Busco la palabra precisa para traerte a mi luz
palabras sin ojos, sin manos ni estrellas.
En el silencio central de cualquier río,
te reinvento,
y en ese mismo instante en cópula musical,
te pienso tibio y sereno.
Me diluyo al unisono contigo
en una noche mojada y ardiente
hasta combursionar explendida al vacio
boldando en miel la sacudida del extasis incontenible
hasta beberme la última gota de tu nombre.
 
Conozco cada frontera de tu cuerpo,
contagiame rompiendo la espesura del tiempo,
invade todos mis sentidos,
como una tormenta.
En tu ritmo extraviame
hazme olvidar mis temores,
con la espada de tu lengua
hasta lavar las cenizas del delirio
 
Nadie nunca ha contado las mujeres
que habitan dentro de mí,
ahora deambulo en silencio y sola
en el aire que se lleva tu imagen,
con miedo y en soledad, al conjuro de Eros
mientras el tiempo pasa y se hace efimero.
 
Todo desaparece mas allá de las palabras
en la imagen creciente de tus ruinas,
cuando el sueño nos atrapa
y se cuela la noche deambulando entre relojes.