guilas Negras -8- (Novela y Guin para Cine).
Publicado en Feb 18, 2013
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Atilano Eros golpea en la puerta. 
 
- ¡Adelante, Atilano, que está abierta! ¡Sólo tienes que mover el pomo hacia la izquierda!
 
Atilano Eros entra en el despacho. Lleva el cabello muy bien peinado, lleno de pegamento Patrico y con un tupé que le da cierto parecido a la imagen de Elvis Presley. Parece, exactamente, un doble de Elvis Presley en plena juventud, pero ya excesivamente gordo.
 
- ¿Para qué me has llamado, Jefe?
- ¡Caramba! ¡Pareces Gray!
- ¿Me has llamado gay, intruso?
- Limpiate mejor las orejas, guaperas. Me llamo Juan y no intruso; pero no te he llamado gay, por lo menos de momento hasta que no se demuestre lo contrario. Te he llamado Gray...por lo El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde que, da la casualidad, sí que era gay. No confundas, si sabes inglés, gay con Gray. Y para tu conocimiento cultural me estoy refiriendo al personaje que vendió su alma al diablo para ser eternamente joven. Aunque creo, o intuyo, que tú no has leído "El retrato de Dorian Gray" y por eso no tienes suficiente cultura literaria para saberlo. Por lo que estoy viendo sí que pareces un poco gay pero no puedo todavía afirmarlo ni negarlo. Y tampoco me importa si lo eres o no lo eres. 
- ¿Qué demonios estás diciendo, desdichado? ¿Eres tú acaso un gay para saber tanto de ese tema?
- Escucha, mamarracho. Para saber bastante sobre cualquier tema basta y es más que suficietne con sólo haber estudiado algo sobre dicho tema sin tener por qué serlo. De pequeño, por ejemplo, estudié las Leyes de Gay-Lussac y de los gays conocí, por ejemplo, a varios como John. Tu cultura, Atilano Eros, ¿sólo se limita a Tupelo?
- ¿Estás diciendo locuras?
- No tienes ni idea no sólo de lo que dices sino tampoco de lo que piensas y por eso no sabes que me estoy refiriendo a John Gay quien inspiró a Bertolt Brecht y del cual Kurt Weill escribió la partitura de la "Ópera del mendigo". ¿Quieres seguir aprendiendo algo más que lo poco que sabes de Tupelo? 
- ¿Estás loco? Qué pasa con mi pelo?
- Por ejemplo te pregunto ¿a tí te interesa tanto el rock de Elvis Presley que le imitas en el peinado porque quieres ser como él con respecto a las chavalas?
- ¿Quién te ha dicho esa estupidez?
- Eso lo saben todas las que te conocen bien. ¿Te encanta bailar "El rock de la cárcel" de Elvis Presley pero en la versión española de Miguel Ríos, so payaso? ¿Te crees de verdad esa estupidez de que los viejos rockeros como tú nunca mueren?  
- ¿Qué diablos está está diciendo este tipo, Diego?
-¡Siéntate con nosotros! En la silla que, precisamente, está al lado de este loco... pero si te he levantado el castigo y te he llamado a mi despacho ha sido solamente gracias a él; así que por lo menos le podías estar algo agradecido.
 
Atilano Eros Amazote lanza una dura y expresiva mirada a Diego Castillejo Ríos pero no se atreve a hacer lo mismo con Juan. Así que se dirige solamente a Diego sin atreverse a mirar al detective porque ha visto que lleva, en la solapa de su chaqueta, la chapa de capitán de la Policía de Madrid. Así que se sienta al lado de Juan pero sólo mira y se dirige al Jefe.
 
- ¿Se puede saber por qué tengo que darle las gracias a este gracioso?
- A mí, mamarracho de mierda, no tienes por qué agradecerme nada. Sólo quiero instruirte un poco. No me importa ni Tupelo ni tu pelo y valga la redundancia aunque quizás no sepas lo que es la redundancia... ¿o sí sabes lo que es la redundancia de un asesino en serie ya que estás tan acostumbrado a resolver esos asuntos?
 
Atilano Eros Amazote mira de soslayo a Juan.
 
- ¿Pero estás loco del todo?
- ¿Puedes decírmelo mirándome de frente?
 
Por fin Atilano Eros Amazote se atreve a mirarle a los oojos y siente una especie de temor inconfesable pero como es un tipo duro sólo lo percibe Juan y no Diego.
 
