Duraznos
Publicado en Mar 25, 2013
Duraznos Supongamos que a cada persona la vemos con un filtro diferente, como si fueran de colores en una forma muy especial. Y supongamos que no importa pero un día amanecí y sentí que era de otro color, uno nuevo y muy extraño que iba de los rojos más intensos en el interior de mis venas hasta una peculiar combinación de carmesí, melocotón y tornasol desde mis parpados hasta la punta de mis dedos. Que orgullosa pero que vulnerable era. Cruzando las puertas encontré la inquietud y la intriga. Ojos curiosos se percataban de estas mismas formas suaves en los movimientos de los demás; que insoportablemente bellos se veían con el cristal antepuesto y la música de fondo y yo repetía la escena una y otra vez con empatía. Quisiera preguntar al aire si alguien más percibía estas formas como duraznos en mí, si al tacto era suave, si el aroma era dulce. Temiendo siempre que una voz en algún rincón se alzara y respondiera mi tímido llamado. Temer a no encontrar un reflejo y a la falta de reciprocidad; esa gama de rojos y rosas no era un filtro común en mis ojos, quizá no pueda coincidir nunca con la visión de alguien más y que tragedia no poder compartir estas nuevas texturas. Decir y que te digan, sentir y que te sientan. Que tragedia que tal vez estoy loca y tanta fantasía me ha confundido, me hace pensar que también luzco delicada y apetecible como cualquier fruto. ¿A caso me sientes así?, le pregunté a la orilla del vaso con la que jugueteaba el tenue carmesí de mis labios; imaginé que si alguien contestaba también seria cálido y delicioso como el té de moras que vertía en mi boca y qué bonito si fuera como la hora del té. Pero qué más da si en el centro de todo su jugoso ser, cubierto de la piel más suave, siempre se hallaba un corazón oscuro y rígido como en todos los duraznos.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|