guilas Negras -33- (Novela y Guin para Cine).
Publicado en Apr 04, 2013
- Ya veo que eres verdaderamente puntual, amigo Juan... así que perdona que te haya hecho esperar media hora más pero tuve que despachar cierto asunto.
- ¿Algún problema con alguna rubia platino, Atilano? - ¡¡Detente, Juan, y no des más pasos hacia adelante!! ¡¡No me fío ni de mi padre!! - Ya sé que no te fías ni de tu padre ni tampoco de nadie en absoluto. Está bien. No avanzaré más. ¿Crees que he descubierto algo que te estoy ocultando para ganarte en esta carrera absurda por atrapar a ese loco asesino en serie? Tenemos que cazarle, Atilano. Sólo quiero que me digas lo que sepas acerca de ese perturbado mental. - ¿Quieres sacarme información para atraparle tú y llevarte toda la gloria? - Escucha, Atilano, y entra en razón ya de una vez por todas. Yo no tengo informaciones privilegiadas porque nunca gozo de privilegio alguno como sí gozas tú. Yo no pertenezco al grupo de los elegidos, por Diego, como los mejores de su Cuerpo de Policía. Soy capitán sólo de momento pero no recibo sueldo mensual por ello. Sin embargo tú, al ser teniente de plantilla fija, tienes un suculento contrato y te pagan muy bien todos los meses. Quizás por eso tengas alguna fuente informativa muy especializada y sepas algo más que conjeturas para atrapar a ese loco demente, a ese perturbado mental al que nos estamos refiriendo. Yo solamente tengo intuiciones nada más. - ¿Qué clase de intuiciones son esas, Juan? - Son muy especiales. Sólo me queda una nada más. Todas las demás intuiciones se han cumplido. Sólo me queda la última para poder completar mi misión. - ¿Te estás refiriendo de verdad a intuiciones o a otras cosas? - Las chavalillas guapas, aunque sean guapas o muy guapas, no son cosas, Atilano, sino seres humanos como las demás. Ahora no me estoy refiriendo a ellas aunque ocupen tanto lugar en tu pensamiento. ¿O cuándo dices cosas te refieres a la cantidad de dinero que has reunido de manera sospechosa porque no es posible que con tu paga mensual vivas con tanto lujo? También tengo intuiciones sobre eso. - ¡¡Que estás insinuando!! ¡¡No te pongas nervioso, Juan!! - Que yo sepa estoy totalmente tranquilo mientras que tú, como siempre, te da por gritar cuando te pones iracundo. - ¡Dime qué clase de intuiciones son las tuyas y déjate ahora de pavadas innecesarias! - Mis intuiciones son muy internas... así que puedes llamarlas corazonadas... - ¡¡Yo también tengo mis propias intuciones, maldito capitán!! - Cálmate, Atilano, y habla con la inteligencia a través de los razonamientos y no a través de las vísceras. Ya sé que tienes tus propias intuiciones pero deberías actuar alguna vez con el corazón y no siempre de manera tan cerebral. Convertirse en máquina destructora contra la belleza no es bueno, Atilano. Repentinamente, Atilano Eros Amazote saca una pistola del interior de la flamante chaqueta de su traje de color negro y apunta directamente a la cabeza de Juan. - ¡Lo siento, Juan! ¡No me caes mal del todo sino hasta bastante simpático! ¡¡Pero tengo que matarte!! ¿Has oído bien? ¡¡Tengo que matarte para acabar con esta pesadilla!! - Te ha faltado decir que estoy loco. ¿No es eso lo que andas diciendo siempre acerca de mí para ocultar que el demente eres tú? No seas tonto, Atilano, porque aunque me mates ella no será tuya jamás; lo mismo que no ha sido nunca de nadie sino solamente mía porque así lo ha querido Dios. - ¡¡Deja a Dios a parte de todo esto!! - Está bien. Si no crees en un Dios vivo llamado Jesucristo, tengo que darte una mala noticia dejando a Dios a parte. Si me matas tú no duras