- ¿Qué absurdo es todo esto?
- Que quiero decirte, por si no lo sabes, que Tupelo es la ciudad donde nació tu querido y amado Elvis Presley, muy famoso por "El rock de la cárcel" y otras canciones que tanto adoráis los del rock and roll y todos esos rollos de gays incluídos.
- ¡Del mundo gay no sé nada de nada!
- Exacto. Te lo estoy diciendo para que aprendas a relajarte un poco porque has entrado muy nervioso y la música amansa a las fieras. ¿Tú conoces el Vals de los Patinadores? 
- Ni idea...
- Pues rsesulta que a mí me parece que sí la has escuchado bastantes veces...
- ¿Cómo puedes adivinar eso?
- Porque para eso llevo la chapa.
 - ¿La chapa? 
- ¿No te dicen nada las chapas?
- Ya veo que eres capitán.
- Luego si te dicen algo las chapas y eso quiere decir que conoces bien "El Vals de los Patinadores". ¿O no es cierto?
- Si. No puedo mentir. Conozco muy bien "El Vals de los Patinadores". 
- Entonces, una vez comprobado esto, volvamos al principio de nuestra conversación. Yo tampoco sé nada del mundo de los gays pero los huelo a mucha distancia y huelen que apestan. Pero hablemos de Bertoltd Brecht, ese ilustre creador del teatro "brechtiano". Hablemos de la "Öpera del mendigo". ¿Has visto tú alguna vez a algún mendigo por estos mundos de la Ópera?
- ¿Mendigos en la Ópera?
- Si. Estoy hablando de la estación del metro de Ópera. ¿Conoces bien esas calles de sus alrededores en plena oscuridad de la noche? ¿Algo así como por donde camina "El fantasma de la Ópera" digamos por ejemplo?
- ¡Claro que conozco la puerta del metro de Ópera y las calles aledañas por las noches! He patrullado muchas veces por ahí. ¿A qué viene esa pregunta?
- Lo digo por los mendigos que a veces duermen por esas calles. De esos viejos mendigos que no se saben que edad tienen de lo puro viejos que son y que, a veces, como tú muy bien sabes, son víctimas propiciatiorias de los asesinos en serie.
- ¿Tengo que seguir soportando a este loco, Jefe?
- No te queda otro remedio si vais a trabajar juntos.
- ¿Qué yo voy a trabajar a las órdenes de él?
- Eso quiere decirte el Jefe. Pero antes de hacerlo quiero saber si alguna vez has tenido que intervenir en asuntos de mendigos, cuya edad no se conoce bien de lo puro viejos que son, por culpa de haber sido asesinados.
- Alguna vez... pero de esos temas no hablamos los policías más de lo normal.
- Todavía no te veo totalmente tranquilo. Así que voy a ver si consigo que te serenes antes de trabajar conmigo porque trabajar a mi lado supone soportar mucho estrés. Así que te sigo contando que esa obra es un retrato crítico de los bajos fondos que mezcla diálogos con canciones. Fue adaptada al cine por Georg Wilhelm Pabst, quien también realizó "Bajo la máscara del placer" y "Lulú". ¿Qué te parece a tí todo esto?
- Normal. Muy normal.
- Ya. Es muy normal. Si tú lo dices es muy normal. Si las uniésemos en una sola película tendríamos un producto muy interesante. ¿O no es cierto, Atilano Eros? ¿Cuál es tu segundo apellido?
- ¿Te lo tengo que decir?
- Como yo soy el capitán y tú mi subordinado me lo tienes que decir para trabajar juntos.
- Mi segundo apellido es Amazote.
- Interesante. A lo mejor me interesa alguna vez en mi vida dedicarme a hacer guiones de cine y poder escribir algo como "Las noches de Lulú" pero con escenas de amor con azotes y con el dios Eros siempre en las pesadillas nocturnas de la protagonista. ¿Tegustó mi chiste?
- No tiene ninguna gracia pero puede que sea muy gracioso.
- ¿Por qué no me cuentas tú a mí algún otro chiste que tenga más gracia, Atilano?. Por ejemplo algo relacionado con el ano de Atila.
- Sigue sin tener gracia tus chistes pero pueden ser muy graciosos.
- Para trabajar conmigo tendrás que ser más rápido de reflejos. Como yom me llamo Jua... ¿me cuentas algún chiste de Juanito?
- No conozco ningún chiste de Juanito.
