Las cosas entre todo iban bien. No estaba muy acostumbrada a ese ambiente, pero no era lo peor de todo. Era una tortura estar en la habitación. A demás del hecho de que hacía demasiado frío, Charlie se quejaba de que tenía CALOR, claro, ella estaba acostumbrada al aire helado de la nieve en verano, pero para mí, el internado estaba a cero grados bajo cero. Gwen no se dirigía a mí, tal vez porque no le caía bien, o tal vez porque me odiaba. Después de hora y media de estar tratando de hablarle y ella ignorándome, decidí hablarle del tema, no estaba acostumbrada a que me ignoren.

-Gwendolyn…
-No me llames así. 
-Bien… Gwen, lo que eh tratado de preguntarte es ¿Por qué me ignoras?
Gwen suspiró profundamente, antes de responder vagamente:
-No lo sé.
-¿Qué? – pregunté. Creí que me estaba haciendo una broma. Y no es que tuviera un pésimo sentido del humor. Pero no lo tenía, en realidad.
-No lo sé – volvió a responder – tal vez no eres tú. Creo que es toda la gente rica. Pero… 
-No entiendo. ¿Por qué odias tanto a la gente rica?
Gwen bajó la cabeza, y sin mirarme, contestó en voz baja, casi como si no quisiera que la escuchara.
-Cuando yo tenía tres años mis padres me dejaron aquí. Eran millonarios. Querían un niño. Eran unos egoístas. Nunca me quisieron. Lydia y Robert Davis. Me dijeron que no me querían.
-Oh, los conozco. Son amigos de mis padres. Viven cerca de mi casa. Tienen un hijo. Dylan. Lo siento, Gwen.
-No importa. Ni siquiera me acuerdo bien de ellos. Es como si no existieran para mí. No me importa. No es algo contra ti. Es contra todos. No me agrada nadie de aquí. Bueno… Charlie. Y Spencer, Kevin y Liam. 
-¿Por qué te agradan tanto ellos? – pregunté. Gwen levantó la cabeza.
-Porque a ellos les sucedió lo mismo que a mí. Sus padres los abandonaron aquí. Los odian. Ellos y yo hemos sido amigos desde siempre. Cuando nos conocimos, Spencer no quería creer que lo habían abandonado, empezó a llorar y nosotros lo consolamos.
Charlie y yo soltamos una carcajada. No podía imaginar a Spencer llorando, ni de pequeño.
Al instante, Gwen nos miró e hizo callar nuestras risas.
-Lo lamento Gwen, es solo que él, da un poco de miedo. Nunca creí que lloraría – traté de disculparme. Pero Gwen no cambió la cara.
-Sé que es difícil imaginárselo, y que eso lo hace un poco tonto ahora.
-No lo hace tonto – interrumpió Charlie – creo que ahora me cae mejor que antes. 
Tocaron la puerta. Yo misma la abrí. Y luego me arrepentí de haberlo hecho. Spencer apareció, parado, delante de mí. Él solo preguntó por Gwen. Detrás de él estaban, contra la pared, Kevin y Liam.
Cuando Gwen se fue. Recibí una llamada. La atendí sentada en la cama. Era de mi hermano Kris.
<< Stella. No te imaginas lo que pasa ahora >>
Kris parecía un poco nervioso. Me apresuré en contestar.
-¿Qué sucede, Kris?
<< ¿Estás sentada? >> Oh, oh…
-Si. ¿Qué sucede?
Charlie se veía preocupada por mi expresión. Pero siguió con lo que estaba haciendo, que era dibujar.
<< No sé como decírtelo pero…>>
“oh, Kris, solo habla” pensé. Pero, por primera vez, Kris parecía nervioso, y aquello me preocupaba. 
Definitivamente algo malo pasaba. De lo contrario, Kris no respiraría así. Algo lo preocupaba. Eso me preocupaba. 
-Solo dilo, no me molestaré.
Sabía que mentía. Sabía que lo que diría me molestaría. Kris iba a decirme algo. Como lo conocía. Una noticia. Pero no una buena.
<< Mamá y papá dijeron que… >>
“ahí viene, ahí viene, prepárate Stella ¿Qué dijeron?” 
Tragué saliva. Suspiré. Cerré los ojos. Recogí una almohada. La abracé. Charlie me miró preocupada.
<<…no eres su hija >> Abrí los ojos. Solté el teléfono.
Cayó lentamente. Charlie gritó algo. La puerta se abrió. Se me nubló la vista. Me caí de la cama. Me golpeé. Me desmayé. Kris me dijo que no era hija de Joseph y Samantha, que no era su hermana. Charlie estaba presente. Kai estaba presente. La ventana estaba abierta. Cuando se abrió la puerta. Escuché la voz de Los amigos de Gwen.