El recorrido comenzó, así como comienza una caminata en aquellos pasajes llenos de historia… ella, él, el sol a punto de desaparecer en el horizonte del colorido mar, la brisa, los forasteros que reflejaban en su cuerpo una marca semi decolorada que mostraban sin pudor y sin importancia como queriendo encontrar un color que no les tocó y que muchos otros que lo poseían no le daban valor… el paisaje repleto de construcciones históricas que evocaban las batallas a las que tiempo atrás seres valientes llenos de fuerzas hicieron como parte de sus vidas para finalmente ser recordados en cada rincón de aquellas rusticas estancias…
Dos manos que se unieron para tratar de encontrar algún vinculo fraternal o una especie de química que se había ido esfumando por las fuertes diferencias a las que sus personalidades los sometían, aun así quisieron permitir que sus cuerpos, sus sentidos y sus intenciones hicieran aquel recorrido, quizás con la esperanza de reencontrar ese clímax que los conduciría nuevamente a el amor…
Era un recorrido mecánico de palabras escasas, se hablaba simplemente lo necesario y ni siquiera eso alcanzaba para recuperar el encanto de una conversación de enamorados, una conversación de esas en las que se sueña, en las que cada palabra es acompañada de una mirada brillante, de un beso suave y enérgico, de unas inmensas ganas de que no se acabe nunca aquella conversación… pero no, aquel recorrido simplemente era uno más en la vida de aquellos dos…
Las fotos… el abrazo, el rincón hermoso para que todos lucieran bellos, pero todo era un simple teatro en donde este par de seres histriónicos hacían su mayor esfuerzo para que los demás se creyeran su obra… una obra con sabor a mar…
Cada rincón, cada huequito de aquellas piedras representaban la palabra amor, parejas que se emergían en besuqueos intensos, en miradas profundas, en abrazos eternos, que representaban un entorno paradisiaco en el que eran felices… sí… les tocó realizar la siguiente escena de su obra: el beso… dos labios semi- húmedos que se juntaron lentamente, un par de segundos, luego otro beso un poco más largo y finalmente un abrazo… que falso, que tristeza que se representara al amor un sentimiento tan bello, sincero y real, en una obra en la que sus protagonistas sabían perfectamente que no era dulce…
Caminaron un par de horas más, fotos, un helado dulce quizás para recuperar la emoción de un romanticismo esquivo, el crepúsculo que anunciaba la llegada de la luna  y un par de caminantes que realizaba la última escena que finalmente los conduciría a una realidad diferente… se terminó, llegó el fin… un amor que terminó sepultado y un sueño que ni siquiera la más hermosa y romántica ciudad junto con un recorrido de ensueño logró cambiar un sentimiento que desapareció para siempre…