vivo ni un segundo más que yo porque te matarán a ti también. - ¡¡No!! ¡Les diré que tú eras el asesino en serie y por eso tuve que matarte para hacer un favor a la Humanidad! ¡Jajajajaja! ¡¡Jajajajaja!! ¡¡¡Jajajajajaja!!! - No sigas hablando más Atilano. Te lo digo por tu propio bien. Si sigues hablando más será cada vez peor para tí. - ¿Qué es esto, Juan? ¿Que está sucediendo aquí? - Sucede que tengo un mini micrófono oculto en la solapa de mi cazadora y todos nos están escuchando. Tú mismo te acabas de delatar. Era la última intuición o corazonada que me faltaba por completar y ya has visto cómo también se ha cumplido como yo estaba esperando. ¿Existe o no existe Dios, Atilano? ¿Existe o no existe la Justicia de Dios? - ¡¡No es posible!! ¡¡No veo a nadie!! ¡¡Eso de que nos están escuchando es una mentira!! ¡¡Lo dices para evitar que te mate!! - Mátame si quieres pero ya sabes que la chavalilla que estás buscando nunca será para ti por libre decisión de ella misma y sin que nadie la haya obligado. Por su propia voluntad decidió ser mi esposa. ¡Ni sueñes con que matándome a mí la vas a conquistar! - ¿Qué dices? ¿A quién te estás refiriendo? ¿A alguna morena quizás? - Eso es. Tú solamente sabes que es una morena latinoamericana y eso es porque hay algún soplón chivato que te lo ha dicho. Pero ni conoces quién es, ni cómo es ni en dónde está. Si me matas no sólo no la vas a conquistar jamás sino que ella te matará a ti... aunque no es necesario que lo haga ella... porque si me matas no durarás con vida ni un segundo más que yo. ¡Nos están apuntando con sus armas! - ¡¡Insisto en que aquí sólo estamos tú y yo y nadie más! Así que es latinoamericana... ¿verdad?... - Sí. De esas super bellezas latinoamericanas que tanto odias porque eres incapaz de poder ligar con alguna de ellas por tus tendencias racistas, xenófobas y hasta homosexuales. - ¡¡No sigas insultándome o aprieto el gatillo!! ¡¡Es verdad todo ello pero nadie lo va a saber!! - Te advierto, por última vez, que no te pongas nervioso y no sigas hablando más porque te seguirás perjudicando. Yo sólo he pactado esta entrevista contigo para dialogar. No quiero que te maten y si aprietas el gatillo date por hombre muerto. Si amas tanto la vida desordenada que llevas es mejor que bajes el arma y hablemos los dos tranquilamente. - ¿Qué sabes tú de mí? ¿Cuánto sabes de mi vida? Estoy seguro de que nos sabes nada y es un farol que te estás tirando conmigo para que me des pena y te perdone la vida. ¿Acaso me conoces de algo y por eso me elegiste como tu compañero de investigación? Yo no he compartido contigo ninguna confidencia jamás. ¿Quién diablos eres tú para saber tanto de mi vida? - No es ningún farol. No estamos jugando al mus. Baja el arma y seguimos charlando... Atilano Eros Amazote baja ligeramente la pistola pero sigue apuntando al cuerpo de Juan... - Dime por qué sabes tantas cosas de mí. -Al principio, cuando te elegí como mi mejor compañero posible para llevar a cabo mi investigación no lo podía asegurar del todo aunque tenía muchas posibilidades de que fuera cierto. Pero todo se confirmó cuando te dije el nombre y los dos apellidos verdaderos del cura "Perra Gorda". ¡Fuiste demasiado ansioso al liquidarlo! Yo esperaba que no lo matases pero tu falta de humanidad no podía permitir que viviera un día más y los asesinaste. - ¿Lo sabías todo? - Sabía que ibas a buscarle pero para detenerle y no para matarle. Cuando te dije que lo que tuvieses que hacer lo hicieses pronto no me estaba refiriendo a que lo matases sino a que lo detuvieses en nombre de la Ley para seguir investigando después de