Mejor actuar que delegar
Publicado en Aug 15, 2009
Hace seis años que vivimos juntos. En estos últimos meses su forma de ser ha cambiado, lo noto callado, ausente, abstraído. Elude cualquier intención de acercamiento y se abroquela en el borde de la cama, de espaldas a mi en evidente propósito de no dar cumplimiento a sus deberes conyugales.
Como todas las mañanas, preparo el café. Bebe un sorbo y levanta su portafolios. No estaba cerrado. Una cantidad de papeles se desparrama sobre el piso. Se agacha a recogerlos y con un gesto rechaza mi ayuda. Se despide y desde la ventana, lo veo sacar el auto. Pegado al zócalo quedó un sobre, intento alcanzárselo. En vano, ya se fue. La inconfundible letra de Camila, amiga de la infancia, me impulsa a leer:"Mi amor: Todo está listo. Recuerda, mañana a las 18,30 hrs. Tengo los pasajes, los pasaportes y toda la plata de mi marido, que también es mia. Nos espera una eterna luna de miel en Marruecos. Tomé recaudos para que no puedan rastrearnos. Camila". No sé cómo conduje ni cómo llegué hasta la oficina de Federico Santillán, poderoso empresario, esposo de la traidora. Su secretaria me hace pasar inmediatamente. Le doy el sobre. Después de leerlo aparenta serenidad, me abraza protector y pide que me tranquilice, él se encargará de todo. Sus empleados observan a hurtadillas cuando me acompaña hasta el auto. A las 17 hrs., con peluca y anteojos oscuros, espero cerca del embarque internacional. Una hora después llegan los adúlteros y se ubican en la sala VIP. Busco a Federico por todas partes. Inultilmente. Sin consuelo veo a la nave perderse en el cielo teñido de rojos. El regreso es lamentable, el tránsito denso y complicado. Maldigo a Federico el cornudo. Mi deseo de venganza no se concretó. Me pasa por delegar responsabilidades. Me sirvo una copa y enciendo la TV. La imágen de la pantalla y el breve relato son suficientemente esclarecedores:"Federico Santillán conocido empresario de la construcción, sufrió ésta tarde un infarto mientras conducía. Perdió el control de su vehículo que se estrelló contra un árbol, a pocos metros del aeropuerto. Su deceso, se produjo inmediatamente. Magui
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Alfonso Z P
Pobre Federico, además de cornudo, infartado y los otros, gozando de lo lindo por las
medinas de Marruecos.
Ameno relato y Federico es el primero de una larga fila de "infartados" que seguiremos
viendo en tus cuentos y relatos. Felicitaciones.
Besos: Alfonso