- ¿No conoces ningún chiste de tontos? 
- Está bien. Conozco alguno.
- Estupendo. Ya voy sabiendo algo muy interesante de ti. Por lo menos sé que te sabes muchos chistes de tontos. ¿Y los cuentas con mucha gracia?
- Procuro tener mucha gracia.
- ¿Por ejemplo con chistes de subnormales?
- No tengo por qué responder a eso.
- Entonces... ¿estoy loco de remate y tengo que ser internado en una residencia psiquiátrica o solamente es que soy muy imaginativo e imagino lo que no existe, Atilano Eros? ¿Tú que crees?
- No creo nada de nada...
- Pues hay que creer algo de algo...
- ¿Y yo tengo que trabajar al lado de este tipo, Jefe?
- Mientras estés trabajando con él el Jefe no soy yo sino él y valga la redundancia, Atilano.
- Todavía no me has respondido si estoy loco o solamente soy un enfermo psicótico y alcohólico contando chistes sin gracia. ¿Qué soy para tí, Atilano? ¿Me quieres hacer un test de personalidad para resolverlo? Es sólo para comprobar si viendo manchas veo escarabajos o no veo escarabajos aunque sean peloteros o no tengan pelotas. ¿Sigo con los chistes o no sigo con los chistes?
- Yo sólo soy un subordinado a tus órdenes... de momento...
- Ten toda la confianza del mundo conmigo, Atilano. Si necesitas hacerme un test de personalidad para saber quién soy y cómo me comporto no te cortes ni un pelo.
- Es que no tengo ni idea de quién eres. ¡Vamos a ver, Diego!... ¿tengo que trabajar con un desconocido?
- Será un desconocido para ti pero es el mejor investigador privado de todo Madrid.
- Vamos a ver si seguimos serenando nuestros espíritus, compañero de fatigas. Te puedo contar, por ejemplo, que hacer películas eróticas con niñas que no tienen todavía edad adulta, ya que sólo son adolescentes, es muy fácil; sobre todo si después de haberlas violado se las asesina para que no hablen. ¿Has tenido también experiencias en casos de chavalas guapas que no tienen edad suficiente para ser adultas y que han sido asesinadas?
- También he conocido eso...
- Por fin  nuestro diálogo empieza a ser interesante del todo. Las películas porno son las más fáciles de hacer porque no necesitan ninguna clase de imaginación para violar a esas niñas. Sólo se necesita morbo, maldad y locura. ¿O no estás de acuerdo con eso?
- Totalmente de acuerdo. Pero... ¿se puede saber cuánto te tengo que soportar, capitán?
- No me llames capitán. Llámame solamente Juan ya que vamos a ser compañeros de investigación. ¿De verdad no se te ocurre nigún chiste de algún tonto llamado Juanito? Es que me encantaría escuchar alguno. 
- De tontos y subnormales me sé bastantes pero no de ningún Juanito.
- Entonces, para seguir rompiendo el hielo entre nosotros, te voy a contar uno que me acabo de inventar. Va Juanito, "El Olivos", al mercado a comprar olivas y pregunta... ¿por qué no lo terminas tú, Atilano, a ver qué reflejos mentales tienes en vez de realizar tantos test que no sirven para nada? 
- No se me ocurre nada.
- Pues entonces termino yo el chiste. ¡Verás que gracioso es! Pregunta ¿cuánto vale una aceituna suelta? ¿Qué te parece? ¿Es un chiste o una tontería?
- Una tontería. 
- Por eso te dije que era un chiste del tonto de Juanito. ¿Ves cómo funciona la lógica de un investigador?
- ¿Y tengo que trabajar contigo?
- Eso parece. Me han dicho que eres muy silencioso y me gusta trabajar con compañeros muy silenciosos para así poder hablar yo mucho más. Eres muy silencioso pero muy activo... ¿no es cierto? 
- Me parece que no te importa para nada saber eso. Lo que yo quiero saber es cómo te apellidas tú.
- Juan... me llamo Juan... simplemente Juan... algo así como cuando decía el Agente 007 Bond... me llamo Bond...
- ¿Quizás Juan Sin Miedo?
