Viaje en nave
Publicado en Apr 25, 2013
Una canción en una caja de música escuche antes de partir de casa, era esa cajita musical de madera que mi padre le hizo a mamá.
Subí a la nave que me llevaría lejos de casa y de todo lo que conocí, aún así a pesar del miedo quería creer, quería creer en que podría volver volando en mi nave espacial una vez observaramos un pedazo del universo. Que un día cuando las estrellas estuvieran alineadas descubriríamos el camino a casa. Las estrellas brillaban por aquí y por allá lejos y cerca, todo era hermoso y escalofriante en medio de la oscuridad del universo que atravesamos en nuestra nave espacial. Todo era nuevo y casual como si no estuviéramos fuera de casa pero extrañaba a mamá. Extrañaba a mamá. Extrañaba mi hogar. El sueño me entro y ya no pude ver el final del viaje tan largo que hicimos en nuestra pequeña nave espacial. La música de aquella caja aún sonaba dentro de mí, era como una memoria que no desea olvidar. Ese sonido era la verdad de que mi casa se encontraba más allá de Plutón ahí tan lejos de este sol que los humanos olvidan y donde nosotros tuvimos que parar. La nave se empolvo con los años mientras nosotros mirábamos el cielo aclarar y oscurecer sin poder llamar a casa, donde sabíamos que todos nos esperaban con amor, con los brazos abiertos y memorias impresas y listas para desempolvar. Extrañando nuestro hogar... Una pequeña niña de ojos como la tierra un día me regalo una caja. La madera olia como la de nuestra casa, pero la melodía que tocada era triste: añorante muy distante a la que mi papá le regalo a mi mamá y que yo escuche antes de partir. Ella era tan bella y amable que prometí cuidar de ella hasta el fin y nuestras vidas eran tan diferentes que once lunas para mí ella dejo de mirarme con aquellos ojos dulces, ella simplemente regreso a la tierra donde nació. Marcando el fin. Junto con ella muchos de los que nos cuidaron fueron pereciendo uno por uno. Nuestra nave también desapareció entre las capas del tiempo, pero nosotros esperamos que de alguna forma podríamos regresar a nuestro hogar ese que estaba más allá de Plutón y donde nos esperaban como héroes por resistir tanto tiempo en aquel planeta junto al sol. Nuestros cuerpos cambiaron y nuestros nombres se nos olvidaron pero nunca pude olvidar esa melodía que sonaba a la par de la cajita que ella me regalo y que me decía que nuestra casa estaba allá entre las estrellas que mirábamos por la noche. Donde otro sol distante iluminaba el amanecer. Regresariamos a casa De vuelta a casa. Nuestros cuerpos dejaron de moverse, mientras nuestros ojos miraban solo hacia el cielo esperando una llamada que nos indicara que pronto volveríamos a casa. Hasta que los de ojos azules y verdes llegaron y se sentaron junto a nosotros y nos contaron sobre visitantes lejanos como nosotros esperando nuestra llegada, tras esa cortina azul de agua. Los pequeños de ojos cafés se esforzaron por hacer una nave de madera que nos ayudara a cruzar el azul inmenso que nos separaba de la otra nave y de los amigos que habíamos ya olvidado sus nombres y caras. Cuando llegamos ellos nos abrazaron sin decir ninguna palabra pues no hacía falta, pronto nos despedimos de ese planeta cercano al sol para retornar a casa. Nosotros volamos a casa. Les contamos como habíamos quedado ahí parados en ese tercer planeta lleno de vida, nuestros días alegres y tristes esperando su ayuda y la forma en que nos acostumbramos a estar ahí. Ellos nos dijeron como nos buscaron, que nunca habían perdido la esperanza de dar con nosotros. Festejamos por un largo tiempo uno que nos hizo olvidarnos del largo viaje de regreso y de los años de ausencia que tuvimos. Cuando arribe a casa aquella pequeña caja de música mamá aún la mantenía entre sus cosas tocando una melodía bella, pero ahora me gustaba más la que la chica me dio, me gustaban mas los colores del cielo que perdimos, y me encantaba el olor de los árboles que se mecían bajo la lluvia. Y desee volver aun cuando ella ya no contestaría mi llamado y no quería irme de casa esa que extrañe y añore. Nosotros nos convertimos en extraños en ambos lados, y nosotros pertenecíamos ya a ambos lados porque a los dos los amábamos. Eran nuestro hogar. Nuestro lugar...
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