sus confesiones. No actuaste como un verdadero policía y por eso empecé a pensar ya definitivamente que tú eras el loco asesino en serie. - ¡Era un cerdo "viejo verde" que abusaba de los chavales adolescentes y había que eliminarlo! - Te delataste tú mismo al matarle. Yo no dije todavía nada a nadie por dos razones; la primera de ellas por que pensé que quizas era algo justo que pagase por sus pecados pero, sobre todo, la segunda razón por la que guardé silencio es porque esperaba que tuvieses algún gramo de sentimiento de culpabilidad y lo contases todo a Diego... pero cuando me enteré que lo habías torturado, violado y asesinado de una manera tan cruel me di cuenta de que eres un enfermo mental total y totalitario. Me espantó tanto lo que hiciste que supe que serías capaz hasta de matar a tu propio padre. Pensé que tendrías un poco de piedad hacia los demás y un poco de compasión hacia ti mismo y te ibas a entregar por tu propia voluntad pero me di cuenta de que no tienes ni tan siquiera propia voluntad porque estás dominado por una fuerza diabólica. - ¡¡Diablos!! ¡¡Por los mil demonios del infierno!! ¿Cómo puedes saber tú todo eso? - ¡Mirame bien! ¿Sabes quién soy? - Alguien mucho más joven que yo... sólo veo eso nada más... por eso es imposible que sepas lo del "Perra Gorda". - ¿Te olvidas de la beca que le regalaron a Nígel Verde Amarilla? - ¡Imposible que tú sepas eso! ¡Alguien te lo ha contado! - ¿También has olvidado que eras el mayor y mejor conquistador de chavalas como aquella que se llamaba Adela Garzón Verde? - ¡¡No puedo entender como lo sabes pero es cierto!! ¡Sólo era "La Garzota" y había que castigarla! ¡Ella y todas las que eran como ella se lo merecían por caer tan pronto enamoradas de mí con sólo dedicarles una mirada! ¡¡Esas chavalas tan "facilonas" nunca me han interesado!! - Y todavía fue peor la burla que le hiciste a la secretaria de Giuseppe Garza Siboni junto con el mismo Giuseppe. ¿Cuánto gozasteis los dos con ella? - ¡Eso no te interesa saberlo! ¡El Gran Sucesor del Supremo Adolf Hitler no tiene por qué contestarte a eso! ¡Era mi propia Eva Braun pero en version española! ¿Me puedes ya decir quién eres tú para saber tantas cosas de mi vida? ¿Quién es el chivato o el soplón que te lo ha contado todo? - Te dije que no hablaras tanto, Atilano... pero la fea costumbre que tienes de hablar cuando no debes hablar... - ¡¡Me estás engañando!! ¡¡Nadie nos está escuchando!! ¡¡No hay nadie más que tú y yo aquñi!! ¡Y no llevas ningún mini micrófono escondido! ¡Así que nadie puede saberlo porque lo que nadie conoce deja de ser conocido y el único que lo sabes eres tú pero como si no lo supieses porque vas a dejar de saberlo enseguida! Atilano vuelve a subir la pistola apuntando a la cabeza de Juan... - ¿Te gustan los juegos de palabras, Atilano? Escucha este trabalenguas que me viene a la memoria: el cielo está enladrillado quién lo desenladrillará el desenladrillador que lo desenladrille buen desenladrillaró será. ¿Qué te recuerda? - ¡No puede ser! ¡Me recuerda a la escuela y al colegio de Lope de Rueda! ¡Pero Don Florentino Lunas Rollo de Salamanca y Valla no puede ser ni un chivato ni un soplón! - ¿Y quién te ha dicho a ti que Don Florentino Lunas Rollo de Salamanca y Valla sea un chivato o un soplón? Te quería demasiado como para hacerte esa traición. Él es todo un caballero y cuando te dejó te había situado en el buen camino... pero tú sólo echaste a perder todo lo que él aspiraba a que lograses alcanzar. ¿Qué te parece si hablamos un poco de religión en todo este potaje mental que tienes? - ¿También sabes eso? ¡¡Imposible!! ¿Qué