LIBRE DE PECADOS
Publicado en Aug 24, 2009
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"No dejes de mimarme", le musitó. Sonaba a gemido. A súplica, a petición. Durante mucho tiempo creyó que el silencio le ayudaría. Al contrario, aquella forma de extraviarse la fue menoscabando. La apatía cerró los poros de esa piel impecable, opulenta, inmadura. Claudicar ahora no podía ser una forma de sucumbir. La caricia, el leño que se había partido en astillas, necesitaba un nuevo desenfreno. Años. Años rigurosos que fueron dando raíces a las pérdidas y fuerza al olvido. Años que anularon las tormentas, que desbarataron los minutos de amor. Años, adheridos como hiedra a la pared de los sentimientos. Nada era igual. Nada lo mismo. Los puentes que alocados cruzaron corriendo. El atardecer inolvidable pintado con nubes de cereza. La siesta pueblerina que calló pecados. Todo terminó oculto en los pliegues del puntual almanaque. Ya no son cuerpo sobre cuerpo, eyaculación y orgasmo, pechos erizados y erección. Su mano todavía despierta dulzura y hay un tibio placer que adormece la débil epidermis afiebrada. No van a llegar hasta el faro de la playa desierta. Caminarán pausadamente para encontrar sus hazañas en la frágil arena. Ya dejaron los cincuenta años y el reloj aún marca la hora de los sueños.
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miguel cabeza
Un abrazo
Alejandro Ramrez Romero
inocencio rex