- ¡Vaya! ¡Parece que ya empezamos a compenetrarnos mejor! Exacto. Soy Juan Sin Miedo pero no soy Juan Sin Tierra porque no soy un extraterrestre que esté buscando su casa... y ya sabes que en asuntos de buscar tu casa a veces hay cuestiones de herencias de por medio. De esas cuestiones de herencias que nunca terminan de solucionarse... ¿Comprendes ya la diferencia entre ser Juan Sin Miedo y ser Juan Sin Casa?
- Ni idea. Yo soy solamente un policía...
- Ya. Eso ya lo sé. Pero lo que no sabes tú es que Juan  Sin Miedo fue un borgoñés hijo de Felipe El Atrevido. Para trabajar los dos juntos no tenemos que tener miedo alguno y ser muy atrevidos.
- Todavía no he aceptado trabajar contigo. Lo siento. Prefiero seguir cumpliendo mi castigo.
- Espera un poco, muchachote, espera un poco. Estás todavía muy nervioso. Yo le he pedido al Jefe que quiero trabajar con el mejor de sus hombres y el mejor eres tú. Así que sigue sentado y no te muevas todavía. ¿Y del otro Juan? ¿Qué sabes de Juan Sin Tierra?
- ¡Te repito, tiipo loco, que sólo soy un policía nada más!
- Ya lo sé. Eres un número solamente. ¿No se llaman a los policías simples algo así como números?
- Exacto, Juan, les llamamos solamente números.
- Gracias por la aclaración, Diego. Es solamente un número pero es el mejor de todos los números... así que tranquilo también tú, Diego, porque prefiero dialogar con mi nuevo compañero de aventuras sin intermediario alguno. Así nos vamos a conocer mejor.
- ¡Que te repito, tipo absurdo, que no voy a trabajar contigo y que ahora estoy castigado y no puedo ejercer durante tres meses! Estoy fuera de circulación. 
- Despacio, Atilano, despacio... no te embales como Van Looy para no terminar como Cardoso.  ¿No te gusta tampoco este chiste?
- Lo soporto por lo de la chapa que llevas en la solapa.
- Si quieres renuncio a toda clase de chapas y hablamos de igual a igual y de la manera que tú propongas. Ya sabes a lo que me refiero a hablar de la manera que tú propongas, boxeador. ¿O no eres un boxeador con los pobres jóvenes que caen en tus manos por un miligramito de más o un miligramito de menos? Hablamos como personas pero si quieres hablamos como boxeadores ya que te gustan tanto los guantes de onzas. ¿Renuncio a las chapas y dialogamos como si fuéramos animales los dos? ¿Qué te parece si, de repente tú eres Luis Folledo y yo soy Fred Galiana pero sin ninguna clase de chapas por medio? ¿Dialogamos como seres humanos convertidos en personas o dialogamos como personas convertidos en boxedores ya que es un idioma que te gusta a ti tanto?
- ¡De eso nada, Juan! ¡He sido yo el que te he nombrado capitán y las chapas las pongo o las quito yo!
- Está bien, Diego... pero es que a mi compañero le parece que le molesta que se toque el tema de las chapas.
- Está bien. Me rindo. Trabajaré a tus órdenes.
- Pues sigamos sabiendo quiénes somos lo dos. Resulta que Juan Sin Tierra era el hermano que traicionó a Ricardo Corazón de León para que nunca lo olvides y lo tengas muy dentro de tu cabeza. ¿Comprendes ahora, ya por fin, la diferencia que hay entre Juan Sin Miedo y Juan Sin Tierra? ¿A cuál de los dos crees que me parezco yo? ¿Al hermano que traiciona o al hermano que no tiene miedo ni a su propio hermano?
- Supongo que a Juan Sin Miedo.
- Muy bien. Ya estás bastante tranquilo y empiezas a reaccionar como yo quiero sabiendo que nos vamos a enfrentar a un salvaje asesino en serie. Jamás se me ocurriría a mí desear, por ejemplo, la mujer de mi hermano, como dice la Biblia, ni ninguna otra riqueza material de mi hermano ni intentar destruir a mi hermano inventando falsos defectos mentales, falsas costumbres éticas y falsos vicios morales. Todo eso es muy importante para que sepas con quien vas a trabajar y quien va a estar a tu lado. Yo seré, en esta investigación, el que evitará que ese asesino siga atormentando a todo Madrid y tú me ayudarás a conseguirlo. Yo seré Juan Sin Miedo. ¿Y tú? ¿Quién deseas ser tú en este caso? ¿Acaso El Vengador? ¿Te gusta el apodo de El Vengador?
 
