LURRA Y LOS KURT ADAM
Publicado en Mar 14, 2013
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Estaba en un bosque verde, con árboles frondosos… Lleno de luz y de sombras y que olía a añejo, a viejo, pero lozano también; a tierra renovada, húmeda, nueva. Olía a flores en botón, a gotas de rocío, a musgo fresco y a tierra fértil.
Iba caminando en compañía de 4 amigos, pero de alguna manera, estaba ausente, vaporosa, etérea… A momentos sentía una presencia peligrosa, y mi cuerpo difuminado se materializaba para, momentos después, volver a disolverse en el aire.
Sentía esa presencia extraña, amenazante, pero al voltear a ver a mis acompañantes,  parecía ser la única en percibirla. Observaba a los lados, atrás de mis hombros, volteaba a ver las copas de los árboles, intentando encontrar eso que me tenía inquieta. Nada... no había nada.
Pero entonces llegamos a un paraje yermo y súbitamente sentí sobre mis hombros un peso que mi cuerpo no pudo aguantar... escuché aterrada un rugido ensordecedor y sentí sobre mi rostro un aliento caliente y asfixiante.
Cuando me di cuenta, media docena de lobos estaban sobre nosotros, yo sentí la mordida punzante de los colmillos de una de esas bestias sobre mis manos, mi pecho, mi cuerpo entero. Trate de pelear, de resistir, pero era imposible hacerlo contra algo 10 veces más poderoso y fuerte que yo. El dolor era inaguantable, y aunque mi garganta se desgarraba en mil jirones tratando de gritar, ni un solo sonido, ni un quejido, ni un susurro ahogado salió de mi boca. Mi cuerpo se movía en una danza caótica de desesperación, pero mientras más luchaba, el cuerpo cálido y peludo del lobo se enterraba más en mis costillas. Temblores incontrolables vibraban no sólo en mi cuerpo, sino en mi alma entera… Y supe que iba a morir… Al entender esta verdad, dejé de oponer resistencia, y cuando lo hice, cuando dejé de luchar, entonces sentí que ese peso abrumador que tenía sobre mi cuerpo, flagelándome, desaparecía...
Las bestias se habían ido tan rápido como habían llegado, pero todos estábamos seriamente lastimados y asustados. Observaba aterrada mis manos ensangrentadas y veía con terror las profundas heridas que los colmillos habían dejado en mis palmas temblorosas. Comenzamos a caminar, primero sin saber bien a donde, pero después, como seguida por mi instinto, comenzamos a caminar a una parte del bosque que para mí era familiar; aunque nunca en mi vida había estado ahí.
Cuando llegamos ahí donde me sentía segura, nos encontramos de frente a un gran árbol, tupido de ramas y hojas verdes... Sentía una calidez acogedora y arrulladora... Y a lo lejos escuchaba una voz queda, pero profunda y hermosa, que cantaba en un idioma ininteligible y mágico… Mis párpados empezaron a pesar y mis ojos se fueron cerrando contra mi voluntad, sumiéndome en un intenso letargo.
No se cuanto tiempo paso, pero al abrir los ojos sentí que había sido una eternidad... En un principio todo era oscuridad, pero cuando me acostumbré a la penumbra, pude ver que estaba en presencia de una hermosa mujer, etérea, pálida; de pelo largo, lacio y blanquecino.... traía un vestido azul, muy sencillo, pero que enmarcaba su belleza de manera mágica.
Al despertar, ella tenía sus ojos posados en mí, como escrutando en mi interior. Sus ojos agudos pero bellos me atravesaban el alma y no tuve que decirle nada para que conociera mis anhelos, mis sueños y mis más grandes miedos. Me di cuenta que no era humana... no podía serlo...
Comenzaba a sentirme mas despierta, alerta, giré mi cabeza para ver mi entorno, y lo único que veía eran troncos, hojas, flores... ¡¡¡estábamos adentro del árbol que momentos atrás había visto enorme e imponente!!! Al poner atención, pude ver que pequeños rayos tímidos se colaban por la copa del árbol hacia el interior.
Todos estaban ahí, en esa habitación acogedora... rápidamente comencé a recordar todo, el ataque, los lobos, la sangre... me miré asustada las manos, pero no había nada... no había ni rastro de sangre, ni heridas, ni dolor, ni nada. Estaba confundida y cuando me dirigí a la misteriosa mujer, ni una sílaba salió de mi boca....
Ya no me observaba a mí, estaba hablando con los demás, gesticulando lentamente, posando su mirada en uno y luego en otro, y otro y otro...
Pero no me veía a mí. De hecho, no podía siquiera escucharlos, solo veía como intercambiaban miradas, como movían los labios lentamente, parpadeaban, movían los brazos y las manos... pero sonidos, ninguno... ninguno.
De pronto la mujer se levantó lentamente y caminó hacia una tina grande que había en medio del cuarto. Era una bella tina plateada, con hermosos detalles de hojas, espirales y florituras en las patas. Su vestido azul se movía al compás de sus movimientos, como acariciando el suelo que rozaba; sus manos reposaban a ambos lados de su cuerpo, lánguidos, pálidos y elegantes; su hermosa cabellera platinada caía en una enorme cascada, delineando una espalda larga y curveada y sus labios sonrosados dibujaban una pequeña pero sensual sonrisa. Sin quitarse la ropa, sin percatarse de que estaba en presencia de varias personas, levantó levemente su vestido, metió delicadamente sus níveos pies y se recostó en la fresca cama de agua, hundiendo hasta el último hilo plateado de su bellísima cabellera. El tiempo se detuvo por un instante y todos contuvimos la respiración sin entender qué era lo que estaba sucediendo.
Cuando pude moverme, me acerqué con curiosidad a la tina. Ahí dentro ya no estaba esa mujer que había entrado al agua. Me daba cuenta que efectivamente no era humana, pues una mujer de piel verde turquesa se encontraba con los ojos cerrados en el fondo de la tina... Su pelo era ahora de color azul marino, en la frente tenía incrustadas piedras verdes, azules y plateadas, y su rostro brillaba armoniosamente.
Lentamente sacó sus manos largas y afiladas, tomó la orilla de la tina, y apoyándose fuertemente salió del agua. Era la misma pero a la vez diferente; sus ojos eran profundos, muy profundos como el mar, y su mirada enigmática. Unas largas pestañas rozaban sus pómulos suaves y su boca seguía dibujando esa enigmática sonrisa. Su piel resplandecía como si cada milímetro tuviera infinidad de pequeños diáfanos diamantes que reflejaban con vehemencia los rayos del sol que se colaban insolentes por la copa del árbol.
Estábamos en presencia de Lurra, la reina de las Dríadas de esos bosques... Y lo comprendí en el momento en que salió de las aguas, trasformada en esa enigmática visión.
Con una de sus manos señaló una de las puertas que había al final de ese cuarto, instándonos a que la cruzáramos. Todos comenzamos a caminar lentamente, sin saber qué era lo que nos esperaba detrás de esa puerta; yo lo observaba todo y caminaba última en el grupo.
En cuanto se abrió la puerta, volví a sentir esa presencia aterradora que sentí en el bosque, pero por alguna razón, ya no era amenazante.... Cuando crucé el umbral de la puerta, vi que estábamos en una enorme sala, hermosa e iluminada con potentes rayos de sol que traspasaban la espesura de la copa del árbol. Las paredes estaban llenas de un intrincado diseño de símbolos y figuras. Hasta el fondo de la sala, había un trono de madera finamente tallado, con bellos detalles en las patas y en la cabecera. Hermosas enredaderas subían por el trono, acariciándolo mientras ascendían, transpirando aromas exquisitos, y brotándoles botones de flores multicolores.
Pero lo que en realidad me sorprendió, no fue tan hermosa visión de detalles, sino la media docena de lobos que estaban sentados alrededor del trono, algunos recargando sus rostros entre sus piernas delanteras, algunos levantando la mirada en cuanto escucharon los pasos dentro de la sala... Sabiendo que eran los mismos lobos, parecían ser unos completamente diferentes. Ahora que podía observarlos con detenimiento, y sin el terror sembrado en mis ojos, me daba cuenta que en realidad eran hermosos ejemplares, de rasgos elegantes y soberbios, pelaje tupido y brillante, ojos profundos, misteriosos y cristalinos. Ninguno daba señales de pararse y atacarnos. A la primera visión de la reina Lurra, todos agacharon la cabeza con reverencia.
Lurra siguió caminando hasta llegar a su trono, siempre elegante, siempre lánguida y etérea, y dando la vuelta lentamente, nos encaró y se sentó parsimoniosamente. Por primera vez desde que la vi en la recámara contigua, pude escuchar su fina voz al decirnos:
"Están emprendiendo un viaje en tierras desconocidas para ustedes. Tal vez no sepan bien por qué están aquí, por qué llegaron a la tierra de las dríadas, de los sueños, de los oníricos deseos del alma; y esas son preguntas que solo ustedes podrán contestarse si escuchan detenidamente en su interior. Estos hermosos lobos son los Kurt Adam... Son mis protectores y guardianes del bosque en el que habitamos las dríadas.
Para ustedes, humanos, solo son una amenaza... Porque todo lo que conforma la naturaleza, siempre lo han visto intimidante, amenazante... Todo lo que ven, lo quieren conquistar y dominar... Los mares, los ríos, los desiertos, las selvas, los bosques, incluso los cielos. De esa manera, mis amados Kurt Adam solo actuaron como ustedes siempre esperan que actúen las criaturas de la naturaleza; pero ellos solo están aquí para cuidar y proteger la naturaleza.
Sus miedos, humanos, se reflejan a través de mis amados lobos, y solo dominando sus miedos podrán pasar por este bosque, deberán vaciar su alma de temores, inseguridades, egoísmo… Deberán aprender a cuidar la naturaleza, a respetar a sus semejantes, a respetar desde la más pequeña forma de vida hasta la más grande, deberán aprender a amarse y amar a todo lo que se encuentre a su alrededor, por más insignificante que pueda parecerles, pues ustedes han perdido el respeto a la Madre Naturaleza y aquí y ahora aprenderán a recuperar el respeto y el amor que se merece… La vapulean, la menosprecian, se burlan de ella y se creen superiores con sus máquinas, su tecnología… Pero todo eso de lo que se vanaglorian, es sólo un reflejo del profundo miedo y temor que la Madre Naturaleza les causa y si no vacían su alma de dichos temores, vagarán eternamente sin encontrar salida, y con la amenaza de que mis lobos los ataquen en cualquier momento...
...Dominen sus miedos humanos... Dominen sus miedos”
 
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Foto del autor Sandra Somohano Castañón
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Descripción

¿Te gustaría toparte con el mundo de las dríadas? Piénsalo dos veces antes de desearlo, porque no sabes con qué podrías encontrarte.

Palabras Clave: Lobos dríadas hadas bosque árbol magia fantasía ataque miedos

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasía



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