Sore
Publicado en Apr 10, 2013
Pues ¿qué he de decir? Lo conocí hace tiempo ya.
Yo tenía 17 y él 25, no sabía a dónde el auto iba hasta que se detuvo frente a una casa cuya puerta parecía de algún preescolar. Mi tía y yo bajamos del auto y él abrió la puerta. Nos miramos, sonreimos sin querer ocultar esa chispa que se había encendido ya. Él vestía de una manera extraña, pero bueno, era comprensible, era domingo y estaba en su casa; camisa floreada color naranja, pantaloncillos cortos, negros y abombados, sandalias rojas, una gorra bicolor y unas gafas hipsters sin mica. Mi tía rompió el momento y preguntó por el licenciado. Sore nos mostró el camino y encontramos al licenciado pintando las paredes del garage. Mi tía emocionada saludaba al licenciado como si hace tiempo no se vieran y yo esperaba que Sore volviera. El licenciado animado por las visitas llamó a lo lejos: "Sore, ven hijo, quiero presentarte a tus primas". Espera ¿sus qué? En ese momento Sore y yo nos vimos con cara apenada pero cómplice; nos habíamos gustado y minutos después nos enterábamos que éramos primos. Esa tarde comimos ahí y yo evitaba a toda costa cruzar ya mirada con él. Recuerdo que antes de probar la sopa, me levanté y pregunté por el sanitario para lavarme las manos y Sore me llevó al baño más lejano de la casa entera; mientras el agua caía, él me preguntaba cosas de mí, talvez irrelevantes, pero al voltear a verlo, él me veía, no como a su prima, sino como a la que sería su mujer. En la sobremesa rezaba por que no me hablara pero lo hizo, se dirigió a mi y preguntó cuáles eran mis planes de vida; le conté que pensaba salir de la ciudad para estudiar literatura entre semana y criminología los sábados; él me contó que era cineasta.
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Joanna Dufromont