Juan saca un cigarrillo y se lo ofrece a Atilano Eros Amazote pero éste no lo acepta.
 
- Imposible. ¡No voy a trabajar contigo ni por todo el oro del mundo!
 
Juan se intoroduce otra vez el paquete de cigarrillos dentro del bolsillo de su chaqueta.
 
- Eso es tirarse un excesivo farol de mus, Atilano, y quiero que nunca olvides que yo también sé tirarme esa clase de faroles... sobre todo cuando se juegan órdagos a la grande... porque a las chicas a mí no me interesa jugar para nada ya que jugador de chicas es perdedor de mus. Si alguna vez quieres ganar jugando limpiamente al mus te recomiendo que no te tires faroles con las chicas. Así que no vas a trabajar conmigo por todo el oro del mundo porque Deigo no te va a pagar ni un sólo céntimo más de tu sueldo. El que va a ganar bastante dinero en esta ocasión seré yo. Porque tú trabajas por la obligación de ganarte el sueldo que ya está determinado en un contrato laboral y yo trabajo solamente por el placer de trabajar por un dinero que pido yo y que no está determinado en ningún contrato laboral. ¿Comprendes ya por qué sí vas a trabajar conmigo para ganarte tu sueldo, que es tu obligación, y no por todo el mundo del oro que sólamente sería una avaricia descomunal?  Conozco muy bien cuando estoy hablando con alguien que sería capaz de traicionar hasta a Jesucristo con tal de ganar prestigio dentro del Cuerpo de la Policía de Madrid. ¿No serás tú uno de esos, verdad Atilano? Quizás hasta, desupués de todo lo que vamos a investigar, puedas trabajar de extra en una nueva versión de "Las edades de Lulú".
- ¿De extra enn una nueva versión de "Las edades de Lulú"? ¡Ni hablar! ¡¡Estás loco de remate!!
- Otra vez con la tonta cantilena de siempre. Pues resulta que el que grita como un loco eres tú y no yo.
- Quiero decir que no voy na trabajar contigo nunca.
- Nunca digas nunca, Atilano Eros Amazote. Resulta que sé rematar muy bien... quizás mucho mejor que tú... y no te estoy hablando solamente de fútbol porque... ¿conoces otra forma de rematar que no esté relacionada con el fútbol?
- ¡Claro! ¡¡Es evidente!¡ !!!Soy policía!!!
- Pero no chilles tanto que se van a enterar todos los de la Puerta del Sol incluídas las chavalas que estudian en la Academia Cima y hasta el muñeco del Tío Pepe. 
- ¡Estás totalmente tocado de la cabeza! ¡Es que no de te has dado cuenta de que prefiero cumplir con mi castigo antes que salir a las calles a trabajar a tu lado!
- No, Atilano Eros Amazote, no. Yo he pedido que te levanten el castigo y te lo han levantado. Así que estás obligado a cumplir con tu obligación porque para eso eres el mejor de los policías y ladrones. ¿No recuerdas nuestros juegos infantiles de policías y ladrones?. Está bien. Supongo que lo recuerdas pero ahora yo soy el que puedo elegir trabajar a tu lado o trabajar sin ti pero tú no puedes elegir.  Tendré el placer de trabajar con el mejor de los mejores para aprender bastante.
- ¡¡No!! ¡¡Prefiero cumplir con mi castigo!!
- ¿Es que eres masoquista, Atilano?
- ¿También sabes algo del masoquismo?
- No tanto, Atilano, no tanto... pero... por ejemplo..  sé cosas de Masoch. ¿Sabes tú algo de Masoch?
- Ni idea.
- Fue el padre del masoquismo y tienes que saber que estaba especializado en la perversión sexual en la que una persona experimenta un placer asesino con el dolor que le aplica a otra persona... quizás por eso está tan de moda ese sádico asesino que está atormentando a todo Madrid porque está imponiendo el masoquismo en las calles de esta ciudad. Y si el masoquismo se recrea en la perversión sexual no digamos nada de sadismo, que lo inventó el Marqués de Sade y que es un comportamiento sexual anormal en cuanto a lo de infligir sufrimientos a otras personas para conseguir excitación o satisfacción sexual... así que resulta que ya tenemos un retrato robot muy interesante de este personaje al que tenemos que descrubir entre tú y yo. ¿Sabías que el sadismo puede ser curado y que se inicia en la niñez o en la adolescencia por culpa de que de niño alguien ha sufrido alguna clase de violencia sexual por parte de un adulto? Con esto ya tenemos más completo el retrato robot del asesino en serie que tenemos que detener. En cuanto a un sadomasoquista, que ya es demasiado por cierto, está más loco que Carioco... y resulta que nos vamos a enfrentar con un sadomasoquista.
- ¡Ostras, Juan! ¡Qué rápido eres!
- Que no te preocupes por mi, Diego. Que todo esto nos puede conducir a atrapar a ese asesino en serie que tiene desesperados a todos los habitantes de Madrid, sean madrileños o no lo sean; pero todavía no tenemos nada de nada... por lo menos muy importante... salvo solamente una hipótesis que me sirve como base nada más. Por eso necesito la ayuda de Atilano.
- Está bien. Veo que no tengo más remedio que trabajar contigo. ¡Dime cuál es el plan a seguir!
- Tranquilo, Atilano... hay que templar y saber mandar como en la fiesta de los toros... ¿tú has querido ser alguna vez torero en tu infancia?
- Alguna vez...
- Pero te asustó una vaca...
- Supongo que lo has adivinado de casualidad.
- Supongamos que sí. Que lo he adivinado de casualidad. Pero resulta que yo también quise ser torero aunque no recuerdo de haberme asustado ante ningún mihura. Así que trabajemos como dos toreros que están en un mano a mano a ver quien descubre antes al asesino en serie... y de esta manera nos divertimos mucho más.