clase de fantasma del pasado eres tú? ¡¡Quién anda por ahí escondido!! - ¡Que nadie dispare! ¡¡Todos quietos!! ¡¡¡Es una orden!!! Atilano Eros Amazote vuelve a bajar la pistola pero todavía la conserva en la mano dispuesto a usarla. - Yo pensé que ibas a detenerte con la muerte de "Perra Gorda" y estaba esperando verte para hablar contigo, parar todo esto y aclararlo todo... pero desapareciste cuando te estaba buscando y metiste otra vez la pata al cometer otra locura torturando, violando y asesinando a Rosa "La Luxemburgo". - ¿Cómo puedes afirmar que fui yo quien asesinó a esa prostituta? - Lo deduje muy fácilmente. El chivato soplón que te da las informaciones que va conociendo sobre mi persona, aunque no sabe ni la milésima parte de mí, te dijo que yo era el verdadero autor de "El Juicio de José". Como estabas deseando saber quién podría ser la chavalilla que me acompañara al Teatro Español para el estreno nocturno de la obra, porque a la segunda sesión siempre acuden los personajes más ilustres e importantes y la gentuza más indeseable y menos importante, decidí acudir a la primera sesión de la tarde y no a la segunda sesión de la noche. Te confundiste otra vez al pensar que la chavalilla que estás ansiando poseer, y mira que no digo querer amar sino ansiar poseer, podría ser esa chiquilla equivocada a la que todos la conocían como "La Luxemburgo". ¡Tampoco tuviste compasión hacia ella cuando suspiste que no era la que estás buscando! Entonces me di cuenta de que no eres lo que se puede decir un ser humano sino solamente una cosa con vida pero sin sentimientos. Algo así como una roca que pude tener cinco sentidos pero que sólo es una roca nada más. Por eso me he encargado ya de que nunca jamás verás a la chavalilla de la que estás tan sumamente encaprichado como para castigarla con tus conquistas pensando que es una cualquiera, una de esas que, por desgracia, están tan equivocadas que se dedican al oficio femenino más antiguo de la Historia. Como estás tan equivocado con ella la has estado buscando siempre en los lupanares, casas de citas, clubes nocturnos, barras americanas, moteles o en actos de gran renombre como los estrenos de obras teatrales o de películas de cine. ¿Ves cómo sólo eres un infeliz como son unos infelices todos los guaperas que se las dan de donjuanes como tú? Así que no sigas siendo más infeliz todavía. - Está bien. Me doy cuenta de que llevas razón y estoy atrapado... pero antes de dispararte quiero saber quién eres... - ¿Qué crees tú sobre quién soy yo? Pero sobre todo olvida ya del todo a esa guapísima morena latinoamericana a la que tanto deseas. Es mi chavalilla y nunca la vas a poseer. ¿Entendido? - No te recuerdo de nada. ¡Tú no has estado nunca en ninguna de mis fiestas privadas! - ¡Exacto! No hemos coincidido jamás en ninguno de tus guateques aunque sé lo que es estar en algún guateque. ¡Tú tenías las tuyas y yo tenía las mías! Eso fue siempre así... - Entonces... debes ser algún pobre ligón de barrio... - Eso dice de mí el ignorante de Juan Luis Marqués de Java y Loya "El Gipiloya", sin conocerme de nada. - ¿No eres eso? - Nunca lo he sido y siempre me he partido de risa de los que lo han dicho. - ¿Un verdadero donjuan de la alta clase social tal vez? - Perdona, Atilano, pero no estás nada bien de la cabeza. - ¡Ya está! ¡Eres alguno de los secundones líderes de Cristo Rey y por eso sabes tanto sobre mí... pero tienes envidia de mis grandes poderes entre ellos y quieres desbancarme de ser el nñumero 1 de mis muchachos! - ¡Escucha bien, Atilano! No tengo nada que ver, en absoluto, con esos guerrilleros