Si lees esto, he muerto Cap I
Publicado en Mar 05, 2013
Hace unos días empecé una investigación, pensé que sería rutinaria, lo mismo de siempre en el periodismo; un cuerpo, un culpable, yo, mi cigarro, mi redacción y listo, lo de siempre, no había nada más que ver en esta Lima, -la horrible-. Todos los días me levanto a las 7:30 am para ir al diario, mientras me baño y tomo café en la misma taza sin lavar desde hace una semana.
Todo parece normal, salgo a la calle y me dispongo a tomar el metro hasta la avenida Arequipa, -siempre hay demasiada gente- mientras que veo pasar a la policía que otra vez nos para a pedirnos el DNI. Los miro y se lo entrego, ellos lo escanean, no escucho lo que dicen, porque estoy con los audífonos puestos, hasta que otro oficial me los saca y me dice que tengo que renovar mi identificación, les respondo que lo haré, ellos toman mis datos y dicen que 10 sectarios escaparon y que cualquier información que sepa, se las haga saber, me río y asiento con la cabeza, seguido de un “claro oficial”, me entregan el DNI y me voy. Por fin dentro del metro, a mi lado los adolescentes uniformados esperan con ahínco el día de la “transición democrática”, cada 19 de marzo de cada año es la segunda fecha más importante en nuestro calendario, aparte del 28 de julio. Ya estoy acostumbrado a tener a mis vecinos, tocar mi puerta preguntando sobre la “transición democrática”, si es verdad, que la enseñan en cada escuela y es obligación de cada peruano saberla, yo la sé porque soy aficionado a la historia y soy periodista. A mis 24 años no viví lo que pasó en 1990, durante la guerra de los 7 días, pero sé un poco más. 5 minutos más que el resto, pero esos 5 minutos, son los 5 minutos que nadie leyó en sus libros o Tablet. Sin embargo aún sigo pensando que hay más que esos 5 minutos, que algo esconden, algo que el gobierno no dijo, algo que escondió y que nunca salió a la luz. ¿Va bajar? Escuché dentro del vagón, -sí, claro, disculpe- dije, y le di permiso. Mi trabajo, está cerca, subiendo la escalera eléctrica, pensaba si a la señora que vende, quinua y pan con camote no se le habría acabado, revisé mi billetera y no tenía el dinero suficiente, no importaba, tenía tarjeta, me salvó la mañana. Las temperaturas en el invierno de Lima han bajado más de lo habitual, llegan los 13 o 10 grados, y tomar un vaso con quinua es lo más parecido a la gloria a las 8:00am. Siempre me encuentro con otro periodista de la competencia, pero no hay de qué preocuparse, porque él está en deportes y poco o nada le interesa lo que pasa en policiales, salvo que un jugador muera en un tiroteo, o un sectario lo haya secuestrado. George McLain, me saluda y pregunta como estoy, no le digo sobre la investigación que haré, quizás ese dato si lo de a los de su diario, sonrío y le digo que bien. Él me enseñó que ahí vendían ese desayuno de carretilla, son muy buenos y te alimentan bien, quedo con MaClain para tomar unas chelas saliendo del trabajo. Como la mayoría de jóvenes de nuestra edad que aún están solteros, les llega una notificación del Ministerio de Salud, del área de salud eugenésica. A él, ya le llegó la notificación a la puerta de su casa y correo personal. Me despido y sigo mi camino. Camino hasta el trabajo, y entro a la oficina, pongo mi huella digital en la puerta para entrar, ni bien me siento y prendo mi computadora, viene mi editor, José Velaochaga, me mira, y prende su cigarro, lo antojo pero no fumaré hasta más tarde, me dice que quiere hablar conmigo, me hago el sorprendido, no creo que me despida o me mande a cubrir la guerra civil en Venezuela. -Sabes que se viene el 19 de Marzo ¿no? –Preguntaba mi jefe -Sí, claro, me sé historia desde que nací, ¿Por qué? –Le pregunté, quizás haciéndome el webón. -jaja, Porque serás tú el que escriba la central para ese día… se lo que dirás, tendrás