La noche mas larga de mi vida.
Publicado en Feb 22, 2013
Había sido un día muy ajetreado, no podía mas, anhelaba delirantemente llegar a mi casa y poder estar recostado sobre el colchón de mi cama. No aguantaba más la pesadez que colgaba de mi nuca, moría de sueño, el cansancio había logrado gobernarme por completo, desde la punta de las uñas de mis pies hasta la cumbre de cada uno de mis cabellos. Juraba entonces estar tan cansado que ni el rugido de un león a mi costado lograría deshacer la inmensidad de mi cansancio.
Por fin llegué, comenzó a llover justo al abrí la puerta principal de mi apartamento, entre y sucesivamente abrí la puerta de mi habitación, al fin pude ver frente a mí y después de un arduo día a esa atractiva cama seduciéndome, pensé en la comodidad, me senté sobre ella, sin pensarlo más me quite mis botas con ávida impaciencia, sentí al aire refrescando mis acalorados pies, sucesivamente y con la misma impaciencia me despoje de mis ropas sudadas por el trabajo, hasta lograr quedar solo con los calzoncillos, y como un pez que ha a estado mucho tiempo fuera del agua y regresa a ella casi poco antes de morir, así yo me escurrí por debajo de las cobijas de mi cama, me acurruque desmesuradamente y deje caer rendida mi cabeza sobre esa almohada, la cual juraría estaba hecha de un material sumamente suave y divino. Permanecí envuelto entre las cobijas durante un muy extenso lapso de tiempo y aunque disfruté fugazmente de un instante mágico de confort y descanso, no deje de escuchar en ningún momento la insoportable gotera de mi techo interrumpiendo al silencio, todo hubiera estado mejor si no hubiera llovido, sin embargo llovió y por lo tanto me encontraba soportando este martirio. Me había jurado que no duraría ni diez segundos sin que el cansancio me derrocara; pero no, había pasado ya bastante tiempo y yo seguía despierto, con los ojos cerrados dirigí entonces mi mirada hacia el centro de mi frente, intentando dejar mi mente en blanco y conciliar el sueño, sin embargo, seguí escuchando el palpitar de las gotas cayendo dentro la cubeta que según yo había puesto para evitarme ver al día siguiente un charco de agua, al parecer cada vez que el vacio de la cubeta recibía el golpeteo de cada una de esas gotas dentro de ella, resonaba un efecto de sonido aun más insoportable, al caer sobre el fondo de la cubeta se formaba un eco. Intenté olvidarme de las gotas por un momento, me propuse nuevamente a dejar mi mente en blanco, pero sin querer comenzaba a extraer pensamientos sin importancia alguna, mi cabeza se convirtió de momento en una exposición de pintura, pues estaba repleta de imágenes mentales que revoloteaban en mi cabeza como pájaros sin rumbo, provocando así mismo un desgaste metal perturbador y era justo cuando creía estar dormido que abría los ojos y me veía ahí acostado tan aturdido e incapacitado para conciliar el sueño. De estar tanto tiempo acostado y sin poder dormir, me dio sed, me levante de la cama somnoliento, abrí la puerta de mi recamara, baje la escalera y me dirigí a la cocina, tome un vaso de cristal de la alacena y vacié un poco de agua en él, tome bastante hasta que sentí mi vejiga llena. Giré mi cabeza en círculos al sentir mi cuello tenso, le di un ligero masaje y volví a subir la escalera, entre a mi habitación y me acosté nuevamente en mi cama, intente dormir, al parecer el millar de gotas de agua de lluvia que se filtraban por el techo y que se suicidaban una por una dejándose caer dentro de la cubeta, habían dejado de hacerlo, la molesta gotera se había callado. Pensé entonces que podría ahora sin problemas cerrar mis ojos y permitirme dormir. Bostecé, y buscando una nueva postura, me recosté boca abajo, como de costumbre alcé mi pierna izquierda flexionándola en un ángulo de noventa grados de forma que mi vejiga quedaba oprimida con esta extraña posición, tal posición me parecía particularmente cómoda, así permanecí durante un tiempo considerable. La noche se hizo eterna y con los ojos cerrados pero aun sin poder dormir, sentí la impertinente necesidad de ir a orinar, trate de contenerme. A un costado mi lámpara encima del buro de madera, la encendí. La luz me parecía incomoda, me encontraba con mis ojos ya medio nublados por el efecto que da la vista cuando se ha permanecido mucho tiempo con los ojos cerrados, además de la pesadez en mis parpados. Aquellas eran ya muy altas horas de la madrugada y aun seguía con la impotencia de no conseguir dormir. Aquella situación comenzaba a parecerme algo