de Cristo Rey ni con ningún histérico grupito de politicos neonazis ni de ningún reaccionario grupito de ultracatólicos religiosos como lo eres tú. Tampoco soy ningún líder sindicalista socialista, comunista o anarquista, que te quiere ajustar las cuentas. El único número que me encanta es el 16 de mi chavalilla y, por supuesto, su correlativo número 18 que soy yo; porque resulta que entre el 16 que tanto le encanta a ella y el 18 que tanto me encanta a mí hay una compatibilidad total y absoluta. - ¿Es que tú también estás tan loco como yo? - No, Atilano. Estar loco es casi imposible como me dijo un señor psiquiatra llamado Dias Gomes, brasileño por cierto pero de nacimiento portugués, al cual conocí en una gran fiesta que duró varios días. Así que yo estoy completamente sano y tú no estás loco del todo. Lo que sucede es que yo estoy totalmente sano porque nunca te he envidiado a ti y tú estás casi loco del todo por culpa de la envidia hacia mi. Esa es la gran diferencia entre nosotros dos. No estás loco del todo sino que solo eres un monstruoso asesino en serie y por eso quiero que te entregues antes de que te maten. Te harán un juicio justo como manda y demanda la sociedad a la que tanto has hecho sufrir; pero sólo morirás cuando Dios quiera... y solamente cuando Dios quiera. - ¿Me estás llamando monstruo asesino en serio? ¿Qué clase de fantasma eres tú? - Ningún fantasma fanfarrón como tú sí lo eres. - ¿No te entiendo ni jota borriquera? - Eso es. JB como el whisky que tantas veces bebes en el Pub Shery de Madrid capital y que te ha convertido en un alcohólico. - ¿Esto qué es? ¿Un jeroglíflico para descifrar? ¿Una adivinanza para desentrañar? ¿Qué es eso de JB? - Yo soy JB pero no tomo whiskys. - ¡¡No te entiendo!! - Yo soy... Juan Bautista... - ¿Tú? ¿Tú eres Juan Bautista? ¿Tú eres mi hermano Juan Bautista Eros Amazote? Atilano Eros Amazote, en un momento de lucidez mental, arroja la pistola al suelo y se queda, perplejo, mirando fijamente a lo ojos de Juan quien también mira a los ojos de Atilano. - ¡Quietos todos! ¡¡Que nadie dispare!! ¡¡¡Es una orden de vuestro capitán!!! - ¿De verdad eres tú mi hermano pequeño? - Escucha Atilano... veo que en tu mirada dura y pétrea ha aparecido un pequeño rayo de luz; y por eso tengo que decirte algo que no sabes... - Esto... yo... no sabía... que... - Tengo que explicarte algo que nunca has sabido... Pero, en ese mismo instante, suena un disparo de fusil y la bala entra directamente en el corazón de Atilano Eros Amazote que cae, mortalmente herido, sobre el duro asfalto del parking público de la Estación de Atocha de Madrid. - ¿Quién ha disparado? ¿Quién ha sido el cabrón que le ha matado? ¿No os ordené que no disparáseis? ¿Quien ha sido el cabrón que le ha matado? - Perdona, Juan... pero era necesario matarlo... era necesario... porque era un asesino en serie que ya llevaba cometidos 13 asesinatos y tú ibas a ser su víctima número 14. ¡Él era el lider de los Águilas Negras! - ¿Cómo sabes tú, teniente Muros, tanto sobre los Águilas Negras si sólo lo sabíamos el Jefe Diego y yo? ¿Cómo puedes afirmar con tanta seguridad que él era el líder de los Águilas Negras, teniente Muros? ¡No lo había confesado! - Déjalo ya, Juan. Ya todo pasó. Ya la ciudad de Madrid puede vivir y dormir tranquila. - No, Diego, no. Esto no es el final. Esto es sólo el comienzo del final. Atilano Eros Amazote era, efectivamente, el asesino en serie, pero no era un loco sino que que estaba enloquecido, neurótico y depravado por alguna causa muy grave y este zopenco de tu teniente Antonio Muros Caramillo, tan falto de inteligencia