- ¿Cuándo nos ponemos en acción, Juan?
- Espera un poco nada más. ¿Te gusta cazar o te gusta pescar?
- La caza se me da mucho mejor.
- Ya. Pero caza mayor o caza menor.
- No sé por qué me preguntas eso.
- Es que quiero aclarar que, dentro de la caza menor, a veces hay quienes matan a piezas inocentes que no son precisamente apropiadas para la cacería. Por ejemplo, digamos que gorriones que no hacen daño a nadie. ¿Vas comprendiendo con qué clase de asesino nos vamos a enfrentar?
- Ya. Te voy comprendiendo.
- Eso. Me gusta que seas un hombre de pocas palabras. Para hablar ya estoy yo. Entonces, como ya tienes tantas ganas de entrar en acción, quedamos aquí mismo con todos los aparejos de caza para ver si logramos atraparle pronto.
- ¿Quedamos aquí mismo, Juan?
- Lo importante no es dónde empezamos sino dónde acabamos. ¿De acuerdo, Atilano?
- ¿Puedo saber por qué tenemos que quedar aquí?
- Por si acaso... ¿Sabes a lo que me refiero con esto de por si acaso?
- Lo comprendo. Quieres decir por si acaso nos amenaza algún peligro.
- Eso es, Artilano. Ese tipo puede estar enterándose de lo que hablamos.
- ¿Quieres decir que existe algún chivato aquí dentro?
- No te fíes de todo el Cuerpo de Policía. Se lo he dicho al Jefe y ahora también te lo digo a ti.
- Ya.
- ¿Solammente ya? Creí que te iba a impactar más saber eso, Atilano.
- Solamente ya.
- ¿Sin ningún comentario más con lo interesante que son los comentarios?
- Sin ningún comentario más.
- Qué lástima. Los comentarios vienen a ser como la salsa de los estofados. Un estofado sin salsa es anodino y una conversación sin comentarios es muy opaca. Eso lo he aprendido participando en tertulias por ahí...  por diversos puntos geográficos de este Madrid de neustros amores... pero si no quieres no importa porque ya tendremos tiempo de comentar todo lo que tengamos que comentar... ¿o no estás de acuerdo en que una investigación sin comentarios es una investigación sosa y además hasta sosa cáustica?
- Ya comentaremos.
- Bueno. Pues puestas las cosas ya en marcha te espero aquí mañana mismo a las 8 de la mañana en punto a ver si descubrimos al chivato que nos espía. Y debes estar en punto porque yo no espero más de la cuenta salvo a mi chavalilla que, en ese caso, estoy incluso dos horas antes en el lugar de la cita para ver si me es fiel o me engaña con otro. ¿Y tú? Cuándo se trata de citarte con chavalillas y ver si te son fieles...  ¿eres puntual?
- Yo no espero ni un minuto ni a mi padre.
- ¡Olé, los toreros valientes! Ya digo yo que va a ser una corrida muy especial. Un mano a mano. De momento ya me acabo de enterar que no esperas ni un minuto ni a tu padre. Bien va el asunto. Yo sin embargo soy diferente porque puedo esperar lo que sea que tenga que esperar para ver quién me es fiel y quien me traiciona, digamos por ejemplo un tal Alberto Delgado Veguillas De las Villas "El Tirillas", un macarra nada más al que ni tan siquiera le hice caso porque no merecía la pena ni ayudarle a salir de la mierda en que estaba metido. Ten cuidado con los toros, Atilano. A un toro como este asesino hay que saberle esperar porque si te precipitas te empitona sin que te hayas dado ni  cuenta. Te lo digo para que sepas algo que en la Policía no os enseñan como se debe enseñar pero que los investigadores privados sabemos por genética propia. ¿Sabes lo que diferencia la genética de un asesino de la genética de un investigador?
- Ni idea.
- Pues que el asesino solo desea matar desde que nace y no sabe calcular el tiempo que necesita esperar mientras que el el investigador solo desea saber, desde que nace, qué le ocurre al asesino para que sea tan animal y para eso sabe esperar lo que el tiempo diga que debe esperar. 
- Pero yo soy un policiía implacable con los asesinos. 
- ¿Eres también implacable dejando plantadas a las chavalillas que llegan con un sólo minuto de retraso?
- Sí. Mi oficio me conduce a eso.
- Pues entonces espero que mañana no te retrases ni un minuto a nuestra cita.
- Eso es. Así me gusta trabajar a mí.
- Espero no retrasarme yo un minto pero si me retraso un solo segundo... ¿podrás esperarme sólo un segundo?
- Está bien. Contigo haré una excepción.
- Malo, malo, malo. Muy malo es eso de que hagas una excepción ni conmigo ni con nadie. Eso es un errror. Llegaré mucho antes que tú y yo te esperaré el tiempo que sea. Así somos los dos totalmente coherentes con nuestra forma de ser. ¿O se dice carácter?
- Se dice carácter.
- ¡Olé, olé y olé con los policías que tienen tanto carácter! ¿Y yo que creía que era solo una forma de ser? Creo que voy a tener que volver a repasar libros de psicología humana para entender esas diferencias. ¿Lees tú libros de psicología humana?
- Aplicada a mis trabajos, sí.
- Vaya, vaya y vaya. Eso está muy bien para cumplir a la perfección con tus trabajos. No me va a quedar más remedio que seguir admirándote como el mejor de todos, Atilano. Estoy seguro de que cuando te levantas de la cama yo ya me he levantado mucho antes cuando tengo un caso que resolver... porque resulta que entonces no tengo tanto carácter como tú y sufro de insomnio... ¿tú sufres de insomnio alguna vez, Atilano Eros Amazote?
