Love song _ cancion de cuna
Publicado en Mar 15, 2013
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Días antes….

El cielo nublado sacudía mi cabello, estaba abrigada lo mejor que podía, con un gran abrigo, un pantalón largo negro, una bufanda, botas negras, y la remera más caliente que tenía. Era invierno, pero el menos frío de todos, a pesar de que no hacía calor. Había viento, pero los últimos inviernos que había pasado estaban repletos de nieve. 
Tuve que viajar en tren, en el primer tren a mi destino, lejos de mis padres, que me consentían siempre. Lejos de mis hermanos Joe y Kris. Mis hermanos y yo éramos muy consentidos y malcriados, Brenda, mi hermana, acabó por suicidarse el mismo día en que descubrió que su novio la engañaba con una chica más linda, también, ese mismo día, recibió una carta que decía que no fue aceptada en una universidad, y su mejor amiga se mudó del país. Ella siempre fue muy exagerada y dramática. 
Claro que mis padres no derramaron una sola lágrima por ella, mi madre decía que no los deberían ver llorar, y mi padre no la quería demasiado, Joe nunca fue muy sensible, pero Kris y yo si nos sentíamos tristes por ella, de todos éramos los que más la querían. Ya no creía que mis padres eran mis padres verdaderos, ya no los consideraba parte de mi familia, por eso empezaba a llamarlos por sus nombres, Joseph y Samantha. Cuando el estúpido ex novio de Brenda se enteró, solo dijo: que pena. Y luego se marchó. Me alegró saber que al día siguiente sufrió una lesión en el brazo derecho.
Yo, por más consentida y malcriada que era, nunca tuve algún problema, vivía en la casa gigante de mis padres, asistía al mejor colegio, solo para chicas, y tenía amigas perfectas. Olivia Stewart, mi fiel compañera de banco, y gran amiga desde siempre, era justo como yo, inteligente, bonita, adinerada, y también tenía todo lo que quería. Mía Fox, más que bonita, inteligente, claro que era linda, pero era una cerebrito, millonaria, muy consentida, pero súper inteligente. 
Ese día iba a llover, lo sabía por presentimiento, el cielo nublado, que todos los días en invierno llovía, y más cerca del internado.
Las rejas de la puerta inmensa estaban oxidadas, pero sobretodo viejas y sucias. Algo espantoso del internado, era que, sobre él, siempre estaba nublado, aunque fuera verano, igual que los cementerios de las películas. Además, pasando esas horribles rejas grises, en donde yo estaría encerrada, había chicas y chicos conviviendo juntos. Yo había compartido casa con mis dos hermanos de dieciocho años, eran más o menos normales, pero revoltosos. 
Joseph y Samantha me llevaron hasta la parada del tren, Joe se despidió con un mensaje de texto, ya que él estaba en un viaje con sus amigos a África, pero Kris, que estaba en casa, me despidió con un abrazo, él siempre me había cuidado como ningún otro hermano desde pequeña, más que Joe, de los dos, Kris era mi hermano favorito, él siempre había jugado conmigo cuando yo era pequeña y Joe no estaba en casa sino con sus amigos. Kris era el único integrante de mi familia, aparte de Brenda, que me quería de verdad, él si era mi hermano.
La reja se abrió y apareció una mujer, rubia, con ojos grises, vestida de negro, con una sonrisa pequeña, usaba zapatos de tacón negros, que la hacía alta, se aproximó a mí con pasos cortitos y lentos, cuando se detuvo, me miró y sonrió falsamente, yo sabía reconocer una falsa sonrisa cuando la veía, era la misma que tenían Samantha y Joseph cuando iban a verme cantar en los actos escolares, o cuando volvían de un viaje y nosotros los recibíamos con abrazos, ya estaba acostumbrada a esas falsas sonrisas, me las daban constantemente, incluso mis amigas, los vecinos, las profesoras, Joe, Joseph, Samantha. Fue medio deprimente que una persona que no conociera me hiciera una sonrisa falsa. Como era demasiado alta y yo un poco baja para tener dieciséis años, tuvo que inclinarse un poco para mirarme a la cara.
-Tú debes ser Stella Holmes, bienvenida, querida, soy la directora Nichols. Espero que te sientas cómoda.
-Gracias. Encantada de conocerla, me podría decir mi habitación y mis horarios, o traer un guía para enseñarme las esquinas de todo el lugar, si no es molestia, claro.
-Claro que no, Pequeña, enseguida – me entregó un papel blanco con el número de la habitación, y otro con los horarios de todo – enseguida le pido a alguien que te enseñe todo ¡ya se! Te mandaré a mi favorito. Creo que se llevarán bien, me alegra tener a una chica nueva tan formal y educada. Bienvenida. Si necesitas ayuda, ya sabes a quien buscar.
Me hizo sentir bienvenida, observé la hoja con el número de habitación, era el “86”.
Recogí mis cosas de la entrada, y me dirigí adentro. Traía unas dos mochilas grandes y tres maletas, al entrar todos me miraron, supuse que nadie había visto a una chica con mochilas, maletas y ropa tan exclusiva.