a pesar de tener tan grande cabezón, acaba de matar la posibilidad de saber quién, en verdad, dirige desde la sombra a los Águilas Negras. Atilano Eros Amazote era el líder pero no el máximo dirigente de ellos. Por eso digo que esto es sólo el comienzo del final. - ¡No le hagas caso, Diego! Ya va siendo hora de que acabemos con esta historia de locos y de locas. Ya sabemos que el caso del loco asesino en serie está definitivamente concluído. - Yo creo que Juan Bautista lleva razón, Antonio. Sus intuiciones o corazonadas no son simples caprichos sino que son inspiraciones del Espíritu Santo que lleva en su interior y el Espíritu Santo es el Espíritu de Dios; luego lo que dice sale de su corazón o, mejor dicho, sale de su alma pasando por el corazón antes de salir por su boca y, al mismo tiempo, supongo que también sale gracias a la comunicación interna que tiene con su guapisima y escultural chavalilla con la que está casado como el Señor manda. ¿O me estoy equivocando, Juan? - No te equivocas, Diego... y por supuesto que voy a seguir adelante, investigando hasta que acabe con todos los Águilas Negras. - Mantengo que es muy elogiable y muy loable tanto heroísmo, pero podemos correr grave peligro todos y todos tenemos familiares o amistades o compañeros y compañeras y por eso queremos seguir viviendo muchos más años. - De acuerdo, Antonio Muros Caramillo, ya no tenemos nada más que investigar porque, al parecer, no queda ninguna duda razonable. Todos ya sabemos que el teniente Atilano Eros Amazote era el loco asesino en serie. La labor de la policía madrileña ha terminado y tu labor como detective al servicio de la policía, Juan, también la terminado; así que entrégame la placa de capitán. - ¡Con mucho gusto, Diego! ¡Me acabas de quitar un gran peso de encima porque nunca me había gustado ser capitán y porque así quedo completamente liberado de tan pesada carga y puedo actuar con las manos libres porque sigo siendo investigador profesional pero privado y no bajo tu mandato. Yo te digo, Jefe Superior de la Policía de Madrid, que no doy por terminado el caso. Juan sacó su placa de capitán de la policía, que llevaba esta vez en el pecho de su cazadora, y se la entregó a Diego. - Juan... Juan Bautista... Juan Bautista se arrodilló ante el moribundo Atilano Eros Amazote. - ¿Qué quieres, Atilano? Quizás si nos damos prisa en llamar a una ambulancia podemos salvarte la vida. - No... Juan Bautista... no... yo sé que ya estoy muerto... pero quiero decirte... lo siento... lo siento mucho... perdona... me equivoqué... - ¡¡No!! ¡¡No te mueras, Atilano!! ¡Dime quién fue! ¡Dime quién fue el que estuvo abusando de ti cuando sólo eras un niño nada más! ¡Dime quién fue ese maricón! - Niño Jesús... Juan Bautista... Niño Jesús... - ¿Quieres decir la Parroquia del Barrio del Niño Jesús de Madrid? - Sí... esto... adiós... adiós para siempre... - ¡¡No!! ¡¡Dime algo mas!! ¡Dame alguna otra pista, por favor! - The Crafty Fox... Juan Bautista... The Crafty Fox... - ¿Me estás diciendo que el que mueve los hilos entre las sombras es alguien al que le conocen como "El Astuto Zorro"? ¿Era por eso por lo que lo escribías en los catecismos de Ripalda? - Si... adiós Juan Bautista... perdona... y sé feliz... sé muy feliz... con ella... Juan Bautista cerró, con los dedos de su mano derecha, los párpados de los ojos abiertos del ya fallecido Atilano Eros Amazote. Y lloró hasta que sintió una mano suave posada sobre su hombro izquierdo. - ¡Juan, se ha marchado para siempre! ¡Atilano ni me encontró nunca ni jamás me encontrará ya! Juan se secó las lágrimas de sus ojos con sus manos