- Nunca.
- Pues resulta que de mí han dicho que soy sonámbulo y que me movía mucho en la cama. ¿Tú de verdad crees que yo soy sonámbulo y me muevo mucho en la cama o es alguna mentira inventada por algunos con turbios intereses de hacerme pasar por sonámbulo y nervioso? Por si te sirve de algo, me ocurrió en la infancia.
- ¡Qué extraño eres, tío!
- ¡También! ¡También me han dedicado ese piropo en cierta ocasión festivalera! Claro que como era la chavala de otro pues no la hice ni puñetero caso... ¡jejeje!... ¿no te ríes nunca, tipo serio?
- No me gustan tus chistes.
- Lo que sucede es que quien tiene boca se equivoca y te has equivocado esta vez... porque no son chistes sino realidades de cosas que dijeron contra mí.
- ¿Contra tí?
- Si. No he dicho sobre mi, lo cual sería muy de agradecer, sino contra mí... lo cual es de mucho más agradecer todavía... porque me hace más famoso en el entorno familiar...
- ¿Y de verdad estás preparado para detener a ese asesino en serie?
- ¿Tú que crees, Atilano? Tú vas a ser mi compañero de trabajo y me interesa tu opinión. ¿Cres que estoy capacitado o que soy un incapaz como si yo fuese un hijo tonto?
- No respondo.
- Está bien. Respondo yo por ti. Cuando detengamos al asesino ya responderé yo por ti porque en boca cerrada no entran moscas. Esto sí ha sido un chiste. ¿No te ríes?
- No es gracioso.
- Ya. Supongo que tú harás mucha gracia a tu madre contando chistes contra los inocentes subnormales que ningún daño le hacen a nadie y yo, sin embargo, sólo consigo que se ría mi abuela contando chistes que no atacan a nadie.
- Sólo te digo que yo soy exacto.
- Exacto. Exacto es lo que yo estaba pensando. Eres tan excacto que a tu madre le debes hacer mcuhísima gracia. Hasta la haces abrir la boca de lo maravillada que la dejas. Sin embargo a mi abuela, que es muy silenciosa y no abre tanto la boca, le hacen mucha gracia mis ocurrencias. ¿Se te ocurre algo?
- ¿A quñe te refieres?
- A que si se te ocurre algo por dónde empezar este asunto...
- Yo sólo sé que mañana tengo que estar aquí a la 8 en punto de la mañana.
- Algo es algo. Para empezar es una buena idea a ver si descubrimos a alguno de los espías que nos estará esperando. No sé de que nos va a servir esa idea pero, al fin y al cabo, es algo. Empezamos a cranear mañana a las 8 de la mañana. Claro está que todo lo haremos dentro de lo reglamentado y de lo que está permitido por las leyes.
- ¿Qué insinuas ahora?
- No te pongas nervioso porque sea un asesino muy peligroso. No insinúo nada. Sólo te hago saber que, aunque tengamos las manos libres para actuar, no podemos rebasar lo permitido por vosotros mismos. Yo no tengo ningún problema pero tú si que lo tienes. Y muy grande además.
- ¿A qué te refieres?
- A que yo no tengo problemas en hacer las cosas con total libertad y como a mí me plazca mejor pero tú si tienes que ajustarte a lo que os ordena vuestra reglamentación laboral y por eso todavía no le habeís cazado. Sé que es una ventaja a mi favor pero prometo no abusar de ella.
-¿De quién?
- De la libertad... ¿estabas pensando otra cosa?...
- O sea... ¿que vamos a trabajar sólo dentro de lo permitido?
- Sí. Nada de abusar de ella.
- ¿De quién?
- De la Ley. ¿O estabas pensando e otra cosa?
- ¡¡Me estás poniendo nervioso!!
- ¡¡Pues no te pongas nervioso!! ¿Ves cómo yo también tengo carácter muy acentuado, Atilano? Lo que sucede es que tu carácter es más átono, quiero decir atónito, y el mío es más tónico, o sea mejor de tonalidad porque chillo menos que tú.
- ¿Podemos trabajar con alevosóa?
- Ni lo intentes.  No está permitido por vuestro Reglamento. Asi que ni lo pienses. ¿Sabes quién descubrió de verdad las Américas? 
- No me gustan las Américas.
- ¿Y las americanas?
- Sólo las chaquetas. Las mujeres no.
- Vaya gusto más burgués que tienes, Atilano. A mi sin embargo me pasa todo lo contrario. Me encantan las mujeres americanas pero no soy de los que usan demsaido las chaquetas que tú llamas americanas. Pero quien descubrió en realidad las Américas fue Dios y no Cristóbal Colón como dice falsamente la Historia. ¿Crees en Dios?
- Soy agnóstico.
- Pues para que lo sepas como dato cultural, aunque no sea un dato para tus creencias o tu falta de creencias, fue Dios quien descubrió las Américas prrque fue Dios quien creó América.
- No lo sabía.
- Pues ya dice el refrán que a la cama no te irás sin aprender algo más, aunque seas todo un completo agnóstico que nos sabes ni quién eres ni, por supuesto, quién soy yo. Cosas de Dios, compañero Atilano, cosas de Dios.
- ¿Todo esto de Dios me lo cuentas para despistar?
- No. Para despistar no, sino para darte pistas. Cuando comencemos a trabajar te lo explico.
- ¿Me estás ocuitando algo, Juan?
- No te oculto nada, Atilano... ya te enterarás por qué cito a Dios en todo este asunto. Ahora sólo ten en cuenta que aquí el capitán soy yo y tú solamente el mejor de los números. O sea yo sólo llego a ser un 8 pero me basta y sobra para ser capitán y tú llegas a ses hasta un 10 pero no consigues ser más que el mejor de los números. Esto te lo hago saber porque si tú mantienes tus distancias para conmigo yo también mantengo mis ditancias para contigo. ¿Me estás entendiendo?
- Sí.
- Excelente. Lo has entendido a la primera. Esto va a funcionar bien.
 
