El medallon del Mago Capitulo 02
Publicado en Mar 05, 2013
Capitulo 2
Chicago, Estados unidos, 14 de Junio 2011 6:40 AM La puerta del restaurante Neon’s se abrió. Una joven alta y rubia atravesó la estancia. Tenía el cabello recogido en una coleta y vestía un abrigo negro, que cubría gran parte de su cuerpo. Se encaminó a pasos agigantados por las mesas y llegó a una mesa, que se hallaba en la parte de atrás. Un joven de gafas oscuras y cabello rubio, alzó la vista hacia la chica. —Creí que no ibas a venir —comentó el joven mientras la mujer se acomodaba en la silla. —Bueno, pues aquí estoy —dijo la mujer. —Como sea. Te he pedido… —se interrumpió, mientras la mesera se acercaba hacia ellos. Era una chica alta y pelirroja, que llevaba un mandil y una gorra roja con el sello del restaurante plasmado en la orilla. Se acercó a la mesa y preguntó: — ¿Qué van a ordenar? —Una taza de café —pidió la chica. La camarera lo anotó en su libreta y se volvió hacia el chico. — ¿Y usted? —Lo mismo que ella —respondió él. La mesera garabateó y se alejó. La chica musitó: —Bien, ¿Qué estabas por decirme? El muchacho la miró entornando los ojos. —Es sobre el medallón. — ¿Qué pasa con él? El joven se inclinó un poco y susurró despacio: —Necesito que me digas si has encontrado la información que te pedí. —Si —añadió ella—, la he encontrado, pero lo que te voy a decir. No te va a gustar. El joven frunció el ceño. — ¿Qué quieres decir? —Una vez que llegues al lugar donde te diré. Tendrás que dejar que el medallón se quede con la persona que lo tiene, por nada en el mundo se lo puedes quitar —dijo ella en un hilo de voz apenas audible. — ¿Por qué? —demandó él. —Cuando la veas lo sabrás —le dijo. —Es una chica —el joven levantó las cejas—. Una chica tiene el medallón. —Lo siento, eso es todo lo que te puedo decir —dijo la chica. —Odio cuando haces eso —le comentó. La mesera pelirroja regresó con una bandeja, colocando dos tazas de café sobre la mesa. — ¿Desean algo más? —preguntó la muchacha mientras alzaba la libreta. —No, muchas gracias —dijo el joven, sacudiendo la cabeza. La muchacha cerró la libreta, se dio la vuelta y volvió a sus quehaceres. El joven la siguió con una mirada sonriente. Su compañera lo vio y soltó una risita en voz baja. — ¿Qué? —el chico pareció sorprendido. —No has cambiado nada, ¿eh? —dijo, deslizando una mano en un bolsillo de su abrigo, y sacando una papel doblado—. Pero en fin, aquí está lo que estas buscando, y recuerda lo que te dije, el medallón debe quedarse con la persona que lo tiene. Quizás esa persona sea la única capaz de protegerlo. El muchacho alargó la mano, tomó la nota y se incorporó. —No sé a qué te refieres, pero lo haré —le aseguró, guardando la nota. Sacó un dólar y lo dejó sobre la mesa. — ¿Te vas? —levantó la vista la mujer. —Sí, nos vemos luego Lucy —se despidió y salió del restaurante. Afuera el cielo comenzaba a cubrirse de nubes grises que amenazaban lluvia. Se oyó el ruido de un trueno y el soplo del viento. El joven se dirigió a un callejón desolado y abrió la nota que la chica le había entregado, y leyó: La chica se llama Elisa Hamilton. Vive en México, Nuevo León. Estudia en el colegio Oxford. Su colonia es Weston, calle 456. No olvides lo que te dije. Nos vemos, y buena suerte. Y recuerda que nunca hablaste conmigo. Un beso, tu querida amiga Lucy. El joven dobló la nota y la metió en el bolsillo de su pantalón. Miró hacia ambos lados del callejón. No hay nadie, pensó. Cerró los ojos y murmuró unas palabras en un lenguaje extraño. De repente, una ráfaga de viento lo rodeó como si estuviera en medio de un tornado. Una ventana que se encontraba detrás de él se rompió, y el faro de la esquina estalló, y un instante después, el joven desaparecía, dejando una neblina oscura tras él.
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