La princesita y la rosa amarilla.
Publicado en Mar 25, 2013
La princesita y la rosa amarilla. Lic. A. Margot Ochoa Castellanos. Parte I. "Desearía que el sol pudiera hablarme" El silencio cual poema musical de fascinación... A la misma hora, en el mismo lugar, siempre mirando al cielo, jugueteando con sus pensamientos se encontraba la princesita recostada en el vasto prado verde del jardín externo en el palacio; allá en la colina donde roza más el viento. Después de las lecciones de aritmética que la institutriz le impartía, Charlotte presurosa encontraba en forma desesperada de escapar a su paraíso terrenal; aquel lugar de ensueño donde siempre podía encontrar la respuesta y a sus 2 buenos amigos: el hada azul y la rosa amarilla. - Desearía que el sol pudiera hablarme, le rogaría que no cese de lucir su hermoso reflejo en el lago cada atardecer; que de ese universo jamás desapareciera y a mi rosa amarilla le imploraría nunca se marchite para contemplar sus tersos pétalos, no esperar hasta primavera y verla nacer como las otras rosas; declaraba en sus adentros la princesita, tocando sus cabellos y enredándolos entre los dedos esforzándose por encontrar algo más que le permitiera olvidar sus obligaciones cotidianas. Charlotte se dispuso, y de pié se dirigió a las caballerizas; era una excelente tarde para montar un poco y sentir el ritmo de la velocidad en el bello bosque... ocultarse entre los frondosos árboles era su deleite, escuchar algunas aves cantar, seguir a las liebres y cortar flores silvestres. Allí vivía el hada azul también, sus encuentros eran continuos... mágicos. Parte II. Prefiero venir en tu búsqueda a desear que me vuelvas más inteligente. ¿Qué le estará pasando a la princesita?, camina muy lento, tiene un semblante triste. Llegará su alegría porque el hada azul con presteza la ha alcanzado... - ! Charlotte ¡, ¿Qué ocurre?, hoy no gritaste mi nombre; ¿A caso no quieres verme?, le dijo el hada azul a su amiguita. - Nada, hoy ni me apetece perseguir a las liebres, mi caballo está cansado de tanto galopar... tengo muchas ganas de ir a un baile elegante, ¿Vamos?, comentó la princesita con apuración. El hada azul tiene una existencia misteriosa en el bosque, además de ser alguien especial y predilecto en la vida de Charlotte, es quien le ha hecho pasar momentos inolvidables viajando por extraños y hermosos lugares. Charlotte exploraba cerca del lago, era una mañana cálida; sentada en una roca, se divierte mirando a los colibríes cuando toman agua y vuelan sobre las flores para beber su dulce néctar, fue entonces que tropezó accidentalmente con un pequeño tronco en su intento por alcanzarlos, de pronto alzando su mirada, extrañada pudo distinguir al hada brillante y azul que volaba asustada, casi es confundida con un colibrí; éste fue su primer encuentro, y es como el hada le compartió sus secretos, desde entonces perdura su gran amistad. - !Por su puesto te extrañaba¡ ... ¿Qué tal tus lecciones de aritmética?, añadió el hada azul. - ! No me lo recuerdes ¡, prefiero venir en tu búsqueda a desear que me vuelvas más inteligente, replica Charlotte sentándose para descansar un poco en el suelo cuidando de no ensuciar su traje para montar; toma su pañuelo, que estaba repleto de pequeños postres ácidos, sus dulces favoritos; juntó algunos guardándoles en la palma de su mano empuñada y los echó a su boca haciendo varias muecas, estaban deliciosos. Parte III. ¡Genial¡ …pero, ¿Dónde está mi príncipe azul? El hada azul junto con la princesita caminaron a un túnel lleno de estrellas multicolor, como diamantes gigantes que giraban rápidamente, había tanta luz que era divertido cerrar los ojos para esperar la sorpresa como tantas de las que la hada azul le obsequiaba a Charlotte,... La princesita se encontraba emocionada por la belleza a su alrededor... - ! Cómo quisiera volar!, gracias hada azul, pensó Charlotte con devoción. Comenzó el viaje al gran baile elegante donde Charlotte era la protagonista y la invitada especial. El salón... cuanta inmensidad. Charlotte persigue al hada azul por todo el lugar corriendo y husmeando en cada rincón. - ¡Vas deprisa!... !Espera un poco¡, le grita Charlotte al hada azul saltando. - Se está preparando la fiesta, en un momento comenzará el baile elegante, replica el hada azul con ternura. ¿Pueden imaginar el salón de baile?, las cortinas se abrían de par en par elegantemente, había una gran mesa de tamaño muy extendido, el mantel luce una blancura delicada y textura tersa. Candelabros con velas encendidas y floreros