y levantó la cabeza... - ¡Vaya sorpresa más agradable! ¿Qué haces tú aquí, Princesa? - No quería dejarte a solas ante el peligro como si fueses Gary Cooper abandonado por todos. Es cierto que siempre estoy dentro de tu corazón desde que nací y tú sólo eras un niño de 7 años de edad jugando con Atilano... ¿qué vas a hacer ahora, Juan Bautista? - Escuchar. Estoy escuchando. - ¿Qué escuchas? - La Voz del Silencio de Dios... Diego... La Voz del Silencio de Dios... - ¿Cómo logras escuchar eso? - Diego... no puedo decirte a través de quién escucho La Voz del Silencio de Dios. ¿Eres de verdad un verdadero cristiano? - ¡Por supuesto que lo soy desde que era muy niño! - Entonces... ¿por qué no crees que el Espíritu Santo comunica a un chaval y a una chavalilla, desde que son solamente dos niños nada más y los une, después, cuando se casan, mucho más allá de la muerte... y hasta la Eternidad? - Tengo dudas ante todo eso... es demasiada magnitud... - ¿Y no has comprendido nunca que es tan grande la magnitud de Jesucristo que es infinita? - No sé qué decirte... - Quizás porque todavía no lo has visto tantas veces en la vida como lo he visto yo a pesar de mi juventud... porque nunca podrás escuchar hablando al Espíritu Santo si no dejas que lo haga. ¿Cómo se pueden oir las voces lejanas, separadas por todo un océano, si no fuese gracias a La Voz del Silencio de Dios que une a esas dos personas? - Supongo que a través de Jesucristo. - En efecto, Diego... a través de las Palaras de Jesucristo. Esas Palabras Verdaderas jamás son falsas predicaciones aprendidas de memoria pero no sentidas dentro del alma. Por eso... porque está hablando Jesucristo a través de mí... es por lo que te digo que esto no es el final sino el comienzo del final. Porque a veces, cuando un culpable muere, es necesario volver a empezar para saber por qué ha sido culpable y qué hay más allá de su muerte. Debo estar otra vez con ellos. - ¿Quiénes son ellos? - ¿Te asustarías si te digo que hay que seguir defendiendo a los ciudadanos y a las ciudadanas de esta bella ciudad de Madrid porque todavía existe la influencia del Anticristo y es necesario desmantelar todo su tinglado para acabar de una vez por todas con todo este asunto diabólico? - ¡Dios mío, Juan! - Puedes llamarme libremente Juan Bautista sin temor alguno. - ¿Qué es lo que puedo yo hacer ahora? - No cierres el caso. Si no quieres no me devuelvas la placa de capitán porque no es esa clase de honores lo que busco, pero no cierres el caso y sigue ayudándome cuando te necesite. - Toma otra vez la placa de capitán, Juan Bautista. Creo en tí y en lo que estás diciendo. Juan toma la placa y se la guarda en el bolsillo trasero de su pantalón vaquero. - Escucha, Diego... cuando ames a tu esposa con tanta fuerza como para decirle que no la amas hasta que la muerte os separe sino que la amas hasta la Eternidad porque estaréis eternamente vivos el uno junto al otro... sabrás por qué te pido que no cierres el caso. Si me devuelves la placa de capitán la acepto pero no es necesario. Puedo trabajar como siempre. - Entiendo... estoy empezando a entender... y quiero que sigas siendo el capitán que necesitamos para llegar hasta el final... Juan Bautista se levantó del suelo... - Adiós, Atilano, adiós. Que Dios te haya perdonado todo el mal que hiciste si es que Dios te ha querido perdonar. - Vámonos a casa, Juan... - Vámonos a casa, Ángeles... tenemos un colador que nos está esperando... - ¡¡Jajajajaja!! Subidos los dos de nuevo en el flamante Ferrari de color rojo partieron hacia su domicilio.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|