Atilano Eros Amazote no sale de su asombro pero acepta que él sea el subordinado.
 
- De acuerdo.
- Pues hasta mañana. Te espero a las 8 en prunto de la mañana aquí mismo. Yo, sin embargo, estaré  ya aquí desde las 5 de la madrugada.
- ¿No te da miedo caminar por las calles durante las madrugadas?
- ¿Por qué tendría yo que tener miedo de caminar por las calles durante las madiugadas? LO he hecho miles de veces.  ¿Existe algún motivo que yo desconozca para no poder caminar por las calles cuando a uno le dé la real gana?
- La Ley dice que no hay ningún motivo que lo impida si estás respetando las normas cívicas y de convivencia.
- Pues entonces.
- Pero de verdad no te da miedo...
- De verdad no me da miedo sino que me da risa cuando camino por las calles oscuras y en las madrugadas. ¿Qué te parece, policía número 10?
- No tiene gracia.
- Si lo llegas a decir tú en vez de haberlo dicho yo seguro que tu madre se parte de risa.
 
Atilano se queda otra vez totalmente sorprendido y callado antes de reaccionar.
 
- Hasta mañana, Juan.
- Vete por la sombra y hasta mañana si Dios quiere, señor agnóstico. ¡Qué cruz, Señor, qué cruz!
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela y Guin literario de Cine al mismo tiempo.

Palabras Clave: Literatura Novela Relatos Narrativa Guin Cine.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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