repartidos en tramos cortos, la vajilla de plata… y la comida, un festín de platillos frutales. Charlotte admira su nuevo vestido de baile, le llevaban a la princesita muchos regalos sus amigos mágicos, y además la hospedaron en una habitación lujosa y confortable. Allí, las hadas transformaron a la princesita en la dama de honor de la fiesta, como un sueño… la damita daba vueltas en la alfombra de sus aposentos, hasta quedar mareada. -No quiero volver, déjame estar aquí por siempre amiga, dijo Charlotte suspirando con aire de imploración. -Podrás estar aquí siempre que lo desees Charlotte, nos agradas, eres especial para nosotros, te quiero mucho, le respondió el hada cálidamente. -¡Genial¡, pero… ¿Dónde está mi príncipe azul?, replicaba con suspiros esperanzados la princesita; y velozmente miraba a través de las ventanas arqueadas cómo se ondeaban las enormes cortinas de encaje. El hada azul no apartaba la vista de la princesita, su gran amiga sabía que Charlotte era como una niña, su corazón le hacía olvidar la tierra donde sus pies paraban: imaginaba, soñaba, anhelaba… así son las princesas, llenas de encantos que pueden transformarlo todo. Parte IV. La princesita tenía un mundo inigualable: sus sueños. Una orquesta de cámara apareció repentinamente junto al acceso principal de aquel salón, aquellos raros seres eran entusiastas y simpáticos; ejecutando música podía notarse su personalidad franca y gentil; los valses suenan susurrantes, melódicos y llenos de gran ímpetu, incitantes; la princesita sonríe avivada y extasiada de alegría. Mientras tanto había un joven apuesto esperando tras la puerta que hizo sonar con respetuosos golpes; la princesita sorprendida y dudosa por saber quién llamaba, camina con recelo para recibir su visita. Hizo girar el cerrojo de oro, la puerta se abrió. Las sombras parecían llenarle de caricias y se desplazaban sobre el rostro curioso de Charlotte; al descubrir asombrada lo que pasaba, miró tímidamente al príncipe obsequiándole una sonrisa, saludó con una reverencia gentil y con esfuerzo dice: - Pero… ¿Quién eres tú?, pregunta la princesita observando en las manos de aquel joven un ramo exquisitamente decorado con rosas amarillas, sus flores favoritas. - Me llamo Adrián,… estaré encantado si me concedes bailar contigo todas las piezas del baile, añadió el príncipe sonriendo con una pausa de silencio; era un joven tímido y cortés, sencillo, educado y de buen corazón. Aquellas palabras que llegaron a los oídos de Charlotte, retumbaban en sus añoranzas de no despertar jamás de un tierno cuento escrito en lo que fueran sus páginas alegres; así es, la princesita tenía un mundo inigualable: sus sueños. Parte V. Creo en amor, confío en el amor… y espero en el amor. La princesita ruborizada, toma el ramo de flores; con delicadeza, toca sus pétalos admirándoles y olfatea un poco su aroma, después les coloca en un florero con agua. Sin mirar atrás Charlotte cerró su habitación prontamente; no le quitaba de encima miradas a su príncipe azul. Podían percibirse a distancia en el pasillo los sonidos de los valses que estaban ejecutando en el salón, los ojos de Charlotte prendían fugaces al ver las lámparas del techo tan enormes… Comenzaba una nueva pieza cuando la pareja baja los escalones del palacio para incorporarse a la pista. Una lluvia de sensaciones experimentaba la princesita Charlotte cuando el príncipe Adrián trata de abrir los labios para conversar; le quisieran besar pero la princesita espera reservada alguna palabra… - Princesa, ¿Alguna vez te has enamorado?, ¿Sabes qué es el amor?, Le Pregunta sigiloso el príncipe Adrian. - Creo en el amor, confío en el amor… y espero en el amor, dice Charlotte. - Escucho tu voz y la respuesta me es sublime princesa, menciona el príncipe. - ¡Es como dormir en un lecho de rosas sin marchitar!, añade Charlotte. - ¡O la melodía lenta de un clavicordio que te hace soñar!, dice el príncipe inspirado. Parte VI. Como una canción de amor. El príncipe Adrián y la princesita Charlotte gustan un poco de ponche y se alejan de la multitud a un balcón privado bebiendo placenteramente la dulce bebida de granada y demás frutos rojos. El resto de hadas revolotean, danzan y festejan; son multitud… la mejor fiesta a la que la princesita Charlotte jamás asistió. A la luz de la luna podían esbozarse los rostros animosos de ambos; el terso viento fresco de esa noche fue como una canción de amor. - Qué hermoso es el cielo lleno de estrellas, conversa el príncipe tratando de animar un poco a la princesita, quién