Rueda me nombró capitán (Diario)
Publicado en Mar 25, 2013
Rueda estaba observando atentamente el partido y fijándose en los más de 30 chavales que habíamos acudido a la convocatoria; hasta que, en un momento determinado del duro encuentro, se acercó a sus asistente Solano.
- ¡Pídele, de inmediato, su nombre y sus dos apellidos porque le quiero fichar ya mismo! ¡No he visto un futbolista juvenil más completo a lo largo de toda mi vida! ¡Es un líder natural! ¡No sólo cumple perfectamente sus funciones de jugador número 8 sino que es un verdadero 10 porque hace de todo! ¡Sube, baja, crea las jugadas, tiene suficiente técnica como para que no le quiten lo rivales el balón, es capaz de quitarle los balones a los rivales sin hacer ninguna falta, dirige al equipo a lo largo y ancho de todo el campo, no sólo salva goles contra su equipo sino que es capaz de meter goles a favor de sus compañeros y, sobre todo, tiene ese espíritu generoso que le hace regalar a cualquiera de su equipo, sin fijarse en quién es, para que tenga la gloria de meter el gol! ¡No se cansa jamás! ¡Es un verdadero salvador de su equipo! ¡Para él todos sus compañeros son iguales y no tiene privilegios para con sus dos hermanos! ¡Hazle la fotografía porque le voy a nombrar capitán! ¡¡Es un pequeño Distéfano de verdad!! Solano se acercó a mí, en medio del equipo, y me preguntó por mi nombre y mis dos apellidos; los cuales los anotó en su libreta. A mí no me importaba, en absoluto, que me ficharan o no me ficharan como jugador titular. Yo, que había ya renunciado a intentar ser jugador profesional del Real Madrid, seguí jugando sin darle mayor importancia. Ganamos el partido. Nos hicieron las fotografías a quienes habiamos sido los elegidos para formar parte del equipo y Rueda se acercó y habló conmigo. - La próxima semana tenemos un partido muy serio contra un rival muy duro. Quiero que no faltes porque no sólo eres un jugador necesario sino un jugador imprescindible; así que vas a jugar desde el primer minuto hasta el último porque te acabo de nombrar capitán. Estoy seguro de que serás nuestro salvador. La semana siguiente, una vez ya hechas las fotografías de los elegidos, se celebró dicho partido contra un rival muy duro que se creían superiores a nosotros. Se confirmó las predicciones de Salvador porque a pocos minutos del final el árbitro pìtó un penalty a nuestro favor. Si marcábamos el gol quedábamos vencedores del duro encuentro. Rueda se dirigió a mi. - ¡Tienes que tirar el penalty tú porque para eso eres el líder y el capitán del equipo y tienes que demostrarlo porque es tu obligación! ¡De ti depende nuestra victoria! No me puse nervioso. Lancé con total tranquilidad y serenidad el penalty y ganamos el partido. Rueda me felicitó por haber sido el salvador pero yo me fui sencillamente a mi casa porque, una vez terminado el encuentro, ya sólo estaba pensando, mentalmente, en las chavalas guapísimas de la Academia Cima.
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