"LOS CAPOS DEL NARCOTRFICO" -ALBUM: LA VERDADERA HISTORIA DEL ALTO HUALLAGA.
Publicado en Mar 05, 2013
CAPÍTULO I NARCOTRÁFICO Y LA LEYENDA DEL ALTO HUALLAGA (1981)
Después de los operativos “Mar Verde”, dictaminada por el gobierno militar; allá por los años 1979 a 1980, con el objetivo de erradicar las plantaciones de coca sobre el margen derecho del río Huallaga, en las zonas de Tingo María, Aucayacu, Ramal de Aspuzana, Nuevo Progreso, Uchiza. Éste, pasó a ser el centro y base principal para la comercialización de la pasta básica de cocaína (PBC) Las naves colombianas aterrizaban y despegan a diario, los “Cocadólares’’ corrían a raudales, así como también, las armas de contrabando. Muchos “Capos” de la mafia entre peruanos y colombianos se disputaban la supremacía del control general de “La blanca”, por eso, solía ser común ver muertos tirados por las carreteras, flotando por el río o asesinatos a plena luz del día. Unos que otros narcotraficantes tomaban el control general del “Negocio” pero, no duraba mucho tiempo. Los demás “capos” le hacían pagar con sangre tal osadía. En medio de la lucha interna, como ajustes de cuentas y asaltos con muerte incluida, también tenían que vérselas con los “Soplones”o algunos periodistas que entraban de incógnito para ganarse con el negocio de la droga, y así obtener un buen reportaje para la televisión, de pasada ganarse una jugosa suma,por el “Dedo” tirado a los narcos. Por las constantes muertes, y los rumores de la llegada de avionetas “Coloshas” (colombianas), cargados de “verdes” (dólares); entraban a Uchiza, los “Umopares”, un comando especial antinarcóticos de la GCP (Guardia civil del Perú), pero se decía que era auspiciado y dirigido por los norteamericanos. Este comando UMOPAR, (Unidad móvil de Patrullaje Rural) poco o nada podían hacer ante esta realidad. Desde el momento que de la carretera Marginal, cruzaban el río Huallaga, al poblado de Santa Lucía, más de un lugareño con sólo verlos, corría la voz de la presencia de los uniformados, por ende desaparecían los narcos, la mercancía y todo aquello que pudiera comprometerlos. Ese tiempo para cruzar o “chimbar” el río Huallaga, tenían que hacerlo sobre un puente móvil de tablones de madera, remolcado por dos o tres botes con motores fuera de borda, eso según el tamaño de los vehículos. De Santa Lucía, había un tramo de nueve kilómetros a Puerto Huicte, Cruzando el río Uchiza, a diez kilómetros estaba el poblado del mismo nombre. KATALINO SKALANTE Altivo y dominante a punta de sangre y bala llego a ser el “Capo” entre los “Capos”. Su carácter frío, calculador, perspicaz y sanguinario contrastaba con la fisonomía de sus finas facciones. De complexión delgada, de metro 1.68 cm estatura, piel clara, cabellos lacios y dóciles, cara ovalada, sus cejas pobladas y nariz recta con algo de perfil griego; era como se dice, un hombre apuesto sin mencionar sus ojos pardos. Nacido en Uchiza, hijo de la familia Skalante Talvo. Emigrantes de la serranía de Huánuco, provincia de Dos de Mayo, distrito de Huacrachuco. Quienes lo conocieron, cuentan que cuando apenas era un adolescente daba muestras de su personalidad fría, calculadora e implacable, y su innata destreza con las armas. Siempre que bajaba de Cruz Pampa (lugar donde vivía), a bordo de su poderosa motocicleta rumbo al pueblo de Uchiza, “al vuelo” de un certero balazo en la cabeza aniquilaba a los perros, que le ladraban o también, por el simple hecho de demostrar su puntería. “Uchiza pueblo pequeño, pero de fama muy grande. Ahí dicen, nació Katalino Skalante Se hizo un mito y siguió adelante Que fue mafioso; hay