cruel y altamente corrosiva, por un momento creí que el amanecer me alcanzaría antes de que yo pudiera alcanzar a conciliar mi sueño. Volví a levantarme de la cama, no aguante las ganas de ir al baño, había tomado demasiada agua y por lo mismo, no logre esperar al amanecer para querer expulsarla. De una manera casi sonámbula abrí la puerta de mi habitación y baje otra vez las escaleras, encendí torpemente la luz del sanitario, asome mi miembro por encima de mis calzoncillos blancos con el fin de orinar, para este instante yo me sentía ya muy desfallecido y con milagros alcanzaba a orinar dentro de la boca de la taza de baño, para entonces orinar se había convertido en un difícil tiro al blanco. Sentía la vejiga poco a poco desahogándose hasta que finalmente sacudí un poco mi extremidad y subí mis calzoncillos. Jale de la palanca, enjuagué mis manos ligeramente y me propuse a volver a la cama. Antes de apagar la luz y salir del baño, sin querer me vi en el reflejo del espejo y observe mi rostro exhausto, mi cara mostraba un notable cansancio, las venillas oculares estaban obviamente inflamadas, mis ojos estaban ya rojos e hinchados, se marcaban un poco las ojeras debajo de ellos, apague la luz y me decidí con obstinación a dormir, aquella situación era enfermiza. Sin duda esta había sido la noche más larga de toda mi vida, pensaba dentro de mí mientras cerraba la puerta. Justo cuando me dispuse a subir y dormir, al tiempo que colocaba mi pie descalzo sobre el primer escalón, escuche sonar trémulamente el timbre, yo definitivamente estaba fulminado, el sonido de aquel timbre a tales horas me parecía una verdadera grosería, mientras me planteaba a mi mismo quién podría estar molestando siendo de madrugada. Me espere un instante aún con mi pie sobre el escalón con ganas de subir a dormir y omitiendo la idea de ir a abrir. Al no escuchar sonar nuevamente el timbre, me decidí a subir otro escalón, fue entonces que volví a escuchar aquel sonido llamando a la puerta, indudablemente yo estaba arto y aquel sonido lograba irritarme aun más, pues con el sueño y la jaqueca que para ese entonces ya tenía, aquel chirrido resonaba como sirena de ambulancia chillándome en la oreja, de verdad no soportaba mas este fastidioso cansancio, mi cabeza estaba a punto de reventar, mis pies se doblaban, mis manos eran definitivamente ramas secas sin fuerza alguna, no aguantaba más tanta pesadez en mi cuello, mientras volvía a sonar el roñoso timbre a la puerta y yo para entonces era una torre gemela derrumbándose de cansancio, aquella noche era eterna y yo al parecer no dormiría. Me decidí de mala gana a ir y abrir la puerta, sosteniéndome en mi cabeza la indolencia y la irritación, poco antes de llegar a la puerta volvió a sonar el insolente timbre, aturdido, gire deprisa la manilla de la puerta, abrí y fue justamente en este momento cuando… … Logré abrir los ojos, me encontraba acostado sobre mi cama sin tener siquiera una cobija encima, aun con mis botas puestas y vestido totalmente. Volví a escuchar aquel insistente sonido tan perturbador que instantáneamente se había reducido a la alarma de mi despertador, al parecer me había quedado profundamente dormido. Bostece y al sentirme tan descansado comprendí que había dormido ya lo suficiente. Nunca había dormido tan bien, reí dentro de mí, estaba totalmente relajado, me levante de la cama, apague la alarma, estire un poco mis brazos al mismo tiempo que bostezaba nuevamente de satisfacción, gire mi cabeza de un lado a otro, decidido, me propuse a prender el calentador, darme una buena ducha e ir a trabajar. Mi descanso aquella noche había sido arduamente placentero, sin duda alguna, aquella noche había sido la más larga de toda mi vida.
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antonia
Werz Muiz Luna
Mariposa
Gustó mucho Werz... Saludos
Werz Muiz Luna
Mariposa
GLORIA MONSALVE
quizas el protagonista de esta historia pudo dormir.... pero pudo descanzar?.. cuando en un dormir profundo hay esta clase de sueños seguro la mente y el mismo cuerpo despierta bastante agotados....la manera como le has dado un final me parece que se sale de lo que uno espera leer al final, pero resalto que es tu ingenio para culminarlo...
me ha gustado bastante la forma como llevas tu historia, logra atrapar al lector y estar a la espectativa de que sera lo que va a pasar... adema adornada con limpios detalles que la hacen acogedora...
me gusto bastante, me atrapo y la disfrute.
un abrazo
Werz Muiz Luna
GLORIA MONSALVE
un abrazo