Un hombre caminaba por unas calles frías construidas por sombras, no tenia a quien recurrir, no tenía con quien hablar, no tenia a quien abrazar…solo quería besar con sus resquebrajados labios una mejilla calida solo para saber que estaba vivo. Caminaba sin parar, mientras que su mente se hundía en un frío mar de ideas. Sombras lo rodeaban, sentía sus miradas escalofriantes, sombras le susurraban al oído y su debilidad lo caracterizaba. Caminaba sin parar, mientras que su mente estaba ya hundida en el frío mar de ideas.
Los faroles y su poca luminosidad en su recorrido junto con la espesa bruma lo dejaban caer en un pozo de recuerdos vagos sin derecho a gritar por su vida. El eco en el fondo del pozo ficticio se alejaba, sabiendo el futuro del humano condenado. Enfoco su mente y su mirada de nuevo en la calle, sus dedos suaves acariciaban la muralla de ladrillos poco ásperos, mojados por el sereno  y con algo de musgo entre las grietas. Con su terno bien planchado y su sombrero negro se perdió entre las casas antiguas de Londres.