a los miembros del Gobierno y quizás hasta el mismo Canciller te de unos minutos, no sabes como la mayoría de periodistas te están envidiando conchesumadre. -¿Me estás jodiendo? ¿Yo soy de policiales, no de culturales, estás webón Velaochaga, no jodas, búscate a otro? -Él que no va joder eres tú, eres él que más sabe de esta huevada histórica, dale, tendrás un bono especial ¡Qué dices! -Lo hago por mi país Velaochaga, por mi país… -Las huevas, Cortés, lo haces por la plata, te falta ¿no? -Unos cuantos soles, nada de qué preocuparse, de verdad. -Putamadre, Cortés, cuantas veces tengo que decirte que si te falta plata, yo te puedo prestar, eres un buen amigo, en fin… oe, tienes 15 días para presentarlo, ni un día más. Esa tarde fui de comisión a ver lo que siempre veo, pensando que iba redactar, tenía que ser, la nota, darle esos 5 minutos de más, pero que más podía poner, que nadie haya puesto. Que durante 1970 a 1990 fue la guerra interna, luego que las elecciones del 90 se vieron opacadas por la “transición democrática” luego de otra guerra de 7 días… eso todo el mundo lo sabe. Pero aun así entré al almacén, donde todavía hay papel periódico impreso, seré sincero, ya no me acuerdo de ese material, pero si se cómo se lee un periódico, es un poco antihigiénico, pero te ayuda a ver el mundo como lo veían los antiguos colegas en el siglo XX. Fui hasta el estante de 1990, pero giré la cabeza hasta dos años antes, 1988, tenía que ver la guerra en todo su esplendor, como nota puse que más de 52 periodistas de Prensa Activa perdieron la vida en 20 años de guerra comunista. Abrí el primer diario, empecé por el primero de enero del 1988, como recibimos el año nuevo en Lima, con toque de queda, y más de 60 muertos tras un atentado. Fue cuando el peruano perdió la fe en la diplomacia y en sus senadores. Hay que reconocer que la Lima de ese siglo era demasiado injusta, porque los senadores y congresistas no participaban de la guerra, eran ajenos a ello, salvo un grupo de políticos que se hacían llamar “el látigo” un grupo de políticos aristocráticos peruanos que prácticamente reunió a un grupo de mercenarios para dar caza a los cabecillas comunistas, que poco a poco estaban dejando de recibir dinero y poder por parte del narcotráfico, que era su principal fuente de ingreso. “El látigo” era el principal problema de los narcos, para mediados de 1989, ese grupo paramilitar acabó con casi la mitad de ellos, en las selva peruana. De ese grupo de políticos, la mitad murió en “la guerra de los 7 días” en 1990, los otros están presos en la prisión de máxima seguridad, El Frontón y los otros, están viejos y olvidados, viviendo fuera del Perú y otros 5 aún están viviendo fuera de Lima. Ellos mejor que nadie saben más que 5 minutos de la historia del Perú, quien mejor que ellos que me cuenten la otra versión de la “transición democrática”. Juan José de la Torre, Iván Bogdánov, Jorge Bravo Arenas, Michael Austerlitz, y Fernando Marshall Carrión. Esos 5 hombres, los últimos políticos vivos de esa época, están dispersos por el Perú, ellos vivieron en carne propia la guerra de 7 días, en donde según la historia dice, todo cambió, y por fin el pueblo pudo confiar en el Gobierno. Porque el Gobierno es firme, no se equivoca y es justo. Han pasado 32 años y hasta ahora muchos han callado, quizás sea yo que al leer esto me esté condenado a que la policía secreta “lechuzas” me persiga, me de caza y me mande a un campo de reeducación. La verdadera historia estaba solo al voltear la página del periódico de 1988. La que quería mi editor era la que la gente siempre escuchó, la que quería mostrar era la que ni yo mismo sabía. Me dijeron que el periodista siempre busca la verdad, creo que ya se la respuesta, voltearé la página del periódico del 15 de mayo de 1988.
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