guilas Negras -42- (Novela y Guin para Cine).
Publicado en Apr 14, 2013
Juan Bautista pasea, bajo la luz de la Luna y con las dos manos metidas en los bolsillos de su pantalón vaquero, por la ribera del río Manzanares de Madrid capital, mientras va pensando para sí mismo y en silencio profundo, mientras muchas personas están comenzando a dormir quizás llorando porque los sinvergüenzas de turno, les rompieron en mil pedazos sus ilusiones sus sueños...
- La venganza es mala, pero la Justicia no es sólo buena sino necesaria. Se detine un momento a mirar hacia las primeras estrellas que aparecen en el despejado cielo de Madrid en aquel frío mes de febrero... y piensa en su infancia escolar... - Río Duero, río Duero, nadie a acompañarte baja; nadie se detiene a oír tu eterna estrofa de agua. Indiferente o cobarde, la ciudad vuelve la espalda. No quiere ver en tu espejo su muralla desdentada. Tú, viejo Duero, sonríes entre tus barbas de plata, moliendo con tus romances las cosechas mal logradas. Y entre los santos de piedra y los álamos de magia pasas llevando en tus ondas palabras de amor, palabras. Quién pudiera como tú, a la vez quieto y en marcha, cantar siempre el mismo verso pero con distinta agua. Río Duero, río Duero, nadie a estar contigo baja, ya nadie quiere atender tu eterna estrofa olvidada, sino los enamorados que preguntan por sus almas y siembran en tus espumas palabras de amor, palabras. ¡Que razón tenías Gerardo Diego! Recuerda a su maestro Don Florencio Lucas Rojo impartiendo sabiduría aun en sus momentos más dolorosos y tristes. Se detiene un momento, saca un cigarrilo y lo enciende mientras acodado en la barandilla, observa las aguas del río y recuerda... recuerda... recuerda... mientras las lágrimas salen salen de sus ojos... - Yo he visto la tristeza semioculta en un hueco con los vestidos raídos y la esperanza al viento, los brazos extendidos, los labios entreabiertos, decir unas palabras que tienen sentimiento... Yo he visto la tristeza cruzar por las calzadas con ojos sin miradas y apoyada en cierzo; con ojos lastimeros de luces apagadas mirando algo cansada por venir de lejos... Yo he visto la tristeza con capucha rala, con paso arrastrado por los años del tiempo; las manos temblorosas, los hombros encorvados, la voz muy arrugada y los pies sin tiento... Yo he visto la tristeza envuelta en los periódicos, y en las hojas mustias que se lleva el viento; verse desnutridos senos atormentados con su fruto yerto... Yo he visto la tristeza sonar en la guitarra, silbar una tonada o recordar un cuento; aterirse de frío asomada a la ventana y enterrarse con ceniza en un oscuro huerto... Yo he visto la tristeza en los días nublados desnuda caminando por el pensamiento, bajo una clara luna, vestida con harapos, notarse su presencia como algo nuestro... Yo he visto la tristeza bajo luces de candiles dormida en el suelo bajo el cielo abierto y la he visto los domingos caminar por los jardines disfrazada de lluvia, de rosales y de abetos... Yo he visto la tristeza en los ojos de un niño, en la risa de un hombre, en las barcas de un puerto. Yo he visto la tristeza por todos los caminos y la he sentido, incluso, en mi cuerpo dentro... Apaga el cigarrillo y lo guarda en el bolsillo derecho de su cazadora de color negro mientras continúa, nuevamente, caminando por la ribera y pensando para si mismo... - Vaya vergüenza ajena debemos tener los poetas viviendo en medio de este lodazal de los que ejercitan las maldades que producen dolor en los inocentes. La luna le alumbra el rostro... - Cuando ya no me quieras seré un hermético pájaro de olvido que huirá fuera de tu vida hacia un mapa de estrellas como nido. Seré una rosa de vientos enguadañada segando la hierba junto al trigo y, enmarcado en nostálgicos recuerdos, buscaré puerto en algún abismo. Puerto, piel, lamento vespertino... cuando ya no mo quieras recostaré mi dolor en el camino. Observa el vuelo de un gorrión que ha pasado rozando su cabeza y recuerda al gorrión muerto sin que él pudiera evitarlo... - ¡Cabrones! ¡¡Sólo son unos cabrones!! -
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