no deja de expresar silencio al sentir timidez. - Me parece aún más maravilloso el lago frente al palacio con aquellos cisnes, la luna nunca deja de hacerles compañía, añade la princesita Charlotte. - Es verdad princesa, me gustaría ser uno de ellos, replica el príncipe. - ¿Por qué?, pregunta Charlotte extrañada. - Porque son misteriosos y muy bellos, a mí me agradan más que cualquier otro animal; quisiera que fueses mi luna, responde el príncipe Adrián. - Si... , responde la princesita asintiendo con la cabeza y el semblante ansioso. - Eres diferente a las demás princesa, tan encantadora como los cisnes pero aún más… dice el príncipe para tomar la mano de Charlotte y tratar de enamorarla. Adrián, no lo duda más y toma delicadamente la barbilla de Charlotte, con un suspiro cierra los ojos, y le besa… la princesita Charlotte enamorada, siente la felicidad de una rosa cuando está empapada de rocío. Parte VII. La promesa del príncipe Adrián. Mientras el cielo nocturno era cómplice de todo lo que sucedía, el hada azul sabía que la princesita rebosaba de gran felicidad, al fin otro de sus tiernos sueños se hizo realidad. - Me pregunto qué se encontrará haciendo el hada azul, se cuestiona mentalmente la princesita Charlotte tomando un pañuelo empuñándolo en sus manos desde dentro de su bolsa de finas telas incrustada en el vestido de baile. El príncipe Adrián y la princesita Charlotte seguían contemplando los cisnes en el lago del palacio, conversando y contando las estrellas. Mientras tanto la rosa amarilla que apenas era un botón se abría más cada vez, buscando a la princesita Charlotte, la flor le extrañaba. - Que noche tan agradable a tu lado Adrián, me gustaría repetir nuestro encuentro, dice Charlotte al príncipe a quien lo envuelve en un abrazo implorando que no fuera a ninguna parte. - Encantado princesa, me agradará bastante volver a verte, responde el príncipe extasiado. En ese momento, sorprendida, la princesita Charlotte se inquieta; al parecer, Adrián tiene que ir a algún lugar. - Pero espera, ¿A dónde irás?, pregunta Charlotte angustiada, pues el príncipe se ausenta ya del baile elegante... Charlotte no sabe porqué. El príncipe le reconforta tiernamente: - No te preocupes Charlotte, volveremos a estar juntos, dice el príncipe haciendo contínuas reverencias. La princesita sola, sentada en aquel balcón de mármol, seguía con los ojos la silueta lejana de Adrián, que se alejaba difusa, cada vez más hasta que se disipó entre jardineras y enormes arboledas. La luna y el cielo estrellado vibraban con fulgor en los reflejos del lago donde varios cisnes nadaban tranquilos en aquella velada de amor, como ángeles cuidando de la princesa. Una lágrima resbaló en su mejilla; estaba triste Charlotte, suspiró y resignada recordó con esperanza la promesa del príncipe Adrián. Parte VIII. Princesa, ¿Te gustaría dar un paseo con migo? La rosa amarilla se abría, era cada vez más bella, un nuevo atardecer llegaba a la colina, el baile elegante transcurrió; Charlotte esperaba al hada azul llegar en secreto como acostumbraba en sus horas de descanso. Parecía que su mágica amiga había desaparecido, no coincidió con la princesita, quien se encuentra silenciosa y alerta. Arrojando pequeñas piedrecitas al agua y de cuando en cuando explorando con miradas a su alrededor, se entristece. - ¿Qué sucede con mi amiga?, !Regresa pronto¡, grita Charlotte confiando en que le escuchará el hada azul, sin embargo no hubo respuesta, sólo el viento fué quien meció el verde y acojinado prado donde la princesita reposó decepcionada acariciando los pétalos de su preciada rosa amarilla. Comenzaron a escucharse varios pasos galopantes, se acercaba una carroza elegante y de fina hechura, podía observarse a la distancia el polvo del camino que se elevaba como una cortina larga de humo; giraban las ruadas a gran velocidad. Alguien llevaba prisa de estar en alguna parte, resultaba extraño para la princesita Charlotte que pretendieran llegar hasta ella con gran presteza. - !Adrian¡, grita eufórica la princesa Charlotte al reconocerle cuando caminaba hasta ella. Ambos corrieron para encontrarse nuevamente y sentir las manos del príncipe entra las de Charlotte. - Princesa, ¿Te gustaría dar un paseo con migo? Le cuestiona Adrian a la princesita al tiempo en que le obsequia otro ramo bello y abundante de rosas amarillas. A lo que la princesita responde conmovida y presurosa: - Contigo todos los días. FIN.
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raymundo
Margot Ochoa Castellanos