Deseos de Una Dama
Publicado en Mar 06, 2013
Ella quiere que la bese. Y le deje su sabor en la boca. Cerrar los ojos y desatarse al piélago del placer que sabe que Él va a proporcionarle.
Ella quiere que la toque con sus manos, lugar donde sus lunas gemelas encontraron la cuna de calce perfecto. Ella quiere que sus cimas se yergan incitando a su amante a devorarlas cual infante. A su cuerpo aferrarse, sus caderas danzantes, en un vaivén frenético que no es más que una súplica para llenar un vacío. Ella anhela que sus dedos, sus dedos ágiles toquen las puertas de su cielo, acariciando un capullo que florece y con rocío demuestra su goce. Ella anhela que Él la pruebe, que su sonrisa misteriosa y sus ojos caobas se pierdan en la curvatura descendente de su cuerpo. Que saboree la escencia exótica de mar, salina, como una lágrima que se resbala de la punta de sus pestañas en el momento del clímax. Ella quiere sonreirle. Con la satisfacción marcada en sus facciones y hacerle saber que sus atenciones son más que sólo bien recibidas. Ella quiere corresponderle, hacerle perder la cordura, mientras lo monta, lo somete, lo adora, como sólo ella podría hacerlo. Ella rasga sus vestiduras, mientras la impaciencia hace mella en su subconsciente, sabiendo que su tiempo es limitado y negándose a creerlo. Ella le da la bienvenida en su cuerpo, un cuerpo que cual instrumento sólo Él puede hacer cantar. Ella comienza la emotiva cópula, con vestigios de nostalgia aferrándose a sus caderas... las manos de su amado. Ella le lleva a la catarsis y se pierde junto con él en las entrañas de su averno celestial. Ella llora en sus brazos, desesperada ante la imposibilidad de amanecer a su lado. Mientras que él la aprieta contra sí como si nunca fuese a soltarla. Ella se levanta y se viste... y ambos regresan al mundo real donde aún no pueden pertenecerse.
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