quiénes dicen, Altivo y dominante, errante y vagabundo Lo castigó su mundo, con traición y con ventaja, Sin perdón y con mortaja…” A comienzos de 1982 Katalino (a) “Kato” se consolidó como el máximo líder de todas las “firmas”, desplazando a un tal Cevallos, cosa que los demás “capos’’ tuvieron que guardar distancia, someterse a las reglas de “Kato” y sus sicarios. Conquistar tan codiciado pedestal, no le fue nada fácil, pero su pasmosa sangre fría para asesinar y su desmedida ambición, fueron argumentos suficientes para tal poder. De eso puede dar crédito su antiguo patrón llamado “El Ganso”, un colombiano patron de una firma, que dio trabajo a Katalino, sin imaginar que aquel jovenzuelo de 20 años, un día terminaría acribillándolo a balazos para dejarlo boyando en el río Chontayacu. Uchiza, un pueblo pequeño, situado al margen derecho del río Huallaga, perteneciente al Dpto. de San Martín, en la selva alta del Nororiente del Perú, contaba con cuatro calles principales, tiendas comerciales, hoteles, bares y un mercado de abastos. Toda la infraestructura se concentraba alrededor de la plaza de armas; ahora cogiendo el margen derecho, se encontraba el caserío de Pampayacu y el puente de troncos que atravesaba el río del mismo nombre, que sólo distaba a un kilómetro. Los otros poblados más cercanos e importantes de Uchiza, eran Cruz Pampa y Chontayacu, desaparecida por el aluvión en el invierno de 1982, al desbordarse el río la cual, arrasó y sepultó a muchas lugareños. Los cuerpos de los infortunados fueron rescatados después por sus familiares y amigos, trasladados para el velorio común en la plaza de armas. Fueron tantos los fallecidos, que las camionetas no se abastecían para transportar sus fúnebres cargas. Los sobrevivientes del aluvión, nunca recibieron asistencia o apoyo del estado, sólo la Cruz Roja se hizo presente con donativos, carpas y alimentos. En homenaje a los desaparecidos, el grupo musical “Los Dexters”, compusieron una cumbia titulada “Tragedia de Uchiza”. Las entidades privadas y estatales, brillaban por su ausencia; excepto la alcaldía, la parroquia, el Centro de Salud y la comisaría compuesto por ocho policías, comandada por un sargento. Todos ellos indiferentes a las actividades de los mafiosos. Además, habitualmente pasaban el tiempo, chismeando, jugando una partida de Póker o bebiendo. En algunos casos, hacían el cumplimiento de su deber esporádicamente, a regañadientes, enchironando a un borrachito escandaloso o un chule que le robó a su patrón y cosas parecidas. Pero en caso de ser solicitados sus servicios por un “Capo”, sin pensarlo dos veces se adherían a los sicarios, para brindar seguridad a las “narcoavionetas’’, por el cual eran muy bien recompensados con cuantiosos billetes verdes. Había que llevar las cosas en paz y con sabiduría, anteriormente algunos oficiales, fueron muertos por no aceptar la coima de los narcos, o en su ambición por pedir cupos más altos. Pasaba casi desapercibida una entidad bancaria privada, situada a media cuadra de la plaza de armas. Era una simple construcción de madera color verde y amarillo, techada con planchas de calaminas ya oxidadas, muy deterioradas por el sol y la lluvia. Encima de la puerta se podía leer BANCOOP Esa humilde sucursal del Banco Nacional de las Cooperativas, (Hoy desaparecida) haciendo un balance semanal ¡Cambió más cantidad de dólares que cualquier banco próspero de Lima! Así lo dio a conocer más de una vez el prestigioso noticiero matutino de RADIO ORIÓN y RPM (enero de 1983). ¡Era el poder de los “Cocadólares”
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|