Santiago, un pensamiento más.
Publicado en Apr 11, 2013
Voy en el metro de santiago, donde ciertos pensamientos se derriten con el calor de cada día. Desconocidos se observan por inercia y el espacio se hace cada vez más pequeño en cada estación. Una gran capa de smog cubre los cielos de Santiago, gente camina sin parar a tu alrededor y no sabes en que dirección ir, todos inmersos en sus ideas y pensamientos.
Calurosos días que te impiden reflexionar, dejas que el agua se convierta en tu salvavidas, mientras que el calor observa con ojos intangibles como el vaso se vacía lentamente. Calles oscuras, esquinas putrefactas, un frío congelando tus pies y manos, extraños a tu alrededor, no sabes lo grande que es Santiago, te sientes perdido, calles desconocidas, miradas misteriosas, el típico charco de agua sucio que bordea la solera, vez tu rostro distorsionado, con unos ojos perdidos, un rostro empapado en miedo y desconcierto. Ahí te quedas por un momento, la mente da vueltas, las voces de los caminantes extraños caen en tu cabeza como las hojas en pleno otoño, te resignas, no hablas, solo piensas. Un calido ambiente en los bares de Santiago, pero al mismo tiempo dantesco y zarrapastroso, paredes de humo tapan los rostros de cada sujeto producto del cigarrillo. El exceso de estímulos visuales provoca una pequeña distorsión en la mente de cada cliente. Mujeres bailan por dinero, miradas inyectadas en sus esbeltos cuerpos. La conciencia en el suelo, agonizando, pisoteada por ellos mismo, algunos se ríen en su cara otros solo se resignan a mirarla.
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