué es el pequeño teatro de lo indecible que alguien escribe desde siempre y hasta siempre.