Llegué a la habitación 86, giré el picaporte, abrí la puerta y casi me muero de un infarto.
Había tres chicos corriendo en toda la habitación, golpeándose como lo hacían mis hermanos, arrogando cosas. Uno con el cabello dorado y ojos verdes. Uno con tez más oscura, ojos negros, al igual que su cabello. Y el otro con unos hermosos ojos negros y cabello castaño oscuro. Me aclaré la garganta. 
-Hola, disculpen las molestias pero... - tartamudeé un poco – es que… estoy algo perdida, y no encuentro mi habitación.
El rubio se acercó a mí y me arrebató el papel que decía el número de mi habitación. Sonrió y dijo sin más:
-Ah, sí. Es aquí. Compartes habitación con nosotros.
Me dio asco, el estado de habitación y el chico. Pero luego se acercó el chico con cabello castaño oscuro.
-¡déjala Spencer! – él recogió el papel y lo dio vuelta, luego me lo entregó – es el 98, creo que te equivocaste un poco. No le hagas caso a Spencer. Es un tonto.
Sonrió y yo le devolví la sonrisa, cerré la puerta con una expresión de asco al volver a ver a Spencer.
Caminé por el pasillo y encontré rápidamente la habitación 98, esta vez, toqué la puerta, esperando no encontrar otro desagradable encuentro. 
-¡Pase! – gritó una voz del otro lado de la puerta, para ser tan gruesa, reconocí que era una chica la que gritó, giré el picaporte y empujé la puerta con cuidado. Pedí permiso para entrar y arrastré las maletas por el piso de madera - ¡Wow, wow, wow! ¿Quién eres tú, y que haces aquí? – me interrogó la chica de voz gruesa, estaba vestida con una remera verde oscuro, pantalones largos negros, y botas marrones, tenía el cabello negro corto, por arriba de los hombros, ojos negros, labios pintados de rojo oscuro, y estaba leyendo un libro de tapa azul verdoso, con hojas gastadas, su tez blanca hacía que sus pocas pecas resaltaran. A su lado había una chica de cabello 
Marrón claro, corto y ondulado, con unos anteojos, ojos miel, remera blanca, jeans, y unos converse rojos.
-Mi nombre es Stella Holmes. Soy su nueva compañera… de habitación – dije extendiendo una mano.
-Así que… tu eres la niña rica que se quedará con nosotras… - se levantó de la cama – soy Gwen.
-Encantada de conocerte – le dije, aunque probablemente ella no estaba encantada por conocerme. Lo sabía. La otra chica se levantó de su cama, se paró al lado de Gwen, me tendió una mano, y yo se la estreché con gusto. 
-Yo me llamo Charlie – dijo ella. Yo la miré con extrañeza, nunca había conocido a una chica que se llamara Charlie, pero enseguida ella me lo acaró – bueno, en realidad me llamo Charlotte, pero me dicen Charlie. Es un gusto conocerte. Nunca tuve una compañera con mucho dinero, tampoco conocí a una Stella, me encanta tu nombre – dijo ella nerviosa, mientras estrechaba con energía mi mano.
Gwen nos separó, me miró y me dijo:
-¿Qué hace una chica con tanto dinero y popularidad en un lugar en donde todos son casi pobres?
-Clase normal – la corrigió Charlie.
-No seas tonta, Charlie, para gente como ella somos pobres, ¿los olvidas? 
No me agradaba cuando una persona decía que a la gente con dinero no le importa nada, odian a los pobres, son egoístas, tacaños, y que solo se preocupan por ellos mismos, yo no era así, Kris no era así, tampoco Brenda lo era, tal vez un poco Joe, y obvio que así eran Samantha y Joseph, pero conocía mucha gente con tanto dinero como yo, o un poco más o menos, pero no todos lo son. Me enfurecí y miré a otra parte, Charlie me miro, preocupada.
-¿Qué pasa? – me preguntó
-Es que… odio que la gente haga esos comentarios, comentario que, sobre todo, no son ciertos.
-Ja, ¿no has visto como la gente te mira? Todos saben que eres una niña rica, y saben que eres como toda la gente con mucho dinero – me dijo Gwen, que tal vez tenía razón, la gente me miraba como un bicho raro, pero, en realidad, solo me miraban como si fuera un billete de cien, entre billetes de dos pesos. Ellas volvieron a sus camas, y yo ocupé la vacía, una con unas sábanas grises. Dejé mis maletas y las mochilas a un lado, me recosté en la cama, y desee que, al día siguiente, fuera mejor. Pocos minutos más tarde, el cielo se oscureció por completo y comenzó a llover, yo estaba al lado de la ventana. Y pensé, mientras las gotas caían sobre la ventana, los truenos se escuchaban a gran distancia, podía ver los rayos, el cielo gris. Recordé el desagradable encuentro con Spencer, en su habitación, con esos dos chicos, claro que no sabía el nombre de los otros dos chicos. Cerré los ojos. Y dormí. Con un camisón gris demasiado grande.
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Foto del autor valentina .H. Pieiro
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Descripción

capitulo 1

Palabras